Después
del Argentinazo
Ha
comenzado un proceso revolucionario
Texto
votado en el 2º Plenario Nacional de Cuadros del MAS de marzo 2002
y
ratificado en el 8 º Congreso (31/05/02)
1.
El Argentinazo del 19 y 20 de diciembre
“En
la historia de las revoluciones, surgen a luz contradicciones que han
madurado a lo largo de décadas y hasta de siglos. La vida adquiere
una riqueza sin precedentes. Aparecen en la escena política, como
combatiente activo, las masas, que siempre se mantuvieron en la sombra
y que por ello pasan con frecuencia inadvertidas para los observadores
superficiales (...) Estas masas aprenden en la practica, ensayan sus
primeros pasos a la vista de todos, tantean el camino, se fijan
objetivos, ponen a prueba sus propias fuerzas y las teorías de todos
sus ideólogos. Realizan heroicos esfuerzos para elevarse a las
alturas de las tareas gigantescas, de envergadura universal que la
historia les impone (...) nada puede compararse en importancia con lo
que representa esta educación directa de las masas y de las clases en
el transcurso de la lucha revolucionaria directa”
(V.I.Lenin,
31/01/05, “Jornadas revolucionarias”. Obras Completas, tomo VIII.
Editorial Cartago).
La
sociedad argentina explotada y oprimida, y especialmente el pueblo
trabajador, estamos protagonizando una serie de hechos excepcionales,
históricos, de importancia nacional e internacional: hemos
derribado con nuestra movilización revolucionaria directa a un
gobierno democrático burgués y afectando gravemente al actual régimen
de dominación y acumulación, que se viene imponiendo en el país
desde el ‘76. Todo un ciclo histórico de la argentina capitalista
económica, política y social, ha quedado puesto en cuestión. [[i]]
Tan
evidente es el carácter histórico de nuestra acción, que
podemos decir que en el mismo momento en que estamos viviendo estos
acontecimientos, sabemos que estamos protagonizando jornadas que vamos
a recordar siempre. Mientras actuamos en las calles, nos damos cuenta
que estos días no son como los demás. La continuidad de la vida
cotidiana se ha roto y, de una forma practica, estamos comprendiendo
que la historia de la humanidad no necesariamente la hacen “los que
mandan”. Los trabajadores y los sectores populares, actuando
colectiva y resueltamente, podemos cambiar la historia en forma
decisiva. Esta es la lección más importante que se desprende de los
hechos que estamos protagonizando. Lecciones que debemos tratar de
llevar y hacer conscientes en las propias masas, que están siendo las
creadoras de este acontecimiento histórico: el comienzo de un proceso
revolucionario en la Argentina, producto de la irrupción masiva de
millones a la vida política.
Una
acumulación de experiencias a lo largo de los ‘90
Las
jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre, no fueron un
trueno en un cielo estrellado. Existió una creciente acumulación
de experiencias entre los trabajadores, sobre todo desde el interior
del país, las que comenzaron desde el “santiagueñazo” de
fines de 1993. A partir de ahí, se fueron expresando una serie
de características en la lucha de clases, muchas de las cuales se
hicieron presentes, de manera concentrada, en estas jornadas.
Con diversos jalones: pasando por el “Santiagueñazo” mismo, las
luchas del proletariado metalúrgico en Tierra del Fuego de los años
’94 y ’95, los estallidos en Cutral-Co, Mosconi y Tartagal en el
’96 y ‘97, la “Plaza del Aguante” en Corrientes en el ‘99,
fueron dejando su huella y su impacto en la lucha de clases en su
conjunto. Parte de esto, fue la irrupción de un verdadero
movimiento de trabajadores desocupados. Los cortes de ruta, los
piquetes, las asambleas populares se extendieron como métodos
privilegiados de lucha y / o inspiración al conjunto de los
sectores trabajadores y populares.
En
lo que hace a los trabajadores ocupados, varios paros generales
se desarrollaron, con las características habituales de cierta
ritualización y formalización de estas medidas, pese a que hubo
algunos de gran importancia, como fue el caso del 23 y 24 de
noviembre del 2000, un paro general con importantes características
activas en amplios sectores de trabajadores ocupados. Lo mismo que
algunas huelgas de gran importancia, como la de los docentes de
provincia de Buenos Aires de agosto del 2001, y las parciales pero muy
importantes experiencias clasistas de Turbio, Zanon y la
Unter.
Todo
esto exploto finalmente en el centro del país. Luego del 19 y
20 de diciembre, el proceso se extiende en una dimensión nacional.
Aunque, hoy por hoy, paso la primer ola del argentinazo, “la procesión
va por dentro”: un amplio proceso de organización se desarrolla
por todo el país, entre todas las distintas capas de los trabajadores
y los sectores populares.
Del
“Cordobazo” al “Argentinazo”
Para
profundizar el análisis, podemos dimensionar tentativamente el
comienzo del “argentinazo”. Salta inmediatamente a la memoria, la
comparación con la otra gran acción histórica independiente
ocurrida treinta años atrás: el “Cordobazo”.
Entre ambos acontecimientos, hay todo tipo de diferencias. Es
verdad que en las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre no
se logro derrotar a la policía en las calles, como si ocurrió en la
ciudad de Córdoba, “ocupada” por los trabajadores durante tres días.
Sin embargo, en el “argentinazo” existe un factor que no se puede
dejar de señalar: éste ha tenido su epicentro en el Gran
Buenos Aires y en la Capital Federal, las dos zonas de mayor
concentración poblacional del país. Esto constituye un
acontecimiento histórico, llamado a tener las mas profundas
consecuencias en la dinámica de la lucha de clases de aquí en más.
No es un hecho menor el que una verdadera lucha de barricadas
en las calles, haya ocurrió en torno a la Plaza de Mayo y Plaza
Congreso los días 19 y 20 de diciembre, en el verdadero centro político,
económico y social del país. Esto significa que como acontecimiento
“objetivo” de la lucha de clases, hay que tomar nota que el
“argentinazo” ha comenzado desde un escalón superior que el
propio “Cordobazo”, logrando, al mismo tiempo, barrer directamente
al gobierno de De la Rúa. Es precisamente, desde esta ubicación, que
llamamos a estos acontecimientos “Argentinazo”, por su dimensión
inmediatamente nacional.
Al
mismo tiempo, hay que hacer notar, que desde el punto de vista de los “factores
subjetivos”, se parte de más atrás: esto es así tanto
desde el punto de vista de la composición social del proceso, porque
los trabajadores no intervinieron como tales en las jornadas
revolucionarias; como de la conciencia, donde claramente se parte
desde un nivel inferior, ante la persistencia de la crisis de
alternativa socialista.[[ii]]
Acciones
de lucha populares y revolucionarias
No
se había visto en 30 años. Nunca en la capital del país, por lo
menos desde “la Semana Trágica” de 1919. En el argentinazo se
generalizaron métodos de lucha revolucionarios, como no se había
visto en esta dimensión, escala e intensidad en los 20 años de la
democracia capitalista.
Para
echar a De la Rúa y Cavallo, se han empleado métodos durísimos
de pelea. Efectivamente, aunque no sea de manera consciente, pero si
de hecho, se han comenzado a retomar hilos que tienen que ver con
la experiencia de lucha de las masas previas a la dictadura militar.
Luchas en las calles, afectación del derecho de propiedad por la vía
de saqueos y/o ocupaciones de fabricas o lugares de trabajo, cortes de
rutas y vías ferroviarias, paros y movilizaciones, ataques a
edificios emblemáticos del imperialismo... Pero incluso mas: formas “seminsurreccionales”,
con barricadas en diversas avenidas en torno a las dos plazas
principales del país. La realización de estas acciones determinó,
en prácticamente todos los casos, la generalización del
enfrentamiento con la policía y la gendarmería en las calles.
En
todas estas acciones, es de destacarse la irrupción de una
vanguardia juvenil. En este terreno, el “recambio”
generacional es evidente: en todas las franjas de los trabajadores,
las jóvenes generaciones son las mas dinámicas en la pelea.
Así, se ha visto un componente juvenil muy combativo que incluye
estudiantes, oficinistas del centro y sectores de trabajadores jóvenes
muy explotados. En este ultimo grupo, han cumplido un papel muy
destacado los “motoqueros”: han sido la “infantería
motorizada” de muchas de las batallas de calles que hemos
presenciado semanas atrás, en particular la de la Plaza de Mayo el
20/12.
¿Qué
es esto? Acciones y métodos de lucha revolucionarios, ni más ni
menos. “Seminsurrecionales”, precisamente por su carácter espontáneo,
no sistemático ni organizado. Acciones y métodos que esta planteado
por delante organizar, sistematizar, evitando la irresponsabilidad y
la provocación, como formas de autodefensa de los trabajadores y los
sectores populares, frente a una represión que seguramente se
intentará descargar con mayor contundencia, incluso comenzando ahora,
apelando al aparato del PJ.
Una
acción histórica independiente
Los
explotados y oprimidos han sido protagonistas de una acción histórica
independiente. La misma, se ha caracterizado por la “heterogeneidad”,
propia de todo movilización auténticamente popular. Heterogeneidad
que no alude meramente a la diferencia específica entre los diversos
sectores de trabajadores y populares participantes, sino también al desarrollo
desigual de la conciencia, y que abarca tanto lo que tiene de
progresivo como las limitaciones que expresa cada uno de estos
“actores”.
El
“argentinazo”, al mismo tiempo que presentó esta heterogeneidad
en sus componentes, se combinó con un alto grado de condensación
que le otorgó una enorme fuerza política. Fuerza obtenida
principalmente del objetivo común de las movilizaciones: la caída
del gobierno.
En
el correr vertiginoso de esos días, se vio entrar en acción a
diversos sectores de trabajadores. Pero, básicamente, no a través
de sus organizaciones dirigentes tradicionales, las que en su mayoría,
quedaron muy rezagadas, por detrás del desarrollo de los
acontecimientos. ”Increíblemente” la CCC, que hace años
propagandiza la necesidad de un “argentinazo”, cuando este
finalmente llegó, faltó a la cita. Y del “combativo”
Moyano y de Daer, no vale la pena hablar.
Un
curso similar tuvo la CTA y su “consulta popular”. La política
del Frenapo y el CTA,
quedaron superados en toda la línea por la acción directa
e independiente de las masas populares en las calles; acción
directa e independiente de la que son acérrimos enemigos, y
que ahora buscan liquidar, subsumir o cooptar, bajo la forma de su
subordinación al Estado y / o tareas de “contención social”.
Complementariamente
con eso, hoy salen a denunciar al “trotskismo de derecha”, porque
“le hace el juego al golpismo”, como para dejarnos en claro que el
neoreformismo es hoy nuestro principal enemigo en la pelea por
desarrollar la autoorganización, desde la perspectiva de que madure
hacia constituirse como organismos de doble poder.
Así,
los trabajadores y el pueblo protagonizamos una inmensa acción
histórica independiente nacional y espontánea. Ningún partido
patronal, ninguna de las instituciones de esta democracia, se puede
arrogar la menor autoría de estas jornadas revolucionarias históricas.
Ni Daer, ni Moyano, ni De Gennaro movieron un dedo para echar a este
gobierno. El argentinazo se hizo sin ellos, a pesar de ellos, por
encima de ellos y contra ellos.
En
este marco, muchos compañeros creen que “la clase trabajadora no
entró” en la pelea del argentinazo. Esta definición es
completamente unilateral
y por lo tanto errónea.
A nuestro entender, “entraron” prácticamente
todas las capas de la población explotada y oprimida.
El argentinazo constituyo una inmensa
irrupción de masas
con pocos antecedentes en la historia del país. Sin embargo, su carácter
masivo, popular, confunde
a muchos compañeros. Este carácter de la pelea viene de las
transformaciones estructurales que ha sufrido el país: el
carácter territorial de la lucha tiene que ver con que hay millones y
millones de trabajadores que están desocupados, por lo que el ámbito
de “estructuración” social fundamental es el barrio en el que se
vive.
Al
mismo tiempo, es un hecho decisivo
para el desarrollo del proceso abierto, el que “los trabajadores en
tanto que trabajadores”, adquieran una centralidad
mucho mas consistente, sistemática y determinante. Sin que salga a la
pelea el conjunto
de la clase trabajadora, no
podrá haber una progresión en el argentinazo en curso.
Este ha impactado en los lugares de trabajo, lo mismo que su carácter
independiente y democrático. Por lo que hay
que trabajar por
el desarrollo de la tendencia que ya se esta viendo, del desarrollo
creciente y confluencia
de las luchas de los trabajadores estatales, de los docentes, de la
industria, de los servicios, de la construcción. O sea, es decisivo
el ingreso de los trabajadores ocupados a la lucha, para que
le den un carácter social mucho mas definido y de conjunto al sujeto.
Esta es una condición fundamental para que el proceso abierto, pueda
abrirse paso hacia la perspectiva de la revolución social.
Nivel
de la conciencia popular y crisis de alternativas en el inicio del
“argentinazo”
Lo
anterior nos lleva a analizar, el nivel de conciencia y el
“programa” que se esta expresando en los inicios del
argentinazo. Como ha ocurrido clásicamente, la conciencia inicial
del proceso revolucionario abierto en nuestro país, se esta
expresando en el rechazo a las absolutamente insoportables
condiciones de vida de un capitalismo argentino en bancarrota, que
lisa y llanamente no deja vivir a la inmensa mayoría de la población.
Este es el disparador de todo. En este sentido, insistimos, solo en
ese sentido, vale el análisis de León Trotsky sobre la
“Revolución de Febrero” de la Rusia del ’17 (categoría histórica
que usamos para referirnos estrictamente al nivel de conciencia
y de alianza social, y no a la dinámica general del proceso),[[iii]]
pero que en realidad se puede hacer extensivo a los comienzos de
muchas otras revoluciones del último siglo: “las masas no van a la
revolución con un plan preconcebido de sociedad nueva, sino con un sentimiento
claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja”.
Insistimos en que esto ha sido característico (a lo largo del siglo
XX) del proceso inicial de muchas de las revoluciones
verdaderamente populares: desde la revolución mexicana hasta la
Rusa; desde la Española, hasta la de Portugal.[[iv]]
Este
profundísimo rechazo a un mecanismo económico / social trabado y
excluyente, es el que ha dado lugar a la constitución de un
verdadero “frente único” de la gran mayoría de los explotados y
oprimidos (el que dos meses después de las jornadas revolucionarias,
sigue presente), y el que da el carácter inmediato a las
reivindicaciones: los “saqueos” motorizados por la situación de
hambre de millones de trabajadores, el inmenso malestar de los
sectores asalariados y de la pequeño burguesía ante la confiscación
de sus ahorros o el ahogo de sus actividades productivas, la
movilización de amplios sectores contra la represión policial
indiscriminada, los reclamos de sectores de trabajadores ocupados por
los despidos, cierres masivos de plantas o no pago de los salarios. Así,
en el argentinazo, están participado todas las capas de la población
explotada y oprimida, en una especia de “frente único” de los
explotados y oprimidos, aunque las acciones más espectaculares, hoy
por hoy, son donde los trabajadores aparecen disueltos como “población”
en general.
Este
nivel de conciencia inicial es el que da el tono “político” al
comienzo del “argentinazo”: de la acción común de sectores
sociales heterogéneos, de reivindicaciones de carácter democráticas
generales, sin que se afirme aún por la positiva, una salida en el
terreno social, es decir anticapitalista y socialista. En la
perspectiva de la revolución socialista, la mayoría explotada y
oprimida, seguramente se delimitará de sectores de la alta
pequeño burguesía que irán hacia la derecha y se deberán
expresar mucho mas las reivindicaciones e identidades que afirmen una
perspectiva de clase. Esto es, deberán afirmarse en un programa de
transformaciones de fondo, de afectación revolucionaria del derecho
de propiedad.
En
este marco, a dos meses del “argentinazo”, debemos precisar algo más
este rico proceso. Podemos decir que se ha producido, en
franjas muy amplias de la población explotada y oprimida, un quiebre
en su conciencia anterior al “argentinazo”. Este quiebre en la
conciencia, no es ninguna entidad metafísica extraña, sino que se ha
expresado en hechos claros: en el pasaje a la acción de numerosos
compañeros. Marca el abandono de la impotencia, del
dejar que los acontecimientos de la vida social sean producto de
decisiones a las que son ajenos y sobre las cuáles poco o nada pueden
incidir. Es equivocado –insistimos- pensarla como equivalente a
tener una concepción más o menos acabada acerca del orden social
dominante, sino que es un sentimiento de profundo rechazo por el
orden actual. Desde diversos sectores de la izquierda, se suele
plantear que el pueblo “no sabe lo que quiere, pero sabe lo que no
quiere”. Este modo de plantear la cuestión, creemos, es unilateral,
ya que entre ambos aspectos (el rechazo de lo actual y la alternativa)
existe una relación dialéctica, la que se esta expresando en
vastos sectores cuando se repudia al FMI, se plantea el no pago de la
deuda, se exige la nacionalización de los bancos, se identifica a
toda la clase política como responsable de la actual situación, lo
mismo que a los militares.
Al
mismo tiempo, es un hecho totalmente cierto, que en el actual proceso
revolucionario pesa la crisis de alternativa socialista, como
así también, la falta de una tradición de izquierda entre las
masas del país. Estamos en un ciclo histórico marcado aún por
la ausencia de la perspectiva del socialismo a nivel de la conciencia
de las más amplias masas. Esto es diferente de lo que ocurría
-por ejemplo- a comienzos del siglo XX en Europa, donde crecía y se
desarrollaba un movimiento de masas socialista.
Y
esta dificultad, se esta verificando, en que en medio del inmenso
laboratorio de experiencias que significa hoy el argentinazo, no se
esta dando –aún- un vuelco masivo hacia la izquierda, vuelco que es
central y condición absoluta de posibilidad para la perspectiva de un
desenlace socialista del actual proceso. Y esto implica que la
“crisis de alternativas” socialista abierta luego de la caída del
Muro de Berlín, deberá ser “perforada”, lo no es
imposible, porque “la crisis de alternativa socialista” es un
hecho histórico y social, sometido también él, al curso real de la
lucha de clases nacional e internacional, a la determinación
dialéctica de la conciencia por la existencia y la experiencia.
Por
esto esta planteado trabajar, por un vuelco político, categórico
y de masas, hacia la izquierda. Batallar porque los incipientes
elementos de avance en la conciencia progresen, porque
“cristalicen” en un sentido socialista, pelear por este vuelco
masivo hacia una verdadera “conciencia de izquierda”, es de
vida o muerte. Debe ser un núcleo central de nuestra orientación,
el que por su complejidad e importancia, retomaremos otra vez mas
abajo.
Un
proceso revolucionario
Al
analizar los acontecimientos que estamos viviendo, es importante
describir lo que esta pasando, los “testarudos hechos” tal
cual son, con todos sus alcances y limites.
Este
análisis, lo debemos ir construyendo bien desde “abajo”, con
los mismos trabajadores, jóvenes y vecinos que están siendo
protagonistas de este proceso. Conceptos como “revuelta”,
“pueblada”, “rebelión popular y obrera”, “argentinazo”,
“revolución” están en la boca de los sectores populares, del
activismo, la izquierda y del periodismo. Habrá que ir precisando
el carácter de los acontecimientos en curso, del cual este texto
sigue siendo una tentativa de reflexión sobre un proceso de la
lucha de clases muy rico, diverso y complejo.
Por
lo pronto, nos inclinamos –entonces- por la definición de que en la
Argentina se ha abierto un “proceso revolucionario” de carácter
general. Esta definición alude a algo más de fondo y global que
la definición de “profunda movilización”, que plantean algunos
compañeros (ver texto: “La profunda movilización abierta en la
Argentina y nuestras tareas”, Nora Ciapponi, anexo nº1 del BIC Nº
9). Por “proceso revolucionario” entendemos una conmoción
global de la sociedad, afectada hasta sus cimientos. Esto ha
actuado como disparador del ingreso a la vida política de las más
amplias masas, que por años han vivido alienadas en su
vida cotidiana, totalmente separadas de los asuntos globales de
la sociedad.
Creemos
que lo que estamos viviendo en el país, son acontecimientos y un
proceso revolucionario en el sentido general del termino, de
una conmoción completa de todos los viejos parámetros de la vida
social y que por definición, “proceso”, alude al desarrollo de un
movimiento dinámico, de un proceso que seguramente combinara
desarrollos desiguales y combinados entre sus factores “objetivos”
y “subjetivos”. Este proceso, se da en el marco de la nueva etapa
general de la lucha de clases que ya se venía abriendo paso desde
meses antes, y que habíamos definido a mitad del 2001. La que con el
“argentinazo”, tuvo una evidente confirmación.[[v]]
Al
mismo tiempo, no debemos confundir el comienzo del proceso
revolucionario, con su desarrollo, que inevitablemente
va a tener flujos y reflujos,
diferentes momentos, y que probablemente tendrá una duración intermedia
antes de lograr
una definición: no creemos en un
desenlace a corto plazo (en el cual se amparan determinadas
organizaciones, PO, MST, para tener un enfoque “impaciente” y / o
“aparatista”), y tampoco a varios años, que puedan justificar un
diletantismo o quietismo a la hora de asumir los graves desafíos que
están planteados. Es entre el aguijón de la catástrofe económico /
social que no cesa y el progreso o no en la organización, conciencia
y desarrollo de formas de doble poder, que se juega la dinámica del
proceso en curso.
El
impacto internacional
Por
ultimo, es menester hacer una somera valoración del impacto
internacional del “argentinazo”. Y más en general, de la situación
internacional en el medio del cual este se da, y que, de alguna manera,
lo condiciona. Tomando en cuenta la preocupación expresada en el
plenario, en el sentido de la necesidad de avanzar en precisiones
sobre el “marco internacional”, esta al salir una minuta
especifica sobre este aspecto, el que además tendrá un punto
especifico en el propio Congreso.
En
este marco, entonces, si bien en este texto no podemos extendernos en
el análisis de la situación internacional, si es necesario ubicar genéricamente
el proceso que se esta viviendo en la Argentina, en este contexto.
Sintéticamente,
podemos señalar que el escenario
mundial de la lucha de clases presenta una situación de creciente
polarización, de un choque in crescendo, entre las tendencias
progresivas desatadas por el “giro de Seattle” y las reaccionarias
del “giro de Nueva York”.
Frente
al atentado del 11 de septiembre, el gobierno de Bush respondió con
la "guerra al terrorismo", pasando a ser algo así como el
“primer actor” de la lucha de clases internacional. Esta
contraofensiva, es un tiro por elevación frente a la situación de
creciente perdida de legitimidad de la "globalización
neoliberal", al proceso de resistencia de los pueblos y al
desarrollo del movimiento “globalifóbico” que había tenido en Génova
su mayor expresión.
En
este marco, el estallido del “argentinazo”
ha venido a actuar como una "contratendencia", que impacta
desde el "patio trasero" del imperialismo y que ha
producido, internacionalmente, una recepción favorable en sectores de
masas a nivel mundial.
Esto
ha sido así en el Cono sur.
Por ejemplo, la importante movilización convocada por la PIT/CNT a
Punta del Este en enero. O la acogida que sentimos entre jóvenes y
trabajadores en Porto Alegre, a las delegaciones de la Argentina. En
el mismo sentido, son las informaciones que tenemos de España (ver
carteles sobre Argentina en la reciente marcha en Barcelona) o de
Francia, donde importantes sectores de trabajadores manifiestan que
los bancos y las empresas multinacionales “se tienen merecido”
los escarches y repudio que le hacen los vecinos y trabajadores.
Es
en este contexto internacional, que se debe comprender la durísima
orientación del gobierno de Bush en relación a la Argentina y al
conjunto de la región (ver “Plan Colombia”). Parece expresar un
mensaje bastante claro: el imperialismo yanqui no parece estar
dispuesto a dar un solo paso atrás en la orientación neoliberal de
la economía capitalista mundial; y menos que menos, que algún país
ose afectar los derechos de propiedad adquiridos o deje de pagar su
deuda. Su mensaje / chantaje hacia el gobierno de Duhalde es hasta
ahora el siguiente: “o siguen adelante con las reformas de mercado,
o los dejamos caer en el caos, la anarquía y la barbarie”.
La
actual coyuntura
Desde
la primera parte de este documento, queremos dejar sentado que en las
últimas semanas hemos entrado en una coyuntura distinta a las
de las jornadas más intensas del inicio del proceso revolucionario.
Seguramente esto requerirá hacia el Congreso una pequeña minuta
especifica, porque en el medio de procesos como el que estamos
viviendo, se hace necesario el análisis concreto y minucioso de la
situación concreta, tal cual se reclamo en el plenario.
En
este marco, podemos decir que en cierta medida, el gobierno de Duhalde
ha dado pasos en lograr alguna clase de equilibrio respecto a las
fueras en pugna. Equilibrio que hasta ahora no hay elementos para
pensar que no sea mas bien precario (ver, días atrás, la escalada
del dólar, directamente ligada a los tironeos con la administración
Bush y la actual suba despiadada de los precios). En relación a ello,
la composición de lugar de las distintas fuerzas sociales y políticas
burguesas ha sido –en medio de fuertes tironeos y contradicciones-
tal que no se puede empujar por el desplazamiento del actual
gobierno, porque como dicen muchos analistas, lo que esta en juego
con él, no es solo un gobierno, sino “toda la vieja clase política
y sus partidos”.
Al
mismo tiempo, es un hecho que “por abajo”, paso el primer
“furor” de las acciones de masas, que no pueden desplegar todos
los días, la energía concentrada que mostraron en diciembre. Si por
un lado no hay que perder de vista que “la procesión va por
dentro”, esto es, que se extiende entre todos los sectores de
trabajadores, un subterráneo y profundo proceso de organización;
al mismo tiempo pesa en la mayoría popular y obrera, el hecho de que
tirar a Duhalde no será “tan fácil” como a De la Rúa... Y,
sobre todo -y en estrecha vinculación con eso- pesa con fuerza el interrogante alrededor de cual puede ser la
salida frente a la tremenda situación que vive el país.
Sin
embargo, aunque no podamos precisar “la fecha” del próximo gran
choque entre las clases, hay que ser conscientes que inmensas
fuerzas sociales y de clase se han puesto en movimiento. El
proceso abierto en la Argentina posee una dinámica de tiempos
a la que hay que prestarle atención. Dado que la crisis sigue y va
agregando nuevos elementos, es necesario darse cuenta que esa
acumulación progresa día a día y en un determinado momento se hace
presente. Pasó en marzo y en diciembre del 2001. En medio de cada una
de esas fechas, aparecía la engañosa normalidad, donde se restablecía
el ritmo de la vida cotidiana.
Sobre
la base de una catástrofe económico / social que no cesa y de la
aguda crisis de legitimidad de las instituciones, creemos que nuevos
y durísimos enfrentamientos se preanuncian. Para esa perspectiva
debemos prepararnos, centrándonos en el próximo periodo, en impulsar
el proceso de organización, masificación, politización y
confluencia de la vanguardia de masas que ha irrumpido con el
argentinazo.
>>>
A la parte 2. Todo un ciclo histórico cuestionado
Notas:
[i]
Es importante señalar que en este texto no vamos a repetir
muchos de los aspectos de análisis y ejes político / programáticos más
generales contenidos en la minuta votada en el plenario nacional
de cuadros del 28 y 29 de julio del año pasado, así como también en
los innumerables artículos que fueron jalonando los diez primero números
de SoB. Estos mantienen toda su vigencia general a partir del
comienzo del proceso revolucionario, y lo enmarcan. Más aún,
de alguna manera, el propio desarrollo de la realidad del país desde
aquel entonces, permiten comprobar que el “armazón general”
que veníamos teniendo, paso –hasta ahora- la prueba de los hechos.
[ii].-
En este sentido, es una necesidad estratégica que el conjunto
de la clase trabajadora entre en el proceso como tal. Pero
quien espere que el “argentinazo” en curso “repita”, para
madurar, los contornos sociales del “Cordobazo”, va a errar en el
blanco: el carácter territorial que connotadamente tiene el
“argentinazo” seguirá seguramente presente, en la medida de la
transformación estructural que ha vivido el país y que le da
determinadas características a la actual clase trabajadora, muy
distintas a las que la identifico en el proceso del ’69 al
’76, cuando el pleno empleo en las grandes industrias era la condición
dominante de la situación de los trabajadores.
[iii].-
No creemos que nuestro rearme deba excluir el uso de analogías
históricas, siempre que lo hagamos con el debido cuidado de
tiempo y lugar. Esto no se puede confundir con la vulgarización
operada por nuestra corriente en los ’80, cuando intentamos
transformar categorías históricas en “pseudo” teóricas, en
“recetas para hacer la revolución”.
En
los inicios del siglo XXI, las condiciones son muy otras a las que
imperaron a lo largo del siglo XX, y esto plantea la radical
originalidad y novedad de todo proceso revolucionario. Sin
embargo, desechar totalmente el uso de analogías históricas,
significaría la imposibilidad de aprender de la rica y larga
historia de las revoluciones y del propio progreso de la teoría de la
revolución.
[iv]
- La compañera Nora polemiza con este planteo. Señala que el análisis
que hace Trotsky “muy útil y a tener en cuenta para todo proceso
revolucionario, no sirve para ejemplificar la situación de nuestro país
hoy. ¿O acaso el movimiento de masas y especialmente su clase
trabajadora ha llegado al claro convencimiento de que hay que destruir
a la vieja sociedad, al capitalismo (...) se esta aun lejos de llegar
a la convicción de que el capitalismo no va mas y deba ser
destruido” “La profunda movilización abierta en la argentina y
nuestras tareas. Anexo del Bic. Nº10). La compañera no se da cuenta
que aquí Trotsky habla del “sentimiento”
de la imposibilidad de seguir soportando la vieja sociedad, para
nada de plena conciencia de las razones de este sentimiento.
En ninguna parte hemos escrito que los trabajadores tengan
“conciencia” de que es el capitalismo como tal, como sistema
global de relaciones sociales, el que no va más. Porque si los
trabajadores tuvieran conciencia de esto, seguramente estaríamos en
una fase mucho, muchos mas avanzada del actual proceso. Pero nosotros
decimos lo opuesto. No nos adaptamos al nivel de la
conciencia inicial del argentinazo y sus presiones. Por el
contrario, señalamos que hay que trabajar -en toda la etapa abierta-
para que a partir del rechazo democrático general, se abran paso
las reivindicaciones sociales, de afectación del derecho de
propiedad, y esto seguramente delimitara a nivel del actual “frente
único del argentinazo”, sectores a derecha e izquierda.
[v].-
“(...) para
definir la situación que vivimos como pre-revolucionaria
(...)”(“La profunda movilización abierta y nuestras tareas”,
texto de la compañera Nora). Creemos que lo que estamos viviendo no
se trata simplemente
de una nueva situación. El marco del argentinazo en curso, es el de
la apertura de una nueva etapa general
de la lucha de clases en el país,
tal cual definimos y votamos por mayoría en el
plenario de cuadros de julio del 2001: “Que
hay un cambio político global en la situación del país, una nueva
etapa de la lucha de clases, otro país con relación a la década del
‘90” (ver
boletín del “Plenario nacional de cuadros”, de julio del 2001).
Evidentemente, esta definición se demostró correcta por
la vía de los hechos
del 19 y 20 de diciembre y significa que hay en el país una
nueva relación de fuerzas entre las clases, más favorable para los
trabajadores que la que impero a lo largo de toda la década del
’90.
No
se debe olvidar que hubo compañeros que en aquel plenario, votaron en
contra de que
se había abierto esta nueva etapa. Incluso hubo compañeros -como los
de Santa Fe- que en una extensa minuta, decían que esta definición
era instrumental para justificar, “por razones de aparato”, el
giro militante. Creemos que es la realidad, la
que se ha encargado de responderles.
Al
mismo tiempo, al hablar la compañera sólo de “situación”, deja
planteado el interrogante de si cree que seguimos en el marco de la
“etapa reaccionaria” que impero en el país a lo largo de la década
del `90. Nosotros, categóricamente, opinamos que no.
Estamos en una nueva etapa general de la lucha de clases, en la que
puede estar planteada la posibilidad de transformaciones de fondo,
revolucionarias y / o contrarrevolucionarias. Porque cerrar el proceso
revolucionario abierto, significara seguramente una dura derrota
adicional, “suplementaria” a la que se produjo en los ‘90.
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