Golpe
de estado en Washington
Rendición
silenciosa en Norteamérica y el mundo
Por
Andre Gunder Frank (*)
Memoria,
revista mensual de política y cultura, N° 185, México, julio 2004
Desconfíe
de las teorías conspirativas, preocúpese de las conspiraciones
reales y esté atento cuando se apropian del poder.
Esto
ha sucedido en Washington y sus instigadores están siguiendo una política
de hechos consumados que atrae todavía a más gente a embarcarse en
ella. Sin embargo, Pat Buchanan ha dicho que esta política ya ha
ofendido a gran parte del público americano.
La
administración Bush ha dado un golpe de Estado real y aparentemente
ha conseguido la aceptación tácita de Estados Unidos y del mundo.
Aun Hitler y Mussolini llegaron al poder por caminos electorales y
Stalin y los dictadores de América Latina debieron recurrir a la
violencia para realizar sus golpes de Estado. Bush y su pequeña
camarilla no precisó de nada de esto para establecerse en el poder.
Desde entonces, repetidamente y groseramente ha violado su juramento
al tomar el cargo, de “preservar, proteger y defender la Constitución
de Estados Unidos”.
El
golpe
Para
comenzar, el ascenso de Bush a la presidencia fue una violación a la
Constitución. No es porque haya recibido una minoría de votos
populares, ya que la Constitución establece la elección de
presidente por un colegio electoral, sino porque Bush recibió el voto
del colegio electoral mediante el fraude, pues perdió el voto popular
decisivo y con ello el voto del colegio electoral de Florida. Su
hermano Jeb, como gobernador de Florida, con la ayuda de la señora
Harris, como secretaria de Estado, primero privaron a cientos de miles
de votantes negros, presumiblemente demócratas, de su voto mediante
la incineración, la intimidación y otros medios.
La
mafia cubana republicana envió físicamente a sus escuadras
terroristas a impedir un recuento en Broward County. La señora Harris
hizo todo lo que pudo, que era mucho, para interferir en el recuento
de votos en otros condados de Florida. Los supuestos recuentos que se
hicieron fueron una farsa. Ellos solamente recontaron votos que no
fueron contados en el primer escrutinio por votantes que habían sido
incapaces de agujerear completamente las plantillas de votos sin dejar
los infames pedacitos colgando.
Más
importante todavía fue la decisión que repiten los periódicos de no
contar nunca los votos que habían sido para los demócratas, sino que
se descontaron, ya que los votantes equivocadamente pincharon un
segundo agujero en un voto que confundía, hasta el punto que el
tercer candidato, Pat Buchanan, declaraba públicamente que estos
votos duplicados en condados densamente judíos o demócratas, no eran
seguramente para él, sino para el candidato del Partido Demócrata.
Estos votos, o siquiera la mitad de ellos (si se distribuían entre
los otros candidatos), habrían dado una mayoría decisiva del voto
popular y, con eso, los votos del colegio electoral en Florida a los
demócratas. Sin embargo nunca fueron contados o recontados para los
demócratas.
Al
fin, Bush no fue electo, sino selecto en la Corte Suprema por el voto
político vacilante del juez Kennedy. El voto del juez Scallia ya
estaba en la bolsa y tenía dos hijos que trabajaron en la campaña de
Bush. La apelación a la Corte Suprema basada en la enmienda 14, que
garantiza el debido proceso legal, fue irónicamente sesgado, pues se
aplicó selectivamente sin el debido proceso para aplastar el voto
popular en Florida, pero los mismos procedimientos de proceso debido
no se aplicaron a votos discutidos en otros estados. Esto, en sí
mismo, ya era un coup d'etat de facto.
Entonces,
varios miembros de la Cámara de Representantes llamaron a recusar al
colegio electoral bajo las disposiciones constitucionales que permiten
al Congreso hacerlo, si tiene el apoyo de al menos un miembro de ambas
cámaras, pero no pudieron encontrar ni un solo senador, que pudiera
hacer efectiva esta recusación. En otras palabras, el Congreso
simplemente tuvo que inclinarse ante este asalto del poder mediante un
coup d'etat de parte de la administración Bush que estaba dándose
con el apoyo de la Corte Suprema y en clara violación de la
Constitución.
Este
fue el comienzo de la violación de la separación de poderes y del
sistema de equilibrio constitucional. Desde entonces, la administración
Bush ha conducido estas violaciones a extremos no conocidos en la
historia de EU. Ni el presidente Lincoln en la Guerra Civil ni el
presidente Roosevelt en la Segunda Guerra ni en intentos previos por
tumbar a la Corte Suprema, nunca tanto poder se había apropiado y
concentrado en la Poder Ejecutivo, marginando al Legislativo y
Judicial.
Estemos
alertas frente a las teorías conspirativas, pero enterémonos que fue
realmente el vicepresidente electo Dick Cheney quien amasó la
administración Bush, seleccionando a quien poner en las posiciones de
poder adecuadas, especialmente en los asuntos relacionados con la
defensa.
Estemos
alertas frente al PNAC, el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano, que
ya estaba negociándose en Washington con sus planes para una “Pax
Americana” en 1992, 1997 y 2000, entre otras fechas notables.
El
PNAC produjo un largo informe en septiembre del 2000, titulado
Rebuilding America's Defenses: Strategy, Forces and Resources for a
New Century. Su declaración de principios hace un llamado a un
aumento masivo del poder militar, a la dominación militar por parte
de EU en Eurasia, para prevenir el surgimiento de poderes hostiles, y
la acción militar preemptiva (y no sólo preventiva) contra Estados
sospechosos de desarrollar armas de destrucción masiva. Las
prescripciones del PNAC han sido convertidas en la política oficial
norteamericana y en la praxis de la administración Bush.
Los
miembros fundadores del PNAC y firmantes de sus declaraciones incluyen
al mismo Cheney; a Lewis Libby, el máximo asesor en materia de
seguridad de Cheney, actualmente vicepresidente de su staff; a Donald
Rumfsfeld, también miembro fundador, actualmente Secretario de la
Defensa; a Paul Wolfowitz, actualmente subsecretario de la Defensa e
ideólogo del grupo; a Elliot Abrams, perdonado por Bush padre en el
escándalo Irán-Contra y actualmente miembro del Consejo de Seguridad
Nacional; a John Bolton, subsecretario de Control de Armas y de
Seguridad Internacional; a Richard Perle, el halcón más comunicativo
en la administración Reagan que aboga por el hundimiento de Naciones
Unidas, luego presidente del poderoso Defense Policy Board, que fue
obligado a renunciar de sus posiciones por un escandaloso conflicto de
intereses; a Randy Scheunemann, presidente del Comité por la Liberación
de Iraq, que fue ayudante de Trent Lott en materias de seguridad y que
sirvió como consejero de Rumsfeld sobre Iraq en 2001; a Bruce Jackson,
ahora presidente del PNAC y antiguo vicepresidente de la manufacturera
de armas Lockheed-Martin, que encabezó el Comité de Seguridad
Nacional de la Plataforma del Partido Republicano –desde donde hizo
un llamado, como lo había estado haciendo Wolfowitz por algunos años–
para remover a Saddam Hussein; a William Kristol, escritor del Weekley
Standard, una revista de propiedad de Ruppert Murdoch y de los
halcones extremos de la Fox News Network; a Norman Podhoretz, editor
del derechista Commentary; y otros como Robert Kaplan y Douglas Feith.
El
grupo central del PNAC ahora ocupa las más altas posiciones en las
esferas de poder en el Pentágono y domina en la Casa Blanca. También
han ubicado a uno de su grupo en el Departamento de Estado para
vigilar a Collin Powell, que es el único jugador en política
exterior que no es miembro de este santísimo círculo interior.
Wolfowitz
proporciona una interesante luz lateral. Perle y Feith también fueron
a Israel a servir como consejeros del partido del primer ministro
Ariel Sharon, para quien diseñaron un plan de batalla contra los
palestinos. Detrás está la extraña política de alianzas en
concubinato de dos de los más poderosas camarillas de cabildeo en EU:
el sionismo organizado y el fundamentalismo cristiano. Por si acaso,
también participa allí la mafia cubana.
Otra
cuestión a considerar es alguna de las conexiones de esta misma gente
con el sector privado. Dos ejemplos pudieran bastar para dar una idea
general. Cheney era presidente de Halliburton Inc., que a su vez es
propietaria de Brown&Root y de otros contratistas habituales del
Departamento de Defensa para construcciones y grandes proyectos
petroleros alrededor del mundo. A una de estas compañías se otorgó
un contrato por un billón de dólares para reconstruir los campos de
petróleos de Iraq en caso de que fueran dañados por la guerra. Otra,
en la que el actual “primer Ministro” de Afganistán fue un
director, está adelante en la línea para construir las cañerías de
gas y petróleo a través de Afganistán, Asia Central y el Océano Índico.
La familia Bush y el propio George W. Bush desde hace tiempo tienen
negocios con Carlyle Group, que también representa a la familia Bin
Laden, incluido Osama, con quien han mantenido también relaciones
directas.
La
Casa Blanca y el Poder Ejecutivo generalmente han hecho uso de sus
plenos poderes para servir a sus aliados económicos y políticos.
Aquellos que hicieron las más grandes contribuciones a la campaña
han sido generosamente premiados con gratuidades y regulaciones o, más
bien, liberación de regulaciones. La administración Bush ha expedido
al menos 200 órdenes ejecutivas para dejar de lado normatividades
establecidas por gobiernos previos, aun republicanos, para proteger el
ambiente, la salud pública y la seguridad. Una orden ejecutiva tiene
ahora un significado completamente diferente. Los intereses especiales
escriben una orden que pasan al presidente para su firma y, en la
mayoría de las veces, sin saber lo que hace, ésta las convierte en
órdenes ejecutivas.
El
Pentágono ha pedido a la Casa Blanca que lo exima de reglas de
protección ambiental que estorban su disposición a gastar municiones
y otro equipo que interfieren en la “seguridad nacional”.
Deliberadamente, el presidente nombró como secretario del Interior a
una persona conocida por sus lazos con las industrias de la madera y
del petróleo, para cuya explotación ellas buscan abrir miles de
acres de tierras federales, así como la Alaska Wilderness para la
construcción de nuevas cañerías, todo, por supuesto, en interés de
la “seguridad nacional”.
El
bill of rights y la Constitución
Algo
más serio todavía, la administración Bush ha desgarrado la
Declaración de Derechos, derogado la Constitución y hasta ha violado
la antigua Ley de Habeas Hábeas, que prohíbe la detención y la
retención de cualquier persona contra su voluntad o sin el debido
proceso de ley.
En
otra parte del Ejecutivo, el presidente Bush nombró y dio todo su
apoyo al Fiscal General John Ashcroft, que ya era conocido por sus
inclinaciones racistas y autoritarias. Aunque muchos senadores tenían
dudas acerca de su nombramiento, de todos modos el senado lo ratificó.
Desde
entonces, Ashcroft y su estado mayor han convertido diversas ramas del
Departamento de Justicia en las de un estado policial. El Ejecutivo ha
alentado y permitido al Fiscal General y a la rama Judicial del
Departamento de Justicia violar el Bill of Rights y la Constitución
en múltiples casos. Por ejemplo, el gobierno de EU ya reclama el
derecho a monitorear todos los correos electrónicos, escuchar
clandestinamente las conversaciones telefónicas sin permiso judicial
específico.
La
administración Bush trajo de regreso al gobierno al almirante
Pointdexter, tras su participación en el escándalo Irán-Contra y
por mentir al Congreso. Su nueva misión es un proyecto llamado Total
Information Awarness (TIA) para desarrollar computadoras para
monitorear “vastas cantidades de datos generados por los civiles de
EU en su vida diaria: notas académicas, recibos ATM, recetas médicas,
llamadas telefónicas, licencias de conducir, pasajes de avión,
permisos de parqueo, pagos hipotecarios, información bancaria, e-mails,
visitas a internet y uso de tarjetas de crédito” (The Guardian, 23
de noviembre de 2002).
Para
criticar todo esto y la Patriot Act, sólo se levantó una voz en la Cámara
de Representantes, Dennis J. Kucinich (D-Ohio), que preguntó: “¿Cómo
podemos justificar la cancelación en efecto de la Primera Enmienda y
del derecho a la libre expresión, el derecho a reunirnos pacíficamente?,
¿la Cuarta Enmienda, probable causa, la prohibición contra
investigaciones irrazonables o detención arbitraria?, ¿la Quinta
Enmienda, al anular el debido proceso y al permitir el encarcelamiento
infinito sin juicio?, ¿la Sexta Enmienda, el derecho a un juicio
pronto y público?, ¿la Octava Enmienda, que protege contra castigos
crueles y arbitrarios?”. La Enmienda Catorce, que garantiza el
debido proceso de ley, está siendo violada todos los días.
Y
¿la justicia para todos?
La
Constitución hace que todos los derechos que garantiza sean
extensivos para todos en EU, pero el Fiscal General ha declarado que
los no nacionales no merecen la protección de la Constitución. No
sabemos todavía qué pérdida significa esto, ya que el Departamento
de Justicia y su servicio de Inmigración y Naturalización (INS)
también han propuesto despojar a naturalizados y hasta a ciudadanos
nacidos en EU de su ciudadanía, en clara violación de la Constitución.
Aun aquellos que permanecen como nacionales americanos están bajo
constante amenaza que sus derechos sean violados sin el debido proceso
bajo la Enmienda Catorce o de ser detenidos en violación al Habeas Hábeas.
Se niega a ellos representación legal y juicio en tribunales civiles,
como lo provee la Constitución. En particular, cientos de miles de
americanos residentes y de ciudadanos de ascendencia árabe o por
rasgos que les hace pensar a agentes individuales del Departamento de
Justicia o a la percepción racial de la policía, de que se trata de
árabes o musulmanes, o quizá otra cosa, son llevados a
interrogatorios. Cuando aparecen en Los Ángeles, son detenidos sin
cargos. Ellos viven en el miedo constante a los infames golpeteos de
puertas a las 3 de la mañana, que hizo infames a la gestapo de Hitler
y a la GPU de Stalin. Es así si todavía son favorecidos por el golpe
en la puerta antes de una ráfaga de ametralladora o el disparar
primero y preguntar después, cosa que también ha ocurrido.
Hasta
ahora, según se sabe, más de 700 personas han sido mantenidas en
detención desde septiembre de 2001, aun cuando pudiera haber muchas más,
ya que nadie sabe o dice dónde están, quiénes son o de qué se les
acusa. De ellos, sólo una docena ha sido acusada de algo. Los otros
permanecen fuera de la vista –y fuera de la mente–, excepto para
sus familias a las que no se permite recurrir a ninguna representación
legal segura. Eso pasa con los inocentes prisioneros afganos arrojados
encadenados en Guantánamo, en donde no se da cuenta de nadie, y de
los incontables que aún están detenidos en horribles condiciones en
Afganistán. ¿Cómo es esto que no haya ninguna protesta pública? La
Associated Press del 18 de junio de 2003 señala que “los nombres de
los detenidos del 11/9 pueden mantenerse en secreto, dictaminó la
Corte”, mientras “el Fiscal General John Ashcroft elogió el
dictamen (en el que)... por primera vez en la historia de EU, una
corte ha aprobado los arrestos secretos”.
Por
otro lado, el mismo Ejecutivo ha despojado al Judicial de poderes y a
los ciudadanos de la protección judicial, al transferir poderes de la
rama judicial a la propia. Quizá la punta de iceberg más visible de
este proceso es la declaración de la administración Bush y del Pentágono
de que conducirá normalmente juicios civiles ante tribunales
militares que operan bajo reglas de Corte Marcial y otros
procedimientos de la “justicia” militar que pueden ordenar penas
de muerte sin apelación. Todavía más, los acusados no saben dónde
encontrar ni pueden elegir consejería legal y sus conversaciones con
quien sea son vigiladas por las autoridades.
El
prestigioso y muy conservador publicista William Saffire se refiere a
éstas como “tribunales canguros” y observa que ya la rama
judicial y el jurado independiente no se levantan entre el gobierno y
el acusado. En lugar de esos sistemas de vigilancia y equilibrio de
nuestro sistema legal, ahora el no-ciudadano enfrenta un ejecutivo que
es investigador, fiscal, juez, jurado, carcelero o verdugo. En un giro
orwelliano, el orden de Bush llama a esta abominación de estilo soviético
“un juicio pleno y justo”.
La
tierra de los libres
John
Ashcroft también ha dado instrucciones al Departamento de Justicia
para resistir hasta donde sea posible la entrega de documentos bajo la
Freedom Act. El mismo Ejecutivo ha restringido severamente la clase y
el número de documentos que emanan de él y que está preparado para
hacer públicos. En otras palabras, la transparencia y, con eso, el
control o aun la crítica de estos poderes en constante expansión y
de su uso por el Poder Ejecutivo, están siendo severamente
restringidos. Por otro lado, el Poder Ejecutivo ha multiplicado sus
propios accesos a la información. Durante el debate congresal sobre
la Patriot Act de John Ashcroft , una nota de información de la
American Civil Liberties Union sobre los asaltos del proyecto al Bill
of Rights se revelaba en la sección 215 del Acta , que decía a la
letra: “Se garantiza a los agentes del FBI a través del país plena
autoridad para obtener una orden de la corte del FISA (Foreign
Intelligence Surveillance Act)... para requerir a cualquier persona o
empresa a presentar cualquier libro, grabación, documentos u otros
items.” Esto incluye a librerías y bibliotecas públicas que estarían
obligadas a divulgar qué está leyendo quién. Ahora esta es la ley.
¡Qué
lástima! El Congreso ha sido intimidado para la aceptación pasiva de
virtualmente todo lo que proponga el Ejecutivo. Aprobó La Patriot Act,
que restringe severamente las libertades civiles, prácticamente sin
ni siquiera leerla. La propuesta de una Patriot Act 2 todavía no ha
sido sometida al Congreso para estudio aun cuando hay una versión que
se ha filtrado por la prensa y que sugiere que ésta viene a proponer
más de un estado policial que la primera. Cuando el líder de la
mayoría demócrata en el Senado voceó sólo unas pequeñas dudas
acerca de las movidas militares de Bush, fue inmediatamente reprimido
por su contraparte Lott, el líder de la mayoría republicana, pues
“¿Cómo se atrevía a criticar al presidente en tiempos de
guerra?” Ambos fueron obligados a renunciar poco después, pero por
escándalos que no tenían que ver con éste.
Todavía
más, el Ejecutivo ha sido más que sigiloso acerca de los sucesos y
circunstancias del 11 de septiembre de 2001 y el Congreso no ha
lanzado por su cuenta ninguna investigación seria. Ni aun ha habido
cualquier investigación pública para aclarar esos fracasos de la
Fuerza Aérea o de la Guardia Nacional para escudriñar en la confusión
de la aviación de guerra, en investigar a aviones comerciales que
iban fuera de vía. Estas son rutinas estándard en procedimientos de
operación, pero fueron suspendidas o no puestas en operación durante
los 90 minutos que transcurrieron entre el primer impacto en las
torres del World Trade Center y el del Pentágono, esto si el Pentágono
fue dañado por un avión, lo que viene cuestionándose muy
seriamente, porque ninguna evidencia se ha hecho pública de que haya
sido alcanzado por un avión y no por un misil, como algunos alegan.
El gobierno ni siquiera ha dado cuenta de sus avisos y de haber hecho
a un lado las muchas advertencias de agencias de inteligencia entre
sus aliados en Pakistán, Rusia, Alemania, Francia, Israel. En otras
palabras, las mismas circunstancias que reclaman todas estas
respuestas domésticas y extranjeras por parte de la administración
Bush están envueltas en el velo del secreto autoimpuesto más
completo.
La
violación de las provisiones constitucionales sobre la división de
poderes es particularmente flagrante con respecto a los poderes
reservados al Legislativo y a la prohibición constitucional contra la
acción militar en asuntos civiles domésticos.
Bush
también desconoció la disposición constitucional de que sólo el
Congreso podía declarar la guerra, y violó la War Powers Act de
1976, que aprobó el Congreso para regular esa norma constitucional
después de que fue violada tan manifiestamente en la guerra de
Vietnam. La administración Bush derogó de facto la Posse Comitatus
Act de 1878, que prohibía la participación militar para apoyar a la
ley civil, y violó la norma general constitucional contra la acción
militar en asuntos domésticos. La administración Bush ha movilizado
visiblemente a las fuerzas armadas y a la Guardia Nacional en todos
los aeropuertos de EU y en todo lugar y el Pentágono está diseñando
planes para su intervención en incontables asuntos domésticos.
Queda
para la razón establecer que las ametralladoras que totalizan la
presencia militar en las áreas de pasajeros de los aeropuertos no han
agregado ni una jota a la seguridad, sino que sólo sirven para
aterrorizar al público y llevarlo a una ciega y pasiva aceptación de
la violación de sus derechos civiles allí y en todas partes. Hasta
el gobierno ha declarado repetidas veces que cualquier otro ataque
terrorista en EU no será un calco del 11 de septiembre de 2001, sino
que tomará diferentes formas antes las que esta presencia militar no
ofrecerá defensa. Por supuesto, no fue capaz de prevenir ni siquiera
ése del 11 de septiembre. El pretexto de que el país está en guerra
está siendo usado como cobertura para el terror gubernamental de EU
hacia sus propios en casa y afuera y el país está siendo
militarizado como nunca antes, ni siquiera en tiempos de guerra.
El
Pentágono está extendiendo sus acciones en los asuntos civiles
norteamericanos todavía más, estableciendo una nueva oficina bajo el
subsecretario de la Defensa para la Seguridad Interna (Homeland
Security), que creó un comando del Norte para coordinar la respuesta
militar a las amenazas domésticas. El Pentágono también tiene un
nuevo subsecretario de Inteligencia, Stephen Cambone, que dice que las
agencias existentes continuarán con su labor, pero que su unidad
asegurará que ellas estén cumpliendo con las prioridades y
necesidades de inteligencia puestas por el Pentágono, también en
casa (Boston Globe, 8 de junio de 2003).
Pax
americana
El
Pentágono también está expandiéndose hacia lugares de ultramar y
en roles previamente no imaginados. Actualmente, hay sobre 100 bases
militares de EU alrededor del mundo y operaciones militares en curso
en Iraq, Afganistán, el Cuerno de África, Colombia, la ex
Yugoeslavia, Corea del Sur, las Filipinas, y en antiguas repúblicas
de la ex URSS, tales como Georgia. Los últimos detalles, descubiertos
por el Wall Street Journal el 10 de junio, incluye planes para
aumentar las fuerzas de EU en Djibuti, en el Cuerno de África a través
del Mar Rojo, Yemen, estableciendo bases semipermanentes “de
avanzada” en Argelia, Marruecos y posiblemente en Túnez, y pequeñas
estructuras en Senegal, Ghana y Mali, que puden ser usadas para
intervenir en los países ricos en petróleo del África del Oeste,
particularmente Nigeria. Bases similares –o como algunos las llaman
“plantitas de lilas”– ya se conciben o están expandiéndose en
el norte de Australia, Tailandia, Singapur, Filipinas, Kenya, Georgia,
Azerbajan, a través del Asia Central, Polonia, Rumania, Bulgaria,
Qatar y aun Vietnam e Iraq. Las nuevas repúblicas de la antigua Asia
Central soviética y los antiguos satélites soviéticos en Europa
Oriental son fuertes magnetos de atracción para la presencia militar
de EU y una mirada al mapa mostrará que EU está cercando sistemáticamente
a China. Todavía más, las misiones militares del Pentágono están
marginando a las diplomáticas del Departamento de Estado, con
oficiales militares de alto rango que tienen mayor influencia y
recursos que el embajador norteamericano (Boston Globe, 8 de junio de
2003).
Así,
la Associated Press informaba, el 24 de febrero, que “oficiales de
EU de alto rango habían sido despachados sigilosamente en los días
recientes hacia capitales de países claves en el Consejo de Seguridad
a donde debían llevar advertencias a los líderes para que voten con
EU sobre Iraq, a riesgo de pagar un pesado precio. Aunque esta clase
de chantaje ha sido SOP en toda administración americana, la
administración Bush ha llevado la amenaza y su práctica a alturas
nunca vistas. En su mensaje sobre el estado de la Unión, el
presidente Bush, refiriéndose a su batalla contra el terrorismo, como
lo hizo John Foster Dulles durante la Guerra Fría, dijo: aquellos que
no están con nosotros, están contra nosotros y pagarán un pesado
precio.
“Estamos
en proceso de tomar decisiones fundamentales sobre nuestra postura en
el mundo, incluyendo EU”, dijo el diputado para la defensa, Paul
Wolfowitz, en su reciente visita a Singapur, donde se encontró con
jefes militares y ministros de defensa de todo el Este de Asia para
tratar sobre los planes de EU. “Estamos enfrentando una amenaza muy
diferente a lo que nadie antes enfrentó en la historia”. Pero
recuerden que este es el mismo Wolfowitz de Arabia el que está
hablando, el que diseñó los planes del PNAC para enfrentar “esta
amenaza diferente”, como está en sus memos de 1992, 1997 y 2000.
La
ley del oeste
La
administración Bush también ha dejado de lado siglos de derecho
internacional. Libra guerras ilegales, prohibidas por numerosos
tratados internacionales y por la Carta de las Naciones Unidas. Hasta
hace la guerra sin ni siquiera declararla, algo que hasta Hitler se
tomó la molestia de hacer. Las fuerzas armadas de EU descaradamente
violan las Convenciones de Ginebra sobre crímenes contra la
humanidad, genocidio, armas de destrucción masiva, tales como uranio
decaído, bombas racimos, bombas “Cortadoras de Margaritas”,
destrucción de servicios civiles que proveen electricidad, agua y
salud, y aun de las vías acuáticas internacionales, como cuando
deliberadamente bloqueó el transporte marítimo por el Danubio.
La
administración Bush (aunque ya lo hacían en épocas más tempranas
Bush padre y el Presidente Clinton) ha ensuciado completamente los
instrumentos y procedimientos de las Naciones Unidas, establecidos por
EU y sus aliados después de la Segunda Guerra Mundial para preservar
la paz. Bush ha tenido aun el desplante de ir a Naciones Unidas y
acusarla de faltar a su deber al no darle el sello aprobatorio para su
guerra contra Iraq, cuando el deber muy claro de las Naciones Unidas y
especialmente de su Consejo de Seguridad es no hacer la guerra sino
guardar la paz. Su gobierno y su prensa lacaya engañaron al público
con la creencia de que una resolución del Consejo de Seguridad podía
legalizar su guerra. El hecho es que aun con una resolución del CS,
la guerra de su padre contra Iraq en 1991 fue una clara violación de
los artículos 2, 27, 41, 42, 43 y 53 de la Carta de las Naciones
Unidas, entre otros.
El
fracaso de los Estados de la NATO aun para consultar a las UN antes de
ir a la guerra con Yugoslavia, como lo hizo el presidente Clinton y la
NATO, y luego este Presidente que entra en guerra con Afganistán, sin
que mediara la menor provocación de su gobierno, y luego, que la
guerra a Iraq en clara violación a los deseos expresos de los
miembros de la ONU... sólo ilustra el total abandono de la ONU como
una institución y como un instrumento para la paz. Por el contrario,
después de que EU bombardeó un país hasta dejarlo en ruinas, va a
las Naciones Unidas a pedir que junte los pedacitos, o en pleno idioma
inglés alega para legitimizar la ocupación militar del país que
acaba de destruir. Pero no es sólo esto; la violación al derecho
internacional también constituye ipso facto la violación a de la ley
nacional, ya que la ratificación por el Senado de un tratado
internacional lo convierte también en una ley de EU. Además, también
la democracia doméstica ha sido sacrificada en aras de guerras
internacionales, como lo hizo la NATO en su guerra contra Yugoslavia
sin que siquiera uno solo de los gobiernos de los países miembros se
molestara en solicitar la autorización para proceder así a su
parlamento o congreso.
En
una palabra, EU ha reemplazado el derecho internacional existente por
la Nueva Ley en el Oeste sobre el modelo de su propia vieja Ley del
Oeste. Entonces, en el siglo XIX, las multitudes de vigilantes
linchadores formadas para la ocasión se echaban a colgar a cualquiera
que se les diera la gana y ahora EU está imponiendo esta “Ley”
del vigilante sobre el resto del mundo y por la fuerza. Como los
vigilantes compraban o aterrorizaban al sheriff o a los jueces para
“legitimarse” a sí mismos, esto mismo está haciendo EU con el
mundo entero y en el mundo real, aun cuando en ambas instancias esté
usando los guiones de filmes de ficción spaghetti western.
Los
medios
¿Qué
pasa con el cuarto Estado, los medios? Son estrictamente los
portavoces de la administración.
Nótese
su conducta en las conferencias de prensa en la Casa Blanca, el
Departamento de Estado o en el Pentágono. Todas sus preguntas se
limitan a aspectos técnicos acerca de la ejecución de las políticas
de la administración, que ellos aceptan a carta blanca. Nunca jamás
cualquier representante de los medios planteó una pregunta que
desafiara la base de la política oficial, ni siquiera de la manera más
tímida. Por supuesto, no sólo lo que la prensa dice, sino también
en lo que no dice, refleja la política y los comunicados de prensa de
la administración. La misma selección de los medios sobre lo que es
o no es “noticia”, ejemplo en las Evenings News de las 6:30 de
ABC, NBC, CBS, CNN, Fox, y vergüenza sobre PPS por seguir con el
justamente tan malo Jim Leherer. News Hour es un simple reflejo de lo
que la Casa Blanca o el Departamento de Estado han declarado ser
“noticias” para esa mañana. No importa cómo se haya estremecido
el mundo con un suceso; si no estremeció al montador de tuberías, no
vale la pena mencionarlo en los medios, pero cualquier cosa que la
Casa Blanca o el Departamento de Estado declare es noticia, es
noticia.
Sus
piezas en la prensa son algo mejores. En una encuesta de editores
populares en el Washington Post, de hace unos cuatro meses, Russell
Mokhiber y Robert Weissman encontraron el doble de columnas a favor de
la guerra de las que estaban en contra y, en febrero de 2003, la
cuenta era de 23 a favor y de 10 en contra, mientras el mismo
Washington Post produjo 9 editoriales propios en apoyo a la guerra.
Esto era con respecto a una guerra que tiene la más alta oposición
popular, como nunca antes.
Los
shows de conversaciones en TV y radio están todavía más dominados
por los defensores de las políticas de la administración. No importa
que ésta cocine, muela, masajee o simplemente invente las noticias, o
si finalmente se aparece con respecto a las armas de destrucción
masiva inexistentes, que fueron la razón alegada para ir a la guerra
contra Iraq
La
patria de los valientes desde 1984 a 2003
George
Orwell debería haber visto hoy sus horrendas predicciones del Big
Brother para 1984 como una benigna Alicia en una encantadora versión
de la Animal Farm (La Granja de los Animales) para el País de las
Maravillas, si se compara la realidad de 2003 de Bush y Ashcroft, de
doble pensamiento y new-speak , en donde, sin embargo, algunos ya no
serán más iguales a otros, sea afuera o en casa, pero en donde
realmente todavía la guerra es paz, y es cierto, el presidente dijo
eso.
(*)
Andre Gunder Frank es uno de los principales economistas políticos
del mundo. Actualmente
es Senior Fellow en el World History Center, Northeastern University.
Copyright André Gunder Frank 2003. Traducción de F. García para Globalización, Revista
Web.
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