Nacionalización
extranjera
Por
Humberto Márquez
Inter
Press Service (IPS), 02/05/07
Los nuevos gobiernos
"de izquierda" en América Latina, como los de Chávez y Evo
Morales, suelen anunciar repetidas veces, medidas de nacionalización
de empresas y recursos naturales. En el caso venezolano, eso es
presentado como el "socialismo del siglo XXI". Sin embargo,
como diría algún abuelo nostálgico, "nacionalizaciones eran
las de antes". Es que, cuando se va a la "letra chica"
de los decretos... y de los acuerdos y contratos que se firman luego,
esas nacionalizaciones aparecen con límites notables. Configuran, en
verdad, renegociaciones de las relaciones entre los estados y las
grandes corporaciones extranjeras. Las recientes medidas anunciadas
por Chávez en relación a las reservas de la "faja del
Orinoco", parecen entrar también en este mecanismo, según
analiza un especialista en el tema petrolero. (SoB)
Caracas.– Críticos
de la llamada "verdadera nacionalización" de la industria
petrolera venezolana anunciada por el presidente Hugo Chávez señalan
que, en realidad, la medida es funcional a los capitales
transnacionales que impulsan el cambio de matriz energética.
"El presidente
habla hasta de invadir el corazón del imperio en la Faja, pero es una
ópera bufa, porque el Orinoco ya fue entregado a los intereses del
capital global hace más de dos años", comentó a IPS Víctor
Poleo, profesor de Economía Petrolera en la Universidad Central de
Venezuela.
Los crudos pesados de
la Faja, indicó, "básicamente sirven para convertirlos en
livianos o medianos con los cuales elaborar gasolina, o para producir
electricidad, fabricando la orimulsión, un combustible para plantas
térmicas al que Chávez renunció satisfaciendo intereses externos,
que quieren mudar la matriz energética mundial".
Venezuela tomó el
control de la producción de crudo en la sudoriental Faja del Orinoco,
en una medida presentada por el gobierno a las puertas de un complejo
petrolero de la zona, ante miles de trabajadores vestidos con camisas
y cascos rojos en la celebración el martes del Día Internacional de
los Trabajadores.
"Hemos enterrado
la apertura petrolera, que fue el intento de quitarle a los
venezolanos su riqueza más poderosa", arengó Chávez.
"Esta es la
nacionalización verdadera de nuestros recursos naturales",
agregó. Sin embargo, mantienen sus nichos en el área varias de las
grandes firmas trasnacionales del sector.
Poleo se inscribe en
la corriente que observa a las corporaciones energéticas globales
animando un cambio de la matriz mundial de consumo de los derivados de
hidrocarburos líquidos hacia otros como el carbón (con las mayores
reservas ubicadas en el hemisferio norte), el gas y hasta los
agrocombustibles.
La orimulsión
(emulsión a base de crudos pesados y agua) fue desarrollada por
Venezuela por dos décadas y se vendió a plantas termoeléctricas de
Canadá, el sudeste asiático, China, Dinamarca, Italia, Gran Bretaña
y Guatemala, pero el gobierno de Chávez clausuró el proyecto en 2005
porque, argumentó, equivalía a vender crudos a precios de carbón.
"Pero en verdad
se satisfizo el plan del gran capital global, que abortó un
competidor temprano para el carbón y el gas, y los cuales permitirán
a los grandes capitales de las industrias de energía y automotriz
mantener su hegemonía", argumentó Poleo.
El experto recordó
el aforismo de Lenin, según el cual el socialismo es todo el poder de
los soviets más electricidad, para resumir que "con la Faja se
pudo producir electricidad, que es socialista y necesita América
Latina para su desarrollo, o gasolina, la opción tomada, que es
capitalista y sirve mejor a los intereses trasnacionales".
El cambio estructural
anunciado por Chávez consiste en que la corporación estatal
Petróleos de Venezuela (Pdvsa) asume la dirección de las cuatro
asociaciones estratégicas dedicadas a producir crudo sintético,
liviano o mediano, a partir del petróleo extrapesado de la Faja, que
se presume es el mayor depósito de hidrocarburos pesados en el
planeta.
Pdvsa pasa así de
poseer un promedio de 40 por ciento de acciones a por lo menos 60 por
ciento en las asociaciones con las empresas estadounidenses ExxonMobil,
ConocoPhillips y ChevronTexaco, la francesa Total, la noruega Statoil
y la británica BP, que en conjunto producen unos 600.000 barriles (de
159 litros) diarios, la quinta parte de la producción venezolana.
Este pase de manos o
"nacionalización de la Faja" le sucede a la estatización,
por la vía de compra de acciones por parte del gobierno, de dos
compañías privadas de electricidad y de la principal de telefonía.
"Recuperamos estos activos no para fortalecer el capitalismo de
Estado sino para construir el socialismo del siglo XXI", apuntó
Chávez.
Excepto
ConocoPhillips, las demás empresas trasnacionales ya firmaron el 26
de abril un compromiso para ceder la mayoría de las acciones a PDVSA
a cambio de una compensación que se negociará en las siguientes
siete semanas, tras evaluar el valor de activos donde las
corporaciones reivindican inversiones superiores a 20.000 millones de
dólares.
A sabiendas de que
las críticas y la amenaza de demandas afectan la cotización
bursátil de las compañías, Chávez empujó la negociación de su
lado advirtiendo en el acto obrero que "las trasnacionales
violaron los contratos" y podrían ser demandadas por no
recuperar suficiente petróleo de cada yacimiento antes de dejarlo
inutilizado.
Es que en la Faja, un
territorio de 55.000 kilómetros cuadrados, puede haber 1,2 billones
de barriles de petróleos, en su gran parte extrapesados, una cantidad
equivalente a la totalidad de las reservas probadas hasta ahora en el
planeta, pero con las tecnologías conocidas hasta ahora puede
extraerse sólo un cuarto de ellas, entre 270.000 y 320.000 millones
de barriles.
La mayoría del
petróleo convencional venezolano se produce en otras provincias, en
el oriente del país, al norte de la Faja, y en el noroccidental
estado de Zulia.
La Faja es mostrada
por Chávez como el mayor depósito de crudo del planeta y la ofrece
para los programas de integración y desarrollo en América Latina, al
punto que empresas estatales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia,
Cuba y Uruguay, junto a otras de Belarús, China, Irán, Rusia y
Vietnam fueron llamadas a cuantificar reservas para luego invitarlas a
labores de exploración y explotación.
De allí que la toma
del control de las asociaciones por parte de Pdvsa fue subrayada con
un acto de masas, cambios de los cascos azules habituales por otros de
color rojo (distintivo del chavismo) en los obreros de guardia y
presencia de militares en el mítin. Mientras el presidente hablaba,
cazas Sukhoi, de fabricación rusa, hicieron pases rasantes sobre la
concentración.
En tanto, el diario
caraqueño El Nacional editorializó para recordar que durante las
primeras dos décadas de nacionalización petrolera en Venezuela (1976–1995),
Pdvsa tuvo el monopolio de la producción, refinación, comercio y
transporte.
Con la
nacionalización de este 1 de Mayo, las corporaciones trasnacionales
que son socias conservarán hasta 40 por ciento en las asociaciones de
la Faja y porcentajes diversos en otras 30 empresas mixtas, que operan
campos marginales o maduros y extraen en conjunto otros 500.000
barriles por día.
El cambio de manos
dispuesto para la Faja implica también que 4.000 trabajadores, 10 por
ciento de la fuerza laboral de esta industria, pasan a ser empleados
de Pdvsa.
"En principio no
hay problema, porque en general las actas–convenios que regían las
condiciones de trabajo en las operadoras privadas reproducían el
convenio colectivo con Pdvsa, que puede resultar incluso mejor en
algunas cláusulas", observó a IPS Félix Jiménez, secretario
general de la Federación de Trabajadores Petroleros.
Sin embargo, "en
el caso de los empleados de la llamada nómina mayor (gerentes,
ingenieros y técnicos), se pueden presentar migraciones porque han
tenido sueldos mayores a los de Pdvsa y algunos son compelidos a
aceptar las nuevas condiciones o marcharse, con riesgo de fuga de
cerebros", apuntó Jiménez.
Un caso emblemático
se registró precisamente a partir de que Venezuela abandonó sus
planes de orimulsión, pues las corporaciones Quadrise, de Canadá, y
Akzo Nobel, de Holanda, reclutaron un equipo que trabajó ese
combustible venezolano para manufacturar uno semejante que ya se
ofrece en América del Norte, con base en los bitúmenes de las arenas
canadienses de Athabasca.
|