La IV Internacional y el reagrupamiento
Por Salah Jaber
(miembro del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional)
Boletín de la International
Socialist Nº 1, julio 2002
Cualesquiera sean las
diferencias que uno pueda tener con la Cuarta Internacional sobre la
cuestión de la Revolución cubana y el Che Guevara, la cuestión jugó un
rol positivo al definir la evolución de la corriente internacional
largamente identificada con el rol dirigente que jugó en ella Ernest
Mandel.
El hecho de que la CI
reconociera en los ’60 que una revolución socialista había sido
dirigida por una corriente que no venía del stalinismo, y a la que
consideraba genuinamente revolucionaria y empíricamente cercana a su
propia concepción del programa revolucionario,[1] fue decisivo para darle
forma a una primera visión de la construcción del movimiento
revolucionario internacional como un proceso de reagrupamiento.
“Reagrupamiento”
visto al principio no como la “reunificación del movimiento
trotskista”, sino un reagrupamiento de las corrientes revolucionarias de
diversos orígenes históricos e ideológicos, que comparten el compromiso
de la estrategia revolucionaria de dar batalla contra el imperialismo, el
capitalismo y el stalinismo. Esto se iba a dar a través de la
convergencia para establecer un movimiento internacional revolucionario de
masas sobre la base del pluralismo político, del tipo de la propia
concepción de la CI y la implementación del derecho a tendencias dentro
de sus propias filas como la forma natural de la organización
revolucionaria.
Estas dos características
—su concepción pluralista del movimiento revolucionario y su propia
forma de organización— contribuyeron a hacer de la CI una de las pocas
corrientes revolucionarias internacionales genuinamente no sectaria.
Definitivamente no era una de esas corrientes que califican a las demás
con toda clase de nombres, con la creencia mesiánica de su derecho
exclusivo a representar a la clase obrera, etiquetando como pequeño burgués
a todo aquel que no esté de acuerdo con su visión del mundo. Por
ejemplo, la diferencia con la corriente SI sobre la naturaleza de la URSS
fue tratada por la Cuarta Internacional como diferencias entre marxistas
revolucionarios y no como una línea divisoria entre revolucionarios y
contra revolucionarios.
La Cuarta
Internacional naturalmente vio el colapso de la Unión Soviética y del
sistema stalinista mundial como un momento decisivo en la historia del
movimiento obrero internacional. La CI rápidamente se dio cuenta del
efecto positivo de este colapso en la perspectiva de la recuperación del
movimiento anticapitalista mundial —un aspecto que contrasta agudamente
con el efecto negativo del colapso de la URSS en el balance de las fuerzas
mundiales, que dejó a Estados Unidos en una posición de poder hegemónico
en un mundo unipolar. Con la caída del stalinismo, el rechazo sectario de
todos aquellos que se referenciaban en León Trotsky por la mayoría del
movimiento obrero mundial durante el liderazgo o la influencia de Stalin,
cayó de forma espectacular. Al mismo tiempo, dejaron de jugar un rol
decisivo las diferencias en el análisis sobre la URSS que había en el
movimiento revolucionario, donde se podían encontrar una amplia gama de
posiciones desde la ilusión en una posible ayuda de los “camaradas soviéticos”
hasta la visión según la cual la Unión Soviética era sólo un tipo más
de capitalismo.
En consecuencia, la CI
—especialmente en su Congreso Mundial de 1995— puso por delante la
visión de la construcción del movimiento revolucionario internacional
como un proceso de reagrupamiento con tres pilares. Esto puede ser mejor
descrito como tres círculos. El primero y más grande involucra el
reagrupamiento plural de las fuerzas anticapitalistas, incluyendo tanto a
las fuerzas revolucionarias como a los reformistas de izquierda: la
encarnación más típica de esta clase de reagrupamiento es el PRC
italiano (Rifondazione). El círculo de segundo nivel consiste en el
reagrupamiento de las fuerzas anticapitalistas radicales,
predominantemente revolucionarias: la Socialist Alliance (Alianza
Socialista) de Inglaterra es una de las más conocidas de este segundo
tipo.[2] El tercer y más estrecho círculo es el de reagrupamiento en una
sola organización revolucionaria de marxistas militantes provenientes de
diversas tradiciones, como es el caso de la organización vasca Zutik, por
ejemplo.
Un cuarto círculo, más
amplio que los tres anteriores, surgió en los últimos años: el
reagrupamiento de las fuerzas opuestas al neoliberalismo, que incluye
fuerzas y corrientes que no pueden ser consideradas anticapitalistas, pero
creen en la posibilidad de una variante “humanizada” del capitalismo.
El ejemplo más conocido de este nuevo fenómeno, estrechamente ligado al
surgimiento de la lucha contra la globalización neoliberal, es sin duda
la francesa ATTAC con cientos de miles de miembros.
En una escala
internacional estos cuatro círculos son concebidos como no concéntricos:
el círculo más estrecho no puede pretender erigirse como líder del más
amplio, a menos que caiga presa de la ilusión del pensamiento oportunista
o del aislamiento sectario. Para la CI el círculo más estrecho es el que
naturalmente intenta ser él mismo una organización revolucionaria
internacional. En este nivel el proceso de reagrupamiento se traduce en el
hecho de que grupos de diversos orígenes se suman a la CI, en este
sentido el caso reciente más espectacular es el Revolutionary Workers
Party (Partido Revolucionario de los Trabajadores) de Filipinas, con base
en Mindanao, que se originó como una ruptura del Partido Maoísta
Comunista de Filipinas.
A pesar de que las
perspectivas en este nivel son prometedoras, no han transformado
cualitativamente el rol de la CI en el movimiento revolucionario mundial.
En consecuencia este rol no debe ser el de pretender liderar el movimiento
mundial — ¡para no mencionar la revolución mundial!— pero sí jugar
un papel activo y decisivo para facilitar el proceso de reagrupamiento en
los otros niveles. Al mismo tiempo, la prevalencia dentro del movimiento
capitalista de concepciones pluralistas hace posible construir un
reagrupamiento donde cada componente preserve su identidad y se desarrolle
de forma no sectaria.
El nivel más obvio de
reagrupamiento internacional es el más amplio: el movimiento de lucha
contra la globalización neoliberal tomó cuerpo a nivel mundial en el
Foro Social Mundial lanzado en Porto Alegre. Es bien conocido el papel
clave que jugaron en este sentido las secciones y militantes de la CI:
todo aquel que esté familiarizado con las condiciones y la historia de
origen de este movimiento sabe de la esencial contribución que la CI ha
hecho a su construcción. La CI considera que el FSM es una herramienta
valiosa en la pelea global contra el capitalismo y el imperialismo, que no
puede ser descartado por la inhabilidad sectaria de la ultra izquierda en
el trabajo dentro de un movimiento de masas realmente existente, con toda
su heterogeneidad. Por el contrario, el FSM actualmente se está
expendiendo a nivel continental para que su realidad internacional sea aún
más efectiva.
Los niveles segundo y
tercero no se distinguen a nivel internacional por una razón obvia: la
diversidad de la izquierda radical es de tal magnitud que difícilmente se
divise un programa común que los prevenga de incluir a las fuerzas de la
izquierda reformista. Por otra parte, una participación que no inhiba el
ingreso de las fuerzas de la izquierda reformista en el reagrupamiento
internacional podría fortalecerlo considerablemente en la pelea contra el
capitalismo y el imperialismo. Un ejemplo significativo de este nivel
combinado es la Conferencia Europea de la izquierda anticapitalista, que
las secciones europeas de la CI ayudaron a lanzar y desarrollar junto con
otras organizaciones, como el Scottish Socialist Party (Partido Socialista
Escocés), la Danish Red—Green Alliance (Alianza Verde—Roja danesa) y
el Bloque de Izquierda de Portugal. Este reagrupamiento, que se encuentra
en cada cumbre de la Unión Europea, incluye a la mayoría de las
organizaciones de la izquierda radical europea. Cobró aun mayor
importancia desde que el PRC italiano, siguiendo el “giro a la
izquierda” de su último congreso, decidió jugar un rol activo. La CI
trabaja para incrementar la capacidad operativa de este reagrupamiento y
su involucramiento directo en la construcción de la movilización
anticapitalista en Europa.
Seguramente hay una
enorme necesidad—así como una clara posibilidad— de construir un
reagrupamiento similar a nivel mundial. Hay cantidades de fuerzas
significativas de la izquierda radical en el mundo, de orígenes históricos
e ideológicos diversos, que buscan activamente canales de intercambio y
colaboración internacional con otras fuerzas anticapitalistas. La
necesidad de esta colaboración es más evidente que nunca dada la
dominación y supremacía del imperialismo norteamericano sobre el sistema
capitalista mundial. Muchas de esas fuerzas podrían no unirse a la CI o a
una corriente como la Tendencia del SI, pero seguramente adherirían a un
reagrupamiento pluralista que contenga diversas corrientes de la izquierda
radical.
La creación de un
reagrupamiento internacional de estas características, sobre la base del
compromiso concreto con la lucha global anticapitalista y
antiimperialista, debería ser uno de los objetivos más importantes en la
agenda de todos los revolucionarios. Debería comenzar por la convocatoria
a una conferencia internacional sobre la base de un llamamiento a través
de una consulta internacional entre los participantes obvios en una
conferencia de este tipo. La Cuarta Internacional y la Tendencia SI son
sin duda dos de esos “participantes obvios”: este proyecto debería
ser parte fundamental en su futura agenda de discusiones.
Notas:
1.- Seguramente la
Cuarta Internacional ya no sostiene esta posición, y reconoció desde los
’70 la profundización de la deformación burocrática de la dirección
castrista del estado proletario bonapartista cubano. Sin embargo, todavía
sostiene la defensa de este estado contra el imperialismo norteamericano y
sus agentes como cuestión clave para el movimiento revolucionario en las
Américas y el mundo. Y todavía valora del rol del Che Guevara como una
figura socialista revolucionaria.
2.- La corriente francesa LCR activamente busca construir un tipo de
reagrupamiento que involucra fuerzas de la izquierda radical y los
movimientos sociales y sindicales en Francia.
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