Respuesta al compañero
Sanmartino de la Corriente Praxis de Argentina
¿Es el momento
apropiado para construir el partido revolucionario independiente en
Venezuela?
Por
Nelson
Gámez
Enviado por Emilio
Bastidas, 09/03/06
Respetado compañero
Jorge Sanmartino:
No tuve la fortuna de
hablar personalmente contigo en la reciente visita que hiciste a
Venezuela. Apenas si pude escuchar tu intervención en la reunión de
“Re–agrupamiento” y en el corto saludo que presentaste en el
Acto Internacional que promovió el PRS en la parroquia Valle–Coche.
De veras lo lamento,
porque las reflexiones que planteas en tu nota “Apuntes sobre la
izquierda en Venezuela” son tan necesarias y esenciales, que
considero como una desgracia no habernos podido reunir para compartir
esas inquietudes con un grupo de adherentes del proyecto PRS. A pesar
de ello, me siento complacido, que en un gesto de seriedad y
responsabilidad, hayas colocado blanco sobre negro tus opiniones, lo
cual puede ayudar para que en un intercambio de textos podamos avanzar
hacia el esclarecimiento de tus inquietudes, que son las mismas
nuestras.
Tampoco quiero dejar
pasar la oportunidad de resaltar la importancia de tus reflexiones,
porque además de ser de candente actualidad en Venezuela, sé que
provienen de un probado militante revolucionario que ha roto con una
organización que en el concierto internacional es reconocida por sus
fuertes tendencias a la auto–proclamación. Esa experiencia vivida y
la posterior ruptura le dan un valor agregado a tus opiniones y
conceptos, ya que presumo que tu interés es que el proyecto PRS no
caiga en ese tipo de desviaciones que puedan malograr nuestra
intervención sobre los fenómenos de la realidad política
venezolana.
Como no nos conocimos
personalmente, quiero aprovechar la oportunidad para decirte que fui
militante de OIR y hoy soy un entusiasta adherente del proyecto PRS,
cumpliendo con tareas que me asignan los compañeros del Comité
Nacional Impulsor del PRS, lo cual me da cierto derecho para opinar
sobre la organización, su visión y sus perspectivas. Por supuesto,
lo que escriba aquí sólo me compromete personalmente y en nada
pueden ser entendidas como posiciones de las estructuras de coordinación
o de algún grupo de adherentes al proyecto PRS.
Sin más preámbulos
trataré entonces de aportar a la discusión sobre los puntos que
considero centrales de tu nota, como son: ¿estamos en Venezuela en el
momento apropiado para la construcción de una opción política
independiente? ¿es posible construir un partido sobre la «base
estrecha de los cuadros revolucionarios de la UNT»? ¿Qué es y cuál
es el papel que cumple el proyecto PRS en la etapa actual? ¿Es el PRS
un partido o no? ¿En caso de que pudiera lograrse la construcción de
ese partido revolucionario independiente en Venezuela, el centro de su
política sería ser parte de un Frente Único Anti–imperialista? ¿Cuál
es el nexo que debe propender el PRS entre el movimiento obrero con
otros sectores sociales y agrupamientos que florecen en el campo
popular, campesino, indígena o estudiantil, en la tarea de la
construcción del partido revolucionario?
1. ¿Es el momento
apropiado para construir el partido revolucionario independiente en
Venezuela?
Para ambientarte
quiero contarte que días después de haber realizado el acto del 9 de
julio de 2005 en el que nos propusimos la construcción del Partido
Revolución y Socialismo, altos funcionarios del Gobierno se tomaron
la molestia de reunirse por varias horas con el compañero O.Ch, para
manifestarle que respetaban su libre derecho de organizarse políticamente
de manera independiente, pero le «recomendaban» que esa era una
tarea que bien podría postergar hasta enero de 2007, luego de que
pasaran las elecciones presidenciales, ya que se imponía mantener un
arco unitario de respaldo a la candidatura de Chávez para enfrentar
al imperialismo y la oposición.
Por supuesto no
quiero emparentar las recomendaciones de aquellos funcionarios, con la
justa inquietud que tu planteas de si es el momento apropiado en
Venezuela para la construcción del partido revolucionario. Pero si
resaltar que esa preocupación siempre ha estado latente, no de ahora
sino de mucho antes, incluso desde la etapa misma de construcción de
OIR. A muchos les preocupaba o les sigue preocupando si ameritan las
condiciones políticas para construir la herramienta política
independiente de los trabajadores y el pueblo; de allí la validez de
tu preocupación.
No tendría mayor
sentido contestar afirmativamente de que en Venezuela siempre han
existido condiciones para la construcción de un partido
revolucionario. Apelar a ese imperativo histórico, no clarificaría
en nada la esencia de tu reflexión, que según entiendo, apunta a señalar
que llamar a construir un partido revolucionario en los actuales
momento no tiene “viabilidad política”, ya que es mucho más
conveniente postergar esa tarea para intentar ser parte de un
movimiento integral que tenga un contacto lo
más estrechamente posible con aquellos sectores chavistas que son
posibles de radicalización y de adoptar un curso decididamente
revolucionario.
No
quiero pecar de pedante, pero creo que la esencia de lo que fue OIR y
ahora del proyecto PRS, ha sido precisamente ese. Ambos proyectos
estuvieron y siguen estando anclados, lo más estrechamente posible a
un sector que además de ser susceptible de radicalizarse, en efecto
se radicalizó, y empezó al menos desde hace tres años un curso
decididamente revolucionario, abriendo las condiciones objetivas para
la construcción de ese partido revolucionario. Ese sector tiene
nombre y apellido: los trabajadores organizados sindicalmente.
Para construir un
partido revolucionario siempre habrá que tener el suficiente olfato y
la sensibilidad política para detectar cuándo las condiciones
subjetivas, empalman con las objetivas, de tal forma que la construcción
de la herramienta política del proletariado sea mucha más expedita,
“más viable” y no sea mera expresión de deseos. Considero –y
creo que varios compañeros comparten esta apreciación–, que al
menos desde el triunfo sobre el paro–saboteo patronal, empezaron a
confluir las condiciones subjetivas y objetivas para que los
trabajadores y el pueblo venezolano se dieran a la tarea de construir
un partido socialista y revolucionario independiente, justamente
porque el proceso de radicalización y acción independiente comenzó
a vivirse en las filas de los trabajadores organizados sindicalmente.
Desde hace casi tres
años se dio lugar la combinación de condiciones objetivas con los
deseos de cuadros revolucionarios, fundamentalmente con arraigo en las
filas del movimiento sindical, de avanzar en esa dirección, con la
intención de que a futuro –a pesar del inmenso peso que Chávez
tiene sobre el pueblo y su vanguardia–, sus acciones y triunfos no
quedasen enchalecadas en el marco estrecho de un proyecto nacionalista
burgués o de conciliación de clases.
Quizás quien de
mejor forma ha percibido e interpretado esta nueva situación, ha sido
el compañero O. Ch. y así lo ha expresado en el reportaje que le
hicieran sobre la UNT (ver “Orlando Chirino.. responde). Para
Chirino, los acontecimientos de diciembre de 2002 – enero de 2003,
fueron una auténtica revolución triunfante, de carácter socialista,
con un peso fundamental de la clase obrera y el movimiento sindical
que liberó las fuerzas para el desarrollo de una poderosa rebelión
sindical y también política, y subrayo esto último. Pero que
también demostró por la negativa, la gravedad de la inexistencia de
una dirección revolucionaria, es decir de un partido.
Por esa razón
considero que OIR y ahora el proyecto PRS, al igual que la UNT, no son
productos extemporáneos, ya que son hijos e hijas legítimos del
proceso revolucionario en curso. Son fenómenos resultantes de
la ruptura sindical y política de la vanguardia sindical con las
viejas direcciones burocráticas de la CTV y de relativa independencia
frente al caudillo Chávez. Esto es así al menos desde diciembre
2002– enero 2003 porque en la acción de resistencia al
imperialismo, a los empresarios, a los partidos de la IV República y
a su paro–saboteo patronal que duró 63 días, no fueron Chávez ni
sus estructuras políticas, quienes direccionaron directamente la
lucha, sino que fueron los propios trabajadores organizados
sindicalmente, dirigidos por una nueva y amplia camada de dirigentes
que se reclamaban chavistas, los que con una relativa pero alta
autonomía política y organizativa, definieron las pautas para la
confrontación, reconquistaron y controlaron la industria petrolera,
reabrieron empresas, bancos y oficinas, pusieron en funcionamiento el
sistema de transporte y distribución de combustible, con una postura
revolucionaria, clasista y anti–imperialista mucho más
consecuente que la del propio gobierno y sus estructuras. No es
casual que muchos de esos dirigentes hayan sido los promotores de OIR
o que hoy sean impulsores o adherentes al proyecto PRS.
Por eso considero que
tanto OIR y el PRS, al igual que la UNT y en esto quiere insistir, son
expresión de esa radicalización y adopción de un curso
decididamente revolucionario que se da en las filas de los
trabajadores organizados sindicalmente. Muchos lamentamos que el
proyecto PRS tenga un desfase de tres ó cuatro años en contra. La
“tragedia” del proyecto PRS de hoy, no es que no sea viable, que
esté intentando colocar barreras
adicionales a las que ya existen entre la ideología marxista y el
socialismo sentimental de las masas que les son provistas por el
discurso oficial, si no que ha nacido con tres o cuatro años
de retraso y por si fuera poco, los cuadros y nuestras estructuras son
tan “jóvenes o inmaduras”, que están siendo desbordadas por la
realidad objetiva y subjetiva. Es decir no alcanzamos a cubrir las
inmensas oportunidades políticas existentes en el seno del movimiento
sindical y de masas, para enraizar y consolidar en ellas la idea de
construir una herramienta política revolucionaria e independiente,
que es enteramente viable.
Sin la comprensión
de lo que los trabajadores y el pueblo vivieron durante los 63 días
de paro–saboteo patronal y la etapa que se abrió a partir del
rotundo triunfo en contra del imperialismo y sus agentes locales, difícilmente
se podrá llegar a la conclusión que en Venezuela sonó la campana
para la construcción de un partido revolucionario independiente. La
experiencia, por segunda vez y en un período de tiempo
relativamente corto, en que los trabajadores y el pueblo
emprendieran una acción de defensa del proceso revolucionario, del
Presidente y de las conquistas obtenidas, sin la conducción directa
de Chávez y de sus estructuras políticas, es a mi modo de ver el
gran detonante para que de conjunto en el movimiento sindical se
iniciara una profunda rebelión anti–burocrática que no terminó en
los linderos gremiales y de lucha contra la CTV, sino que empezó a
abarcar los terrenos de la lucha anti–imperialista,
anti–capitalita y de auto–organización política de los
trabajadores, que han hecho posible entre otros, la constitución de
OIR, primero, y luego del Comité Impulsor del PRS. Y por supuesto de
otras organizaciones al margen del MVR, PPT, Podemos y el stalinismo.
Un antecedente, que
preanunciaba lo que se abriría como fenómeno político de
radicalidad, de relativa independencia frente al caudillo y de
encaminamiento hacia posiciones revolucionarias, fue el Plenario
Nacional de Dirigentes Sindicales Clasistas y Revolucionarios
realizado por la Fuerza Bolivariana de los Trabajadores el 6 y 7 de
septiembre de 2002. La mayoría de los dirigentes “oficialistas
burocráticos” estaban totalmente a favor y decididos a construir a
partir de esa fecha una nueva central. No escatimaron esfuerzos para
que llegaran casi 1.500 dirigentes sindicales de todo el país e
invitaron al Presidente Chávez a la plenaria final, para reconfirmar
esa política. De manera increíble para muchos de los que estuvimos
presentes, vimos como luego de tres votaciones, la mayoría absoluta
se opuso a esa decisión, no importando que el Presidente estuviese
allí para darle su “bendición”.
Nuestra incapacidad
para socializar nacional e internacionalmente esos aspectos, sumado a
la lejanía de ustedes, se han conjugado y atentado para que tengamos
una comprensión común y racional de lo que han sido estos tres últimos
años del proceso revolucionario, particularmente en las filas del
movimiento sindical. Por eso te invito a reflexionar sobre esos
acontecimientos, lo cual es básico, no sólo para entender el tema de
la construcción del partido, sino también para asimilar y sacar las
lecciones políticas del profundo significado que tiene para el
proceso revolucionario y para la clase obrera, el hecho de que los
trabajadores organizados sindicalmente, hayan hecho una primera
experiencia relativamente independiente, de confrontación
anti–imperialista y anti–capitalista y hayan hecho el ejercicio
del control obrero sobre la industria petrolera, lo que sin duda se
constituyen en el pre–anuncio de lo que pueden ser las futuras
luchas por la dirección del movimiento de masas y por el poder. Nada
de lo hagamos tiene sentido si no es en esa perspectiva.
2. ¿Es posible
construir un partido revolucionario independiente sobre la «base
estrecha de los cuadros revolucionarios de la UNT»?
No tendría mucha
gracia reiterarte la importancia estratégica que tiene para el
proyecto PRS construirse en el seno del movimiento sindical y específicamente
en la UNT. Como sé que no se trata de eso, creo necesario precisar de
qué estamos hablando, cuando se dice la «base estrecha de los
cuadros revolucionarios de la UNT».
De acuerdo a los
datos de la Comisión Organizadora del Congreso de la UNT, se habla
que la UNT tiene alrededor de 700 organizaciones sindicales que
agrupan poco más de un millón de trabajadores afiliados. Soy poco
dado a inflar las cifras y creo que lo real, puede ser el 60% de esos
datos, es decir 400 organizaciones sindicales con un caudal de 600.000
trabajadores afiliados.
Como es de tu
conocimiento, la UNT tiene a su interior al menos cinco grandes
corrientes, de las cuales podemos decir que una de ellas es burocrática
y directamente de derecha; tres son “oficialistas” y una quinta
tendencia liderada por Chirino y Stalin que se acaba de reunir en un
Encuentro Nacional en el cual participaron 600 dirigentes sindicales
de todo el país, esto sin incluir a casi 100 dirigentes sindicales
del Estado Aragua que no llegaron porque tuvieron que volcarse a una
huelga de cinco días en una empresa importante en ese Estado, la cual
terminó en una victoria contundente de los trabajadores.
Sin modestia alguna,
te cuento que los mejores y más dinámicos dirigentes sindicales de
la UNT se hicieron presentes en el evento convocado por Chirino y
Stalin. Faltaron quizás no más de 40 ó 50 compañeros honestos que
militan en las tendencias oficialistas, a los cuales reconocemos también
como extraordinarios dirigentes sindicales, pero que por esas cosas de
las presiones del aparato no están de este lado. Al referirte estos
datos, quiero resaltar que estamos hablando de cantidades importantes
de trabajadores que se nuclean en la UNT. Por supuesto, no los podemos
catalogar a todos ellos como revolucionarios, pero te confieso que
estamos hablando de una base inmensamente grande que puede llegar a
ser 150 ó 200 mil trabajadores que de pronto no se sienten
identificados con el rótulo de “cuadros revolucionarios de la
UNT” que tu utilizas, pero que por sus acciones diarias de lucha
contra el imperialismo, la patronal, la burocracia, la corrupción y
los “infiltrados” del proceso, son más que “trabajadores
normales”, con los cuales se ha abierto un diálogo que va más allá
de lo gremial y reivindicativo.
Con lo anterior,
quiero hacerte un llamado de atención sobre cual es tu concepto de
“cuadros revolucionarios de la UNT”, ya que si sólo consideras
como tales a quienes militan o militaron alguna vez en una organización
de izquierda radical o trotskista, confieso que efectivamente estamos
hablando de parámetros distintos, porque durante este proceso hay una
revalorización del concepto de lo que es un “cuadro revolucionario
de la UNT”. He podido ver con mis propios ojos, como la mayoría de
los “cuadros revolucionarios” tradicionales fueron tragados por el
aparato chavista, otra parte se hizo escuálida y otra no menos
importante hoy está en sus casas convertidos en comentaristas políticos
que no pierden la oportunidad para “darnos” sanos consejos de cómo
hacer política y cómo construir el partido revolucionario.
Nuestra concepción
sobre “cuadro revolucionarios de la UNT” es otra. Son aquellos
dirigentes sindicales que luchan diariamente contra la patronal, que
en menos de dos años han logrado construir y/o arrancar 700
organizaciones sindicales de las manos de la burocracia de la CTV, que
han erigido 22 federaciones regionales de la UNT, que están
dispuestos a ofrendar sus vidas contra el imperialismo y los golpistas
para defender las conquistas obtenidas y que son “confesos”
chavistas o “chavistas recalcitrantes” como se autocalifican
otros.
Con “cuadros
revolucionarios de la UNT” de las características enunciadas
anteriormente, que conforman una base mucho más amplia de lo que tu
te imaginas, estamos convencidos que sí se puede construir un
partido revolucionario independiente. Con ellos estamos trabajando
día a día, hombro a hombro para que hagamos la experiencia, para que
nos tomen confianza y para que en un futuro no muy lejano, lleguen a
la conclusión: «ustedes tienen la razón, queremos unirnos a su
proyecto político». No es expresión de deseos, es la experiencia
diaria y al evaluar los ritmos políticos acelerados de la situación
revolucionaria existente en Venezuela, nos indican que avanzamos en
esa dirección. Por eso te insisto: que desgracia no haber contado a
la fecha del paro saboteo patronal del 2003–2003 con al menos el 10%
de lo que es hoy es el proyecto PRS.
3. ¿Que fue OIR y
que es el PRS?
En reiterados
oportunidades en tus reflexiones, aseguras que en ambos casos OIR y el
PRS representan un proceso de
reagrupamiento luego de la crisis y estallido del PST venezolano, y la
confluencia de aquellos cuadros trotskistas reunidos en OIR con muchos
de los más importantes y destacados dirigentes clasistas de la UNT.
Craso error. Para decírtelo con toda la franqueza del
caso, esa definición no tiene que ver nada con la realidad. OIR no
fue un “reagrupamiento” luego de la crisis del PST ni mucho menos
lo puede ser el proyecto PRS.
Aunque es un tema
complejo trataré de hacer un esfuerzo por explicarlo de la forma más
sencilla posible, haciendo un recuento de nuestra breve historia.
Muchos compañeros intentaron que efectivamente el proyecto OIR fuera
eso, es decir un “reagrupamiento” de los militantes del PST, pero
fracasaron estrepitosamente. Esto se hizo evidente en un plenario
nacional realizado en Valencia los días 16 y 17 de agosto de 2002 y
al cual asistieron casi 150 compañeros. Luego de un intenso debate se
propuso la idea de avanzar hacia la construcción de un partido
revolucionario fundamentado en las tesis del centralismo democrático
y empezar a limar las asperezas políticas del pasado intentando hacer
un balance histórico de las causas que habían llevado a la
disgregación del PST.
El sólo mencionar el
tema de tomar las decisiones por la vía del centralismo democrático
produjo escalofrío en muchos camaradas presentes; y hablar de un
“balance histórico” reavivó escenas de debates del pasado, que
nadie en su sano juicio y sensatez estaba dispuesto a abordar. Para
los dirigentes con más vínculos con los trabajadores y el movimiento
sindical, era mucho más importante discutir sobre qué hacer frente a
la propuesta de construcción de una nueva Central de los trabajadores
o de cómo enfrentar a la burocracia sindical y toda otra serie de
cuestiones, que en apariencia eran “sindicaleras”, pero que
reflejaban el ambiente y las preocupaciones fundamentales de la masa
laboral en el momento y que eran el preanuncio de lo que se abriría
cuatro o cinco meses después al momento del paro–saboteo patronal.
A pesar de ese
fracaso, la idea de construir una nueva organización se mantuvo
latente y al año siguiente surge OIR, pero no nace alrededor de la
idea de reagrupar a los ex militantes trotskystas del PST, sino que
agrupó a un abanico amplio de compañeros entre los que se
encontraban algunos ex militantes, pero donde la inmensa mayoría se
reivindicaba chavista o independientes, que estaban convencidos que
había que construir una nueva central luego del triunfo sobre el
imperialismo y la debacle de la CTV.
Por decirlo de alguna
forma, OIR fue una divisoria de aguas, no con relación al pasado,
sino fundamentalmente con relación al proceso vivo de la lucha de
clases que exigía a los revolucionarios una respuesta contundente
frente al tema eje que se debatía en el seno del movimiento sindical:
crear o no una nueva central. Para mayor información, debo decirte
que los dos sectores que eran la mayoría absoluta en aquél plenario
de agosto de 2002 (85%), estuvieron en contra de la creación de la
nueva central, por eso no hicieron parte de OIR y por eso no están en
el proyecto del PRS. Uno de ellos, la Jornada, con fuerte presencia en
el sector petrolero evolucionó hacia la burocracia, mientras que otra
empalmó con el sector revisionista, parasitario y reformista del
agrupamiento internacional The Militant, que lidera Alan Woods.
Definitivamente, como diría un camarada nuestro, la política es obra
del Diablo.
Por eso no me cabe la
menor duda afirmar que OIR es hija legítima del proceso
revolucionario, en particular de la tarea más importante asumida por
los trabajadores: construir una nueva central. Los militantes y
cuadros de OIR se convirtieron en los mejores militantes de la
construcción de la UNT, de los nuevos sindicatos, de la construcción
de sindicatos alternativos a la burocracia, de la construcción de las
federaciones regionales y sobre todo de la lucha diaria y decidida
contra los patronos y los funcionarios de gobierno que no respetan los
derechos de los trabajadores.
Por esa política y
no por un supuesto “reagrupamiento” de cuadros fue que surgió
OIR, estableciendo sólidos nexos con el sector progresivo que rompió
con la Jornada y constituyó Opción Clasista de los Trabajadores. OIR
se acercó e hizo la experiencia común con los luchadores de Verdad
Obrera, que enfrentaban a la burocracia sindical de Machuca en Sidor.
Estableció vínculos con extraordinarios dirigentes chavistas que se
destacaban en el proceso de construcción de la UNT, e incluso con
activistas juveniles universitarios que veían en nuestra joven
organización un punto de referencia. Por lo negativa también se
demostró que OIR no era un “reagrupamiento” de cuadros
revolucionarios, ya que se produjo la primera escisión política con
compañeros agrupados en la Juventud de Izquierda Revolucionaria,
quienes se retiraron al no aceptarse su postulado de tener una
organización “pura y limpia” de todo vestigio chavista.
Es más, fue tan
amplia la política de OIR que hasta la propia Marcela Máspero fue
parte del Comité Editorial del periódico editado por la organización,
lo que da prueba concluyente que OIR nunca fue auto–proclamatorio,
sino que se esforzó por llegar y ligarse cada vez más a los sectores
susceptibles de radicalización, porque entendía y el proyecto PRS
también lo entiende así, que somos parte de un fenómeno en
el cual están confluyendo los sectores más luchadores y por ende más
afines a construir sobre bases políticas y programáticas una
herramienta política revolucionaria.
Sobre el proyecto
PRS, también debo decirte que nada tiene que ver con
“reagrupamientos” de cuadros revolucionarios. Luego de “muy
pocos” meses de experiencia común en OIR se dieron las condiciones
para realizar un Plenario Nacional Sindical del sector clasista de la
UNT, el cual se efectuó en febrero de 2005, confluyendo todos los
sectores anunciados anteriormente, incluyendo a Marcela Máspero. En
ese evento llegamos a otra gran coincidencia: potenciar la unidad
para dar la batalla contra los peligros burocráticos en la nueva
Central. Peligros que no sólo provenían de la derecha
acaudillada por Machuca y Franklyn Rondon, sino también por
dirigentes sindicales oficialista con peso en la Fuerza Bolivariana de
los Trabajadores.
En síntesis, el
curso independiente de un amplio sector de vanguardia frente a las
estructuras chavistas se acentuó. Allí hubo algo más en común, en
la mayoría de los cuadros de los distintos sectores empezó a madurar
la necesidad de la construcción de una organización política
superior a OIR. Esta coincidencia aceleró el acercamiento y los
ritmos políticos. Por esa razón y no por otra es que cinco
meses después se hace el acto conjunto de impulso a la constitución
del PRS. Llegaron todos los sectores, excluyendo a Marcela Máspero
que lastimosamente dio un giro hacia el oficialismo y rompió con
nuestros camaradas militantes de la UNT. Es decir, allí se tomó la
decisión consciente de enfrentar a la estructura sindical del
chavismo, sin tener el más mínimo resquemor por una posible
intervención del Presidente Chávez. Con ello se reafirma la
confianza de hierro que día a día se arraiga en una “amplia
base” de cuadros, que no se limitan, como insisto, a las actividades
reivindicativas, sino que también abarcan el amplísimo espectro de
la auto–organización política.
El PRS es fruto de
eso y no del deseo de auto–proclamación de Chirino, de Stalin, ni
de ninguno de los integrantes del Comité Nacional Impulsor. Es un
proceso objetivo de empalme, en la arena de la lucha de clases, lo que
produjo ese salto de calidad. Sólo la visión mezquina de algunos
“consejeros internacionales” quieren hacerle creer a los
militantes del MES y del P–SOL en Brasil, que el PRS tiene un perfil
auto–proclamatorio, porque no coincidimos con sus caracterizaciones
y tesis, sin siquiera tomarse la molestia cuando visitan Venezuela, de
acercarse a los portones de las fábricas, a participar de los
plenarios y de las asambleas de base de los trabajadores, ya que
prefieren hacer esfuerzo por acercarse a cuadros decidida y
conscientemente reformistas, que para nada les interesa construir un
partido revolucionario en la perspectiva de la lucha por el poder.
Definitivamente hay que tener el oído y el corazón pegado a la
clase, de su proceso, de su dinámica, para no terminar diciendo
estupideces que insultan la inteligencia.
No se necesita ser
visionario para concluir entonces que el proyecto PRS en poco tiempo
será sometido a nuevos desafíos, crisis, transiciones, y desarrollos
generados por la construcción y la consolidación de la Corriente
Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C–CURA), en la que
el proyecto PRS tiene una buena cantidad de acciones. La
“facilidad” con que se ha hecho el evento de la pasada semana de
constitución la C–CURA, son la prueba evidente que el proyecto PRS
no es un epifenómeno “extraño” a los trabajadores y sus
organizaciones gremiales. Está íntimamente ligada a ellos, de allí
su gran fortaleza; su desgracia te repito es la “inmadurez” política
de sus militantes, cuadros y equipos de coordinación.
Para resumir, OIR y
el PRS, no son procesos aislados de los “cuadros revolucionarios”,
sino que han estado indisolublemente ligadas al fenómeno de rebelión
anti–burocrática y de auto–organización sindical y política que
se vive entre los trabajadores organizados sindicalmente en Venezuela.
4. El Centro del
partido revolucionario o de la organización que tu consideras se debe
construir ¿debe tener como centro en el momento actual la táctica
del Frente Único Anti–imperialista?
Como en el caso de la
“base estrecha de cuadros revolucionarios de la UNT”, lo primero
que quiero hacer es tratar de ponernos de acuerdo que entendemos por
Frente Único Anti–imperialista. Desde mi punto de vista caben dos
posibilidades: la primera, que es una táctica promovida por
organizaciones revolucionarias exclusivamente en el seno de la case
obrera, de los sectores luchadores e incluso con sectores reformistas
para hacer causa común, para impulsar la lucha contra el
imperialismo; y la segunda que es un táctica mucho más amplia, con
cierto grado de organicidad y permanencia ya que se trata de un Frente,
en el que caben componentes de la burguesía nativa que por
circunstancias excepcionales estuviesen dispuestas a confrontar al
imperialismo.
Si el Frente Único
Antiimperialista, es la primera acepción, creo que coincidirías
conmigo que se trataría de una política sectárea, excluyente,
que no tiene en cuenta que bajo ciertas condiciones especiales,
sectores de la burguesía nacional pueden y están dispuestos,
coyuntural y parcialmente, a enfrentar a sus amos imperialistas. La
historia ha dado numerosos ejemplos de esa posibilidad.
Pero si la acepción
es la segunda, sería mucho más perversa, porque indicaría que es
posible que los revolucionarios en Venezuela o cualquier lugar del
planeta podemos ser parte con mayor o menor organicidad y
permanencia, de un Frente con sectores de la burguesía para la
lucha contra el imperialismo, lo cual hipotecaría nuestra
independencia política y nos convertiría en el furgón de cola de
los explotadores. La trágica historia de China de finales de la década
del 20 impulsada por Stalin y la III Internacional, son la expresión
más dramática de esa criminal táctica y política de conciliación
de clases. Espero, que esta tampoco sea esa tu interpretación del
famoso Frente Único Anti–ímperialista.
Por eso soy más dado
en hablar de la táctica de unidad de acción anti–imperialista,
que significa una política amplia y unitaria hacia todos los sectores
de la sociedad que estén dispuestos a participar por asuntos
puntuales contra el imperialismo, pero a la vez de confrontación por
inconsecuencia a la burguesía criolla ya que nunca marcharán hasta
una batalla crucial y estratégica contra sus amos; y en segundo lugar
no implica ningún grado de organicidad y permanencia que limite la
independencia política de la organización revolucionaria.
Espero, a pesar de lo esquemático, ser lo suficiente claro, con
respecto las definiciones de Frente Único Anti–Imperialista y
Unidad de Acción Anti–imperialista.
Resuelto ese asunto
vamos al otro aspecto ¿el centro de la política del proyecto PRS en
la presente fase del proceso revolucionario en Venezuela es la unidad
de acción anti–imperialista? Como mínimo te digo que tenemos
muchas dudas, no porque no queramos comprometernos o impulsar una política
de unidad de acción que incluya a sectores de la burguesía o del
gobierno de Chávez para enfrentar al imperialismo, sino porque la
situación ha basculado y hoy el centro de la confrontación ya no es
con el imperialismo.
Partimos del
presupuesto de considerar al gobierno de Chávez como independiente
frente al imperialismo y con fuertes roces en particular con el
gobierno norteamericano. Esa definición de por sí, debe darte una
idea de que nuestro presupuesto político es que el proceso
revolucionario y el propio gobierno del Presidente Chávez son una
preocupación permanente del imperialismo y por lo tanto corren
un grave peligro. Y el imperialismo no dejará de presionar,
chantajear e incluso bloquear económicamente o intervenir
militarmente a Venezuela para derrocara a Chávez y contener el
profundo ascenso revolucionario.
Por esa misma razón,
en nuestro periódicos, en las revistas, boletines o cualquier tipo de
publicación, no desmayamos en denunciar el papel y el peligro que
representa para el proceso revolucionario, la presión o la injerencia
directa del imperialismo. Buena prueba de ello lo puedes ver en las
denuncias que hacemos contra Bush, el llamamiento unitario a
participar en la movilización del 8 de marzo convocada por Chávez y
la disposición de defender, hasta con nuestra propia vida al proceso
revolucionario y el Presidente Chávez ante un eventual ataque del
imperialismo, sus aliados y sus títeres criollos. Este punto es
crucial y no lo concebimos como un asunto coyuntural.
Pero a partir de allí,
tenemos dos definiciones adicionales. La primera, es la inconsecuencia
de Chávez frente al imperialismo, lo que nos obliga, por la positiva
–dada la confianza que la población tiene en el Presidente–, a
levantar un conjunto de propuestas más de fondo, que eduquen a los
trabajadores y el pueblo, que para poder derrotar al imperialismo hay
que tener un política consecuente, en todos los ámbitos: no
capitulación a las multinacionales, denunciar las guerras y las
agresiones imperialistas, utilizar el petróleo como arma política,
el rechazo al pago de la deuda externa, la nacionalización de la
banca y el control del comercio exterior, armas para los sindicatos,
conformación de milicias obreras y populares independientes, etc. La
defensa de Chávez ante cualquier ataque imperialista y este conjunto
de demandas adicionales, es lo que concebimos como la táctica de
unidad de acción – confrontación, que muy buenos resultados políticos
nos ha dado para confluir con los chavistas honestos y consecuentes
que de verdad quieren enfrentar al imperialismo y sus agentes
criollos.
Y el segundo asunto,
es el análisis de la coyuntura política, que es básico para las
definiciones políticas y tácticas de la organización. La evaluación
que los impulsores del proyecto PRS tenemos sobre la coyuntura política,
es que los sucesivos triunfos del movimiento de masas sobre el
imperialismo y la oposición golpista en Venezuela, sumado a la
disposición del pueblo a profundizar el proceso revolucionario, hace
que por ahora, más allá de los discursos encendidos del Presidente
Chávez contra el gobierno de George Bush, hacen que lo característica
central de la situación política en Venezuela sea la confrontación
sorda e irreprimible contra la burocracia, la corrupción, contra
funcionarios ineptos, contra las estructuras políticas del chavismo,
de demanda de atención y solución a las necesidades primarias,
así todavía la gente no logre identificar que detrás toda esa
realidad exista una alta cuota de responsabilidad directa, del
Presidente Chávez.
Para contrarrestar
esa situación, no es casual que el gobierno, los partidos
“oficialistas”, el stalinismo y todo el reformismo tengan como
centro la “denuncia” permanente contra el imperialismo y a todo
momento se invoque el peligro de la invasión militar. Quienes hemos
conocido a Fidel Castro –quien tiene muchos más argumentos
anti–imperialistas por los casi 45 años de bloqueo–, sabemos los
buenos réditos que para la burocracia staliniana de la isla, le
reporta cada tanto movilizar millón o millón y medio de cubanos para
denunciar al imperialismo, pero de manera simultánea permitir la
presencia de los capitales extranjeros, especialmente de los
norteamericanos luego de las trampas de la triangulación, para
someter a la más desapiada explotación a los trabajadores cubanos,
en particular a los del sector hotelero, turístico y las zonas
especiales, con el agravante de sentar las bases para la restauración
capitalista. En Cuba como en Venezuela se ha forjado una alta
conciencia anti–imperialista, pero por desgracia, es utilizada
malignamente por direcciones nacionalistas burguesas inconsecuentes,
stalinistas o reformistas, que denuncian y denuncian al imperialismo,
pero tras bastidores o públicamente hacen cada vez más concesiones
al imperialismo y las multinacionales. O tratan de desviar la atención
de las masas, denunciando con el peligro cierto, pero no real de que
en el corto plazo se produzca la agresión militar.
El proyecto PRS ha
comprendido que la situación ha evolucionado, que hay un alto grado
de radicalidad y que especialmente en las filas de los trabajadores
organizados sindicalmente –otra vez el mismo sector–, es donde se
puede percibir con mucho más claridad nuestros planteamientos. Las
inconsecuencias anti–imperialistas del gobierno se notan más entre
los trabajadores por “razones muy sencillas”: los petroleros saben
que PDVSA tuvo ingresos multimillonarios (83 millardos de dólares),
mientras que su salario sigue siendo la miseria de 380 dólares
mensuales, a la vez que observan desconcertados cómo se amplían las
concesiones a 50 y 60 años a las multinacionales para la explotación
del gas. Cientos de miles de trabajadores han sacado como conclusión
que su salario hace cuatro años era tres veces el mínimo y hoy su
salario es equivalente al mínimo. Los empleados públicos entienden
que hace 18 meses presentaron un proyecto de contrato y aún no se
inicia la discusión. Miles de trabajadores de alcaldías y
gobernaciones hoy se preocupan de sólo pensar en reestructuraciones
administrativas; mientras que millares de trabajadores, que hasta hace
poco menos de un año reivindicaban el proyecto de cooperativas
promovidas por el Gobierno, hoy son conscientes de que son una grave
amenaza porque con ellas se garantiza la tercerización, la
flexibilización, la precarización de la mano de obra y el
clientelismo político.
Aunque no con tanta
agudeza, también en el sector campesino comienza a percibirse la
gravedad de las limitaciones del actual proceso revolucionario.
Cientos de miles de familias no cuentan con tierra, recursos, asesoría
para producir la tierra, mientras que a su lado los terratenientes
tienen millares de hectáreas inoficiosas, cuentan con ejércitos
particulares de sicarios y cuando se llega a situaciones límite de
confrontación con el gobierno, terminan siendo favorecidos por
negociaciones y acuerdos que les legitima la propiedad y la obtención
de jugosos recursos que pro supuesto nunca son utilizados para
incrementar la producción agrícola y pecuaria.
En cambio en los
sectores populares es un poco más difícil y lento este proceso y
esta es una de las explicaciones fundamentales de porqué al proyecto
PRS le cuesta más trabajo permeabilizar este sector. Los sectores
populares, barriales, parroquiales a pesar de ver las sucesivas
frustraciones que han significado políticas como las de los cultivos
hidropónicos, de las cooperativas, de los núcleos de desarrollo endógeno,
de las empresas de producción social y cuanta mercadería barata se
les ha ofrecido, siguen confiado más ciegamente de que su futuro está
en ser parte de los Comités Locales de Planificación, que su situación
económica y social mejorará porque definitivamente “PDVSA ahora es
del pueblo” o que siendo lancero de una de las tantas misiones
solventará su desempleo estructuras. Para colmo de males,
organizaciones que se reclaman como radicales, ayudan a sembrar esa
confianza ciega y hasta dicen en sus manifiestos electorales, que todo
cambiará a partir de diciembre de 2006, cuando el Presidente gane las
elecciones y pueda deslastrarse de todos los burócratas y corruptos.
Este es un tema de primer orden que también explica muchas de las
dificultades que tenemos para emparentarnos con este tipo de
organizaciones.
Como puedes ver, los
problemas más sensibles y sentidos por millones de Venezolanos, a
pesar de su alta conciencia anti–imperialista, son otros y empieza a
movilizarse de manera independiente para exigir solución a los
mismos. Hacer entonces eje en el momento actual, en la Unidad de Acción
Anti–imperialista sería como bien tu dices alejarnos cada vez más
de ese rico y explosivo sector que se radicaliza y quiere soluciones.
Sin duda alguna para
construir organización hay que tener tareas, consignas y propuestas
sobre los aspectos claves de la lucha de clases y las necesidades básicas
de la población, de tal forma que no nos desubiquemos llevándonos a
tener políticas erráticas y propagandística, como aquella que nos
quisieron vender hace cuatro o cinco años algunos consejeros
internacionales, que pronosticaron la invasión de los marines a
Colombia, lo que en consecuencia significaba ni más ni menos tener
como centro que nos dispusiéramos a disciplinarnos militarmente a las
organizaciones guerrilleras.
Por fortuna el
proyecto PRS no ha caído en la irracionalidad sectárea de considerar
que la clave de nuestra política sea salir a hacer la denuncia de la
capitulación del gobierno al imperialismo. Somos plenamente
conscientes del carácter independiente del gobierno de Venezuela con
relación al imperialismo, los roces reales de Chávez con Bush y
entendemos hasta el hastío, lo que implica la figura un poco
mitológica de Chávez y su ya mencionado movimiento sobre el
movimiento de masas. Eso lo tenemos bien claro y sabemos
que la paciencia tendrá que seguir siendo una de nuestras principales
virtudes, para mostrarle a los trabajadores y el pueblo nuestra
disposición absoluta de acompañarlos en su experiencia, pero a la
vez señalándole las inconsecuencias del gobierno, hasta que por la vía
de los hechos, como casi siempre sucede con la mayoría de los
luchadores honestos, puedan acceder a nuestros planteamientos y
organización.
De todas formas no te
preocupes por la política anti–imperialista del proyecto PRS, ya
que ella tiene un lugar privilegiado, sólo que lo hacemos con el
criterio de la unidad de acción – confrontación, que es la única
política verdaderamente revolucionaria, porque las variantes del
Frente Único Anti–imperialista llevan al sectarismo o a la
capitulación a la burguesía. Te invito a leer los documentos
presentados al Encuentro de la corriente clasista, donde insistimos
sobre este tema y tuvimos sintonía total con más de 500 dirigentes
de todos los sectores presentes.
¡Ah, se me olvidaba!
Para el oficialismo, que ya es plenamente consciente de la evolución
de la situación, no le ha quedado más remedio que comenzar a acusar
de salta–talanqueras (traidores) o pro–imperialistas a los amplios
sectores que están haciendo eje, desde agosto de 2004 para acá, en
reclamar solución a sus problemas. El proyecto PRS y en especial el
compañero Ch. no escapan de este abominable calificativo.
5.
PRS: ¡to be or not to be!
Volvamos otra vez a
filosofar: ¿Es el proyecto PRS un partido? En el sentido estricto
tradicional del término, no. No porque no pueda serlo, sino porque
quienes estamos impulsándolo somos conscientes que al ser parte de un
fenómeno nacional, tiene sus propios ritmos y dinámicas y mal haríamos
en intentar acelerar o retrasarlo, con la probabilidad de abortar el
proyecto. Pero sin serlo, hay quienes militamos con toda intensidad
para tratar de que cada vez más se asemeje a un partido y actúe como
tal, porque para llegar a construirlo hay que comenzar por algo, ya
que nada, como dicen ustedes los argentinos, evoluciona a partir del
repollo. Sólo la dialéctica nos ayuda entender porque el PRS no es y
es un partido a la vez, y mientras sea un ser vivo actuando en la
lucha de clases tendrá esa misma característica, a menos que se
convierta en una secta satánica que ni crece ni involuciona (aunque
tampoco se salvan de la explicación dialéctica).
Todos aspiramos
siempre a ser partícipes de la construcción de un partido
revolucionario socialista inserto en el movimiento de masas, con
conexiones orgánicas de representación en sectores enteros de la
clase trabajadora y preparado para dirigir a las amplias masas hacia
la lucha por el poder para avanzar hacia el socialismo, con método de
funcionamiento democrático, una moral inquebrantable y una serie de
aderezos básicos. Sin lugar a dudas es un buen sueño.
Pero lo cierto es que
ese partido con el cual aspiramos no surgirá de la noche a la mañana,
hay que comenzar a cultivarlo desde momentos especiales de la lucha de
clases, como el que estamos asistiendo y aunque aún no sea ese gran
partido con el que soñamos, no por ello deja de ser un partido. Un
ser humano es un ser humano, así tenga un año de vida o este en la
plenitud de sus 35 años de existencia. Las características pueden
variar de acuerdo a la edad, pero la esencia es la misma. Aunque en
Venezuela acostumbramos a decir jocosamente que un “chamo no es
gente”, mal haríamos en decir que un chico de cinco años no es un
ser humano, porque no ha alcanzado la plenitud de la vida. Es más,
puede ser que fallezca antes de llegar a esa edad dorada, pero sin
duda fue un ser humano.
Entonces creo que es
una entelequia la afirmación que haces, de qué solo se es partido
cuando se tiene incidencia sobre el movimiento de masas. Ese será un
estadio de su desarrollo, es decir tendrá características
especiales, pero será igual en esencia a un partido de unas cuantas
centenas de militante, o de vanguardia que agrupe a unos cuantos miles
de adherentes, e incluso de similar esencia a las de un núcleo
fundacional de un partido revolucionario socialista, si sus promotores
están de acuerdo en construir una herramienta política que sirva
para organizar a los trabajadores y el pueblo para derrotar al
imperialismo y los capitalistas, conquistar el poder e instaurar el
socialismo. Te sugiero que dejemos de lado la discusión sobre esencia
y apariencia, para que podamos abordar el tema del PRS.
Como cosa curiosa, el
proyecto PRS no tiene un programa político definido y adoptado por un
Congreso, pero si actúa a partir de una Declaración Política, en la
que se delinean no sólo las características de la organización que
nos propones construir, sino también las orientaciones políticas y tácticas
de ese partido en la presente etapa. Su funcionamiento no se basa por
ahora en el centralismo democrático, su dirección no es centralizada
y no ha sido elegida en ningún congreso; algunos compañeros se
reivindican todavía como militantes de sus grupos originarios (Voz de
los Trabajadores, Verdad Obrera, LaChispa, Verdad Obrera,), otros se
reivindican como militantes de organizaciones políticas de otros países
o como agrupamientos adscritos a algunas tendencias internacionales y
otros simplemente nos reivindicamos adherentes del proyecto PRS.
Desde la óptica
anterior, el PRS no tiene un perfil de partido definido. Pero a cambio
tenemos algo que el mejor de los partidos revolucionarios anhela
tener: respeto, confianza política y muchas coincidencias políticas
entre sus cuadros, lo que permite que más allá de cualquier
discrepancia, existe la lealtad para apoyar e implementar determinada
política, acordada por consenso o adoptada por circunstanciales mayorías.
Es decir su esencia se asemeja más a la de un partido, porque se basa
en la confianza, la lealtad, el respeto y la intervención en la lucha
de clases, que es la argamasa para la moral, el futuro centralismo
democrático y la confianza en sus incipientes estructuras de
coordinación.
Y lo más importante,
ya que tiene que ver con la dinámica, es que todos los entendemos
como un proceso abierto y por eso todos nos mantenemos ansiosos de
saber cómo evolucionará cuando lleguen más y más adherentes
provenientes de las filas de los trabajadores organizados
sindicalmente, del campesinado o de los sectores populares, a
sabiendas que la mayoría de ellos tienen su “corazoncito
chavista”. Es una pena que alguien se atreva a decir desde afuera y
sin haber vivido la más mínima experiencia, de que el PRS tiene
elementos o el perfil de una organización autoproclamada, cuando las
estadísticas dicen que sus componentes en un 95% no provienen de
ninguna organización de izquierda radical o trotskysta (como acusan
los oficialistas)
6. ¿Con qué política
y tácticas el proyecto PRS se puede construir en sectores distintos
al de los trabajadores organizados sindicalmente?
Ya te he adelantado más
arriba el elemento que hace que privilegiemos por ahora nuestra
actuación entre los trabajadores organizados sindicalmente: la
existencia de un fenómeno de rebelión y autoorganización política
que se vive en las filas de los trabajadores y sus organizaciones, su
dinámica y ritmo. Ahora quiero ahondar en un tema que para muchos
compañeros a nivel internacional viene siendo tema de preocupación y
que a cada paso nos recomiendan debe ser la razón de ser del proyecto
PRS en la presente fase del proceso revolucionario y que también
entiendo es la esencia de tus reflexiones: la necesidad de empalmar
o re–agruparse con todos aquellos que se
proponen seguir profundizando la revolución, no sólo en el sentido
de las medidas económicas, sino también desde el punto de vista de
la participación de las masas en la construcción de su propio
poder y autogobierno.
(subrayado mío).
Perdona que en esto sea directamente polémico,
y te digo con toda franqueza y sinceridad, que quienes plantean estas
tesis de una “supuesta” mayor amplitud hacia otros sectores de
vanguardia insertos en los sectores populares, nos quieren conducir a
aplicar la política más equivocada que partido revolucionario alguno
pueda tener en Venezuela, ya que es profundamente sectárea,
excluyente y terriblemente oportunista y capituladora al reformismo y
el stalinismo. Veamos en que consiste eso.
Como
analizaba más arriba, la dinámica particular que se vive en los
sectores populares (barrios y parroquias) es mucho más compleja, más
contradictoria y su dinámica más acotada, ya que a pesar de que
luchan, crean mecanismos y buscan espacios para expresarse, la
radicalidad no va de la mano con un proceso de independización frente
a las estructuras políticas del chavismo y del propio presidente Chávez,
como se vive entre los trabajadores organizados sindicalmente. Buena
parte de ellos subsisten porque hacen parte de las misiones, en su
calidad de lanceros subvencionados económicamente o están
integrados, vía cooperativas o proyectos productivos, a entidades
estatales y de gobierno, razón por demás que hace aumentar su
dependencia política y organizativa.
Como
no podía ser de otra manera, en estos sectores proliferan un sinnúmero
de nuevas y viejas organizaciones políticas que tienen programas y
plataformas comunes que les dan afinidad política: son
conscientemente nacionalistas–burgueses, patrioteros, reformistas o
pro–stalinistas, lo que quiere decir que su conciencia y sus
acciones están predeterminadas por la conciliación de clases, los métodos
burocráticos y no pretenden, ni quieren ir más allá de los
planteamientos de Chávez. Su programa es la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y su plataforma son las 10 tesis para el
salto adelante, promulgadas por Chávez a finales de 2004, las cuales
defienden a capa y espada en cada momento. A grandes rasgos es mi
definición.
No
se puede desconocer que estas organizaciones tienen peso e incluso
capacidad de movilización. Así se demostró en la marcha del 27 de
enero que pudiste presenciar en Caracas. De todas formas, ese chaleco
de fuerza reformista limita grandemente los elementos de radicalización
que no podemos desconocer existen también entre los sectores
populares y barriales. Opino seriamente que este tipo de direcciones
efectivamente se levantan como un Muro de Berlín entre los proyectos
revolucionarios y socialistas y sectores importantes de la población
que se han destacado en el proceso revolucionario por los papeles
cumplidos en abril de 2002 o durante los procesos electorales o
refrendarios.
De
allí que la orientación que Pedro Fuentes y tu proponen, no sea la
de dirigirnos y hacer eje de intervención sobre los cientos de miles
de honestos luchadores chavistas existentes en las filas de los
trabajadores organizados sindicalmente, sino de emparentarnos con
viejas o nuevas a “vanguardias” que tienen programas definidos y
que actúan decididamente para que las masas no avancen hacia la
construcción de su herramienta política independiente, se oponen a
ella y mucho menos se plantean la disputa de la dirección del
movimiento de masas y la toma de poder. Más bien se dirigen a lo que
pides tú, a la construcción de su propio poder y autogobierno,
vieja receta reformista.
Ellos
concientemente no quieren destruir el Estado capitalista porque ya
están construyendo su propio poder, no quieren enfrentar al
gobierno, porque ya tienen su propio auto–gobierno revolucionario
que no es otro que el gobierno nacionalista burgués del comandante Chávez,
al cual sólo le falta purificarlo de agentes burócratas y corruptos.
Esta visión la puedes encontrar en la reciente declaración electoral
del Movimiento 13 de Abril – Proyecto Nuestra América, aparecido en
aporrea. Chorros de tinta y de verborrea radical, para luego concluir
que después de enero de 2007 el gobierno del presidente Hugo Chávez,
se purificará y avanzaremos hacia una nueva sociedad.
Por
eso concluyo que no hay política y táctica más sectaria que
renunciar al trabajo sobre una amplia base radical de decenas de miles
de trabajadores organizados sindicalmente, anti–imperialistas,
anti–capitalistas y en proceso de independencia frente a las
estructuras del Chavismo y su máximo dirigente, para empalmar con
unos cuantos cientos de activistas militantes de organizaciones
reformistas que no creen ni les interesa el socialismo científico de
Marx, Engels y Lenin. Y lo peor del cuento, es que lo hagamos sin
ninguna discusión política y programática, sino aceptando la fórmula
de la construcción de su propio poder y de su auto–gobierno,
es decir que hagamos apología al reformismo. Definitivamente el
proyecto PRS, por ahora, no se encamina en esa dirección.
Para
nada significa que no nos queramos orientar y construir sobre franjas
del movimiento popular. Por el contrario, nuestra inserción es este
sector es prometedora, así lo pudimos ver en la reciente participación
electoral en la parroquia de Valle–Coche. Rápidamente empalmamos
con los luchadores porque cuestionamos el abstensionismo electoral y
político de las nuevas y viejas vanguardias, porque le planteamos los
problemas concretos de la gente y utilizamos el lenguaje de la gente y
no ese discurso almibarado, poético y que no conduce a acciones y
soluciones concretas para el movimiento de masas. En esos sectores
prende rápidamente la idea de empalmar con los trabajadores
organizados sindicalmente y a corto plazo, creemos que podremos estar
estructurados en ese sector por la vía del vínculo directo con la
gente y no de las vanguardias pequeño–burguesas y reformistas.
OIR
y ahora el proyecto PRS han dado muestras inequívocas de tener políticas
unitarias hacia esos sectores de Vanguardia e incluso hacia las
direcciones reformistas o provenientes de la IV República. Hasta
Marcela Máspero hizo parte del Comité de Redacción del Periódico
OIR a los Trabajadores. En el terreno de la cogestión nos acercamos
al sector de Carlos Lanz, dirigente de una de las tendencias más
importantes del M–13 e incluso avanzamos conjuntamente hacia la
propuesta de constituir una Corriente Socialista Revolucionaria, pero
que con el transcurrir de los días tenemos el inconveniente que nos
enfrentamos a sus fuertes tendencias excluyentes y anti–partido y de
una u otra forma terminan adaptándose, a pesar de ser los que más
“claridad” programática, ya que toman como referencia el método
del Programa de Transición. Con sectores del M–13, dirigentes de
nuestra organización hacen permanentemente unidad de acción y
gracias a ello existe aporrea.org, una de las más colosales
conquistas alcanzadas por los trabajadores y el pueblo. Hoy
coincidimos en la campaña contra Globovisión y estamos comenzando a
estudiar su propuesta de frente electoral. Somos una organización
seria y sabemos diferenciar entre diferencias estratégicas y
necesidad de unidad de acción para potenciar la lucha obrera y
popular.
Pero
también reconocemos que cada vez hay más distancia hacia la
necesidad de construir una herramienta política para conducir a las
masas hacia la lucha por el poder. Por eso no extraña que el
dirigente del M–13 dijera en la reunión del reagrupamiento que se
hizo en Caracas, que se sentía como “cucaracha en baile de
gallinas” y su discurso fuese una demostración palpable de su visión
reformista. Lo mismo comienza a suceder con el Frente Campesino
Ezequiel Zamora, donde corrientes pro–guevaristas, de la iglesia, de
las organizaciones insurgentes y reformistas, a pesar de su discurso
radical, comienzan a enchalecar a uno de los sectores más importantes
de la presente coyuntura política como lo es el campesinado.
No
nos alejaremos de esos sectores y “sus vanguardias”, pero nuestro
relaciones serán a través de acuerdos sobre políticas
revolucionarias, forjadas en intenso y franco debate de ideas que
permita esclarecer cuáles son las distintas opciones que se le
ofrecen a los trabajadores y el pueblo en la presente etapa del
proceso revolucionario. Esa será la única posibilidad de
contrarrestar las tendencias “seguidistas” a este tipo de
direcciones o de intentar licuar o renunciar al programa
revolucionaria para adaptarnos a ellos. Ese sería el peor servicio
que le podemos prestar a la vanguardia, a los trabajadores y el pueblo
y a la revolución.
Esta
política excluyente y adaptación a las organizaciones reformistas es
el proyecto que algunos consejistas internacionales quieren
potenciar a nivel mundial, tratando a “re–agrupar” a unos
cuantos militantes de organizaciones socialistas y/o trotskystas,
antes que empalmar con esos sectores de masas que producen
convulsiones sociales, rebeliones y revoluciones en Bolivia, Ecuador,
Brasil, Venezuela, Haití o Argentina, para solo mencionar fenómenos
políticos de América Latina. Lastimosamente esa fue la realidad del
Foro por el “reagrupamiento” que se hizo en Caracas, al que
algunos citan como ejemplar, pero que no discutió los problemas
concretos del movimiento de masas, de sus tareas, de los desafíos de
los revolucionarios, para terminar discutiendo el imperativo
organizativo y moral de “reagruparnos” todos aquellos que nos
auto–catalogamos como revolucionarios. Eventos como esos sólo
pueden terminar en lo mismo: convocatoria a nuevos foros y nuevos
seminarios “programáticos”, pero alejados de las preocupaciones
de los trabajadores e incomprendiendo los fenómenos que plantea la
lucha de clases en esta nueva etapa mundial, que tiene por característica
fundamental la caída del aparato contrarrevolucionario más colosal
que ha existido en la historia de la humanidad: el stalinismo y por
ende el cuestionamiento a todos los proyectos reformistas de viejo y
nuevo cuño, que abrió la oportunidad de construir partidos
revolucionarios arraigados entre los trabajadores y el movimiento de
masas.
Se
que esta nota ha terminado siendo agotadora y no era mi intención
perturbar o distraerte de tus actividades diarias. De todas formas
quiero reiterarte el agradecimiento por haber puesto por escrito tus
reflexiones de la visita a Venezuela, porque ello nos obliga a
responder a las honestas inquietudes de revolucionarios de
organizaciones hermanas. Cuando tengas algo de tiempo y oportunidad,
no dejes de hacerme o hacernos tus comentarios.
No
me queda más que despedirme y desearte los mejores éxitos en tus
actividades revolucionarias.
Fraternalmente,
Nelson
Gámez, 07/03/06
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