2º
Congreso del nuevo MAS
Lanzamiento de
“Socialismo o Barbarie” como Tendencia Internacional
Socialismo
o Barbarie, periódico, 20/12/04
Los pasados 10, 11
y 12 se realizó el 2º Congreso de nuestro partido desde la
Conferencia refundacional del año 1999. El Congreso estuvo cruzado
por tres discusiones: el análisis de la actual situación y coyuntura
nacional; el desafío de avanzar en una reorganización integral del
partido y la discusión de los fundamentos del paso que estamos
comenzando a dar de constituirnos en corriente y /o tendencia
internacional.
Desde el punto de
vista político general, este último punto fue el más importante y
el de más interés entre la vanguardia. De la discusión participó
una delegación de compañeros del núcleo fundacional de SOB Bolivia,
un representante del grupo Praxis (recientemente constituido en Brasil
en el ámbito del P-SOL), así como una nutrida y muy fraternal
delegación de los compañeros de SR de la Argentina. Lamentablemente,
por razones ajenas a su voluntad no pudieron asistir compañeros del
Centro de Formación Política del Paraguay, con los cuales hemos
comenzado a establecer una relación. De estos últimos, presentamos
en esta edición un informe sobre la actual situación en ese país
enviado al Congreso.
Con más de 50
delegados y una barra permanente de unos 100 compañeros, se sesionó
a lo largo de tres días de intensa y educativa discusión política.
A continuación, presentamos las partes esenciales del cierre del
punto internacional a cargo de Roberto Sáenz.
Lecciones histórico-universales
Como
decía un compañero en el debate, históricamente las tendencias políticas
del movimiento obrero se han delimitado a partir de grandes
acontecimientos de la lucha de clases. Esto tiene que ver con sus
fundamentos más profundos. Esto es, las tendencias políticas se
definen, o se tienden a definir, alrededor de experiencias históricas
de valor universal. Es un punto fuerte de Socialismo o Barbarie
Internacional, el hecho que –por lo menos en América Latina–
seamos prácticamente la única corriente que se constituye subrayando
que hubo una experiencia histórico-universal de la clase obrera del
siglo XX que dio lugar a un determinado recorrido y frustración, y
que no hay manera de poner en pie una corriente o tendencia
marxista revolucionaria a comienzos del siglo XXI sin pasar en limpio
esa experiencia: la de los Estados obreros y sociedades no
capitalistas que llegaron a cubrir un tercio del globo.
En estas condiciones,
una cosa era desplegar la bandera de la revolución socialista a
comienzos del siglo XX, cuando esa experiencia histórica no se había
vivido, pero otra muy distinta es volver desplegarla a comienzos del
siglo XXI, cuando aparentemente la experiencia del socialismo habría
fracasado. A nuestro entender, no hay forma de pararse como marxistas
revolucionarios hoy sin pasar un escrupuloso balance de esa
experiencia histórica de la clase obrera.
En el fondo, este
abordaje no es nada original. Marx escribió páginas y páginas y
batalló en la Primera Internacional para sacar conclusiones acerca de
la dictadura del proletariado que significaba la Comuna de París. En
estas condiciones, debería ser un lugar común que los marxistas
revolucionarios pasen en limpio la experiencia extraordinaria (aunque
frustrada y burocratizada) que significaron las revoluciones obreras y
socialistas y / o anticapitalistas del siglo XX y los Estados a los
que dieron lugar.
Sin
embargo, esto no es así. En América Latina, la única corriente
militante de la tradición socialista revolucionaria y/o trotskista
que subraya ese elemento es Socialismo o Barbarie. Hasta ahora,
todas las demás corrientes importantes (PO, PSTU, MST, PTS),
pretenden ignorar esta cuestión. Este es un rasgo profundo de
sectarismo y marginalidad, porque el tema importa a todo obrero o
trabajador de avanzada.
En
estas condiciones, solamente Socialismo o Barbarie Internacional
pretende destacar este imprescindible elemento como uno de los
fundamentos de su existencia, proyecto y elaboración teórica /
programática. Esto mismo lo hemos desarrollado en extenso en el
último número de nuestra revista, que pretendemos trabajar
ampliamente entre la vanguardia del país y toda la región.
Al
mismo tiempo, hay un segundo elemento muy importante que hace la
constitución de SOB como corriente internacional. Pretendemos
constituir una corriente de compañeros militantes que tenemos el
privilegio de ser parte de una de las experiencias más avanzadas
de la vanguardia actual a nivel internacional: es el caso del
Argentinazo, del Octubre boliviano, y a otro nivel, del Brasil. No
son solamente los elementos de carácter teórico-programático más
generales los que hacen a nuestras bases constitutivas. Pretendemos
expresar también las enseñanzas y conclusiones que va dejando la
experiencia militante real en estas rebeliones populares, procesos
revolucionarios y de recomposición de los trabajadores abiertos en la
región en los últimos años.
Esos dos elementos,
la elaboración teórico-programática sobre el balance de las
revoluciones del siglo pasado y la experiencia al calor de procesos
como los de Argentina, Bolivia o Brasil, son los que hacen hoy a los
fundamentos para constituirnos en tendencia internacional.
En este contexto
precisamos nuestra lucha y perspectiva: batallamos por relanzar la
lucha por la revolución socialista, por la reapertura, a comienzos
del siglo XXI, de la actualidad de la revolución propiamente obrera y
socialista, distinguiéndola de las revoluciones democráticas,
antiimperialistas y anticapitalistas, pero no obreras ni socialistas,
de la segunda mitad del siglo pasado.
Un nuevo ciclo de la
lucha de clases
Desde la última década
del siglo XX la lucha de clases mundial esta recorriendo un nuevo
ciclo histórico. En el fondo es secundario si este ciclo se abrió en
el 89 o en Seattle. No hay que perder de vista que se venía de una
tremenda derrota anterior que fue una doble derrota: física y político-
ideológica.
Una derrota objetiva
en los 70, física, con masacres en América Latina, con la derrota
del proceso del Cordobazo, de Bolivia, de Chile, de Uruguay, con
masacres, con el Estadio Nacional de Chile, con 30.000 desaparecidos
en Argentina, con derrotas en Europa de la revolución portuguesa, de
la Thatcher en Inglaterra, del Mayo francés, de la Italia caliente,
etc. Derrotas que han dejado su herencia.
Pero
a comienzos del siglo XXI esa derrota se empieza a revertir. Es
un hecho que la herencia de esa derrota es muy grande: fue la que
posibilitó que se apliquen los planes neoliberales y la mundialización.
Y esa herencia estructural pesa hoy en la lucha de clases, en
condiciones de la tremenda división de la clase trabajadora entre
ocupados y desocupados, al interior mismo de los ocupados, etc.
Sin
embargo, aun con todos estos problemas estructurales, el signo político
de la lucha de clases es distinto, ha cambiado: no es ese período
de las décadas de los 80 y 90 cuando se imponían gravísimas
derrotas como de los controladores aéreos en EEUU (con Reagan) o la
derrota de la huelga minera en el 85 en Inglaterra.
De esta gran derrota
subsisten sus efectos: la herencia material e ideológica de esas
derrotas tiene su peso. Por ejemplo, en Bolivia hay que tener una
estrategia de clase, pero hay que adecuarla a la realidad actual. El
indigenismo se apoya en la tremenda derrota del proletariado minero,
pero al mismo tiempo no habla de que hay 150.000 trabajadores
asalariados en El Alto. Y que cuando desfilan los trabajadores
textiles de Amatex, se comprueba que son todos obreros jóvenes de
la ciudad de El Alto, que tiene la segunda radicación industrial y
productiva del país junto con Santa Cruz de la Sierra. Es decir
que estas corrientes de moda no dicen que los pobladores del Alto han
dejado de ser indígenas y han pasado a ser habitantes de las ciudades
y en parte importante asalariados. Se los interpela sólo como indígenas
y no como trabajadores. Esta realidad es producto de que aún pesa esa
derrota anterior, y al mismo tiempo habla de las condiciones en las
cuales se forja una nueva clase trabajadora a comienzos del nuevo
siglo, tanto en el Cono Sur latinoamericano como en otras regiones del
mundo como Asia-Pacífico, etc.
El
segundo elemento de retroceso o derrota anterior que no se puede
perder de vista es que la restauración capitalista para nosotros se
montó en una derrota anterior. O sea, hay un redoble de la
derrota económico-social de la clase trabajadora en los países del
Este, pero está el hecho de que hubo una gran derrota anterior, la más
importante, que es el hecho de que la clase obrera en esos países
o nunca habían tenido el poder o lo perdió.
¿Qué
es lo que ocurre? Que con la caída del muro de Berlín se pone sobre
la mesa una crisis de alternativa pero de un fetiche, porque lo que
había, los supuestos “Estados obreros” no eran tales, no eran
una verdadera alternativa. Y el hecho de la caída del
estalinismo, materialmente, aunque no haya tenido efectos positivos
inmediatos, apunta a desbloquear la perspectiva socialista auténtica
como hecho objetivo. Algunas de cuyas consecuencias positivas ya se
comienzan a sentir: los elementos de democracia de bases y
autoorganización que se presentan en varios procesos.
Entonces,
no como realidad todavía, porque a la derrota anterior en los países
del Este se le sumó una nueva derrota, la restauración del
capitalismo, y la situación general de los trabajadores en muchos
sentidos empeoró aún más. Pero respecto de la derrota anterior, con
la caída del Muro se ha producido (a mediano plazo) una situación de
desbloqueo de la perspectiva socialista auténtica. Para el análisis
de estos hechos, nosotros hemos partido de valorar que desde la década
del 30 la clase obrera rusa había dejado de ser la clase dominante
en la URSS. O sea, la clase trabajadora ya había sufrido una gran
derrota anterior, una derrota terrible, física.
Insistimos
en que esa derrota de los 30 fue física, material. Porque
algunas corrientes hablan de la contradicción de cómo la pérdida
del Estado obrero no fue una derrota física, pero sí lo fue. No en
los 90 sino antes, con millones de muertos, con toda la vanguardia
bolchevique eliminada, con Trotsky asesinado, con campos de
concentración, todo
lo que ocurrió en los 30 bajo Stalin cuando se liquidó el primer
Estado obrero de la historia.
El marxismo
revolucionario en el siglo XXI
En
las condiciones del nuevo siglo, hay una dialéctica de motivos clásicos
y renovadores. No es todo nuevo. Porque en la tradición del
movimiento obrero hay cuestiones que tienen una vigencia descomunal,
que son tradiciones históricas y que trascienden los ciclos históricos:
hacen a lo connatural de la pelea entre obreros y patrones, entre
obreros y capitalistas.
En
lo que hace a nuestra tradición, nos referenciamos en Marx y Engels
en lo que hace a los fundadores del marxismo. Y en Trotsky, Rosa
Luxemburgo y Lenin, en tanto que la tradición del marxismo
revolucionario y militante. ¿Por qué? Porque estos últimos son
los que llegaron a lo más alto de la experiencia revolucionaria.
Y desde ese punto de vista, su elaboración y su punto de vista es superior.
Porque no hubo otra experiencia que haya llegado más alto y más
lejos en la vía de la revolución socialista. Incluso en nuestro caso
y de las corrientes del trotskismo hoy, está claro que la elaboración
se hace más rica cuando se viven o expresan procesos más ricos. Si
no, la elaboración es más abstracta, más unilateral, más pobre.
Esto es obvio.
Entonces,
lo más alto que llegó el movimiento revolucionario es lo clásico,
porque eso no se supera con un acto de voluntad intelectual, se
supera como parte de una experiencia viva de carne y sangre de la
lucha de clases.
Al
mismo tiempo, el elemento renovador viene de que es un hecho que la
lucha de clases continuó, hubo una serie de décadas con un sinnúmero
de procesos estratégicos para la clase obrera y los revolucionarios,
que ni Lenin ni Trotsky ni Rosa vivieron. Y es una tarea
imprescindible de los revolucionarios marxistas de hoy pasar en limpio
y dar cuenta de ello, cosa que no es común entre las corrientes
actuales.
Se trata entonces de
una pelea en dos frentes: contra el “revisionismo” superficial, el
“autonomismo” y las corrientes liquidacionistas que tiran
todo lo adquirido por la borda, y contra los “ortodoxos” que
recitan el Programa de Transición como un dogma.
Un camino de doble vía
Por último, hay que
comprender el carácter constructivo de la actividad
internacional en este período, y de la actividad de vanguardia. A
nivel de la juventud hay que ser conscientes y ser sensibles de que la
tarea internacional tiene un plano constructivo: ahí está el caso
de Bolivia, de Brasil e incluso podría ser el de Paraguay.
Por
las características iniciales del ciclo histórico y de la
perspectiva de reconfiguración de las corrientes, está a la orden
del día la lucha de tendencias. Y de ganar sectores entre la
juventud (sobre todo estudiantil) y de la vanguardia obrera para
construir núcleos fundacionales de propaganda y/o de vanguardia.
Desde
ese punto de vista, y aunque seamos un partido y una tendencia
internacional muy pequeña, las perspectivas de construcción de núcleos
que sean parte integrante de la corriente en distintos países parecen
estar muy abiertas, más allá de que sea una tarea nada fácil y que
va a llevar evidentemente su tiempo.
Efectivamente
es una contradicción tremenda que seamos un partido y una tendencia
relativamente tan pequeños, y al mismo tiempo no poder decir
‘gracias, no fumo’. Hay que proyectar nuestra experiencia a nivel
internacional, las conclusiones que tenemos, las experiencias
militantes que ya estamos comenzando a realizar en Brasil dentro del
PSOL, en Bolivia al interior de la UMSA, etc.
En
estas condiciones, nuestra perspectiva de constitución de una
corriente internacional la asumimos como un camino de doble vía:
luchamos mucho para dar este paso de fundar una tendencia política
internacional; pero no somos unos estúpidos que perdamos de vista las
proporciones de las cosas: pretendemos constituir una corriente no
autoproclamatoria. Somos conscientes de que este es un pequeñísimo
paso constructivo. Y que hay que utilizar la herramienta de Socialismo
o Barbarie Internacional para pelear por un cuadro de
reagrupamiento internacional superior.
Por un lado, abiertos
a la constitución de la propia SOB Internacional con núcleos o compañeros
que provengan de otras corrientes o partidos del trotskismo. Este puede
ser hoy el caso de los compañeros de SR, con quienes comenzamos a
recorrer valiosos pasos en común. En las próximas semanas viajaremos
con una delegación conjunta al Foro Social Mundial en Porto Alegre,
donde plantearemos la necesidad de hacer una Conferencia Mundial
abierta de las corrientes que se consideran del marxismo
revolucionario. Pero también apostando a poner a disposición a la
propia tendencia internacional en la pelea por un reagrupamiento
mayor de corrientes y tendencias del marxismo revolucionario a
nivel mundial, en la perspectiva de una verdadera internacional
revolucionaria.
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