Las vueltas

del Argentinazo

 

Después del Argentinazo

Ha comenzado un proceso revolucionario

Texto votado en el 2º Plenario Nacional de Cuadros del MAS de marzo 2002
y ratificado en el 8 º Congreso (31/05/02)

2. Todo un ciclo histórico cuestionado

Una crisis “orgánica”

La Argentina actual se construyo sobre la base de una derrota “histórica” de los trabajadores: la del proceso abierto en el “Cordobazo”. A partir de ella, se comenzó a poner en marcha todo un ciclo de transformaciones económicas, sociales y políticas del capitalismo argentino. Esas transformaciones, que se orientaron en un sentido radicalmente antiobrero y antipopular, acabaron con la Argentina tal cual fue a lo largo de toda la postguerra.  Operaron una transformación total en la estructura de clases del país.

Estas transformaciones, se hicieron sobre la base del establecimiento de un modo de acumulación del capital  mas directamente sometido a las necesidades de acumulación del capital a nivel internacional y que –claramente- ha significado un tipo de reproducción del capital y social de tipo extremadamente “parasitario”, “rentista” y dependiente. Esto quiere decir, que ha afectado gravemente a la sana reproducción de la fuerza de trabajo, de la base productiva y de los recursos naturales del país, como producto del redoble de la sujeción y semicolonización del país.

Al mismo tiempo, cuando la caía de la dictadura, la “democracia” tomo relevo siguiendo la misma orientación de las transformaciones iniciadas en el ’76. El gobierno de Menem vino a culminar la obra, obra en la que la acumulación de contradicciones termino en la tremenda bancarrota actual. Desde Martínez de Hoz hasta el “menemismo” hay un resultado claro: los dos proyectos “transformistas” de la burguesía, ambos con la pretensión de edificar “un capitalismo sano y competitivo” terminaron en un descomunal fracaso. La tan mentada “expansión” burguesa no se produjo y la clase dominante local culminó endeudada y rescatada financieramente por el Estado argentino. Otra vez, se quiere, como en 1982, que los trabajadores paguen el costo de la crisis.

En este marco, en los últimos 18 años, el régimen democrático burgués ha sido la forma política que asumió la dominación de los capitalistas en el país. Al inicio de este proceso, inmensas expectativas anidaban en las masas, ahora profundamente defraudadas. La combinación de esta bancarrota económico / social, con la descomunal crisis de todas las formas e instituciones de mediación de la democracia, es la que da pleno sentido a la definición de que se vive en el país una crisis total, global, una crisis “orgánica”, no meramente coyuntural. No se trata simplemente de una crisis “económica”, sino una crisis de dominio, en la que la clase capitalista se muestra cotidianamente como lo que es: una clase incapaz de sacar adelante a la nación, incapaz de resolver los más elementales problemas que afectan al país todo, a la gran mayoría de la sociedad. Por esto mismo, no estamos solo frente a una aguda crisis de las tendencias actuantes a lo largo de la década del ’90. Se trata de algo mas: de la posibilidad de levantar la hipoteca de la derrota histórica del ’76. Es por esto que decimos que “todo un ciclo histórico” esta cuestionado.

Decadencia y degradación del país semicolonial

El argentinazo se esta dando en medio de “(...) un brutal reforzamiento de las relaciones de dominación y expoliación de recursos (parte del cual es la fabricación de las deudas externas) desde los centros imperialistas hacia el resto del mundo, en un grado pocas veces visto. Es una mentira interesada que la mundializacion habría unificado de tal forma el mundo que ya no existirían relaciones de desigualdad, opresión, explotación y aun exclusión entre diferentes Estados, regiones y territorios. Por el contrario, el declive de las economías nacionales y el surgimiento de una nueva división internacional del trabajo, significan que el poder económico y político continua geográficamente concentrado en una parte del globo, y la pobreza y la dependencia en la otra, replanteándose nuevas y mas directas formas de dominación, subordinación y (re) colonización, como se puede constatar con el avance del sometimiento de nuestro país al imperialismo en general, y a Estados Unidos en particular” (“Aportar al relanzamiento de la batalla por el socialismo”, pag.59. En “Construir otro futuro”, Editorial Antidoto, nov.2000).

Esta tendencia que ya anotábamos hace dos años, se ha profundizado con todo y hace parte de la crisis que “reventó” con el argentinazo. Por esto, nos queremos detener por un momento, para destacar este aspecto de extrema importancia: la tremenda decadencia y degradación del país, producto de su creciente sujeción y subordinación al dominio del imperialismo. Este es un enorme problema, que esta crecientemente presente como parte de la comprensión  de los mas amplios sectores de masas: una gran mayoría de trabajadores y los sectores populares ha hecho la experiencia con el significado de las imposiciones del FMI, del lacerante pago de la deuda externa, de las privatizaciones de los servicios públicos, de la creciente expoliación de los recursos naturales del país, del paso a manos de capitales imperialistas de los principales bancos, industrias y empresas de comercialización, etc.

En este sentido, la Argentina ha venido a ser un ejemplo extremo de la bancarrota producida en un país por la creciente expoliación del imperialismo. Esto, que requiere un análisis mucho mas de fondo que el que podemos hacer acá, lo marcamos, sin embargo, dado que es un hecho que hay que destacar con fuerza, que al calor del argentinazo, las reivindicaciones y tareas antiimperialistas cobran una enorme importancia. Esto tanto por el “hecho objetivo” de que la tendencia del imperialismo bajo el gobierno de Bush (y en medio de contradicciones con los imperialismo europeos) es hacia una mayor sujeción: prácticamente una (re) colonización económica y política de la mano del proyecto del ALCA, de la dolarización de la moneda y de la transformación del régimen político en un régimen de sumisión “colonial”. 

Como también, por el “hecho subjetivo”, de que las tareas antiimperialistas del argentinazo, han entrado como parte de la comprensión de amplios sectores de masas, de que el país no tiene salida si sigue atado a la subordinación al imperialismo. Y esto es parte también, del cuestionamiento al ciclo histórico inaugurado en el ’76, el que termino de liquidar los aspectos que restaban de “independencia” y “autarquía” del país.

Un proceso revolucionario contra la democracia burguesa

Los acontecimientos del 19 y 20, fueron el epilogo amplificado al infinito, de la crisis abierta en marzo del 2001. A diferencia de aquella oportunidad, en este caso si se abrió una crisis revolucionaria: durante las “jornadas revolucionarias” se expresó, incipientemente, un poder alternativo, de hecho pero para nada consciente ni muchos menos organizado o institucionalizado, en la movilización en las calles.

La irrupción del “argentinazo” convirtió la crisis permanente del gobierno delarruísta, en una verdadera crisis de conjunto del régimen político actual. Esto obedece a razones bien de fondo. Ya desde hace dos años hemos venido señalando la existencia de una crisis de orientación burguesa en el sentido mas profundo del termino: esta en crisis total el “bloque histórico”, el agrupamiento de clases dominantes y del imperialismo, que viene dirigiendo el país desde el año ’76. Por esto, bajo el yugo de la masiva acción de masas, ese bloque entró en una crisis total. Al mismo tiempo, es una evidencia que en ningún momento los trabajadores estuvieron en condiciones de disputar ese poder y que ante esta realidad, la clase dominante esta intentando recomponer sus filas, hoy día por intermedio del gobierno de Duhalde.

En este marco, se esta viviendo, la mas grave crisis política, institucional y de representaciones burguesas y burocráticas que se tenga memoria. La crisis de dominación que estamos viviendo no tiene antecedentes históricos. La movilización de las masas y la experiencia hecha por estas con la “democracia”, esta afectando gravemente esta forma clásica de la dominación burguesa. Uno de los más notables elementos de esta crisis, es que la acción independiente de la población se desarrolla –de hecho- en contra de la democracia capitalista. De ahí que una de las características de este régimen político, que es la de actuar como desvío de las reivindicaciones obreras y populares, a quedado gravemente en cuestión. Los procesos populares que concluyeron en la caída o en la retirada de dictaduras militares contaron históricamente con la restauración democrática como elemento de desvío. En nuestra corriente, a esto se le llamo “contrarrevolución o reacción democrática”. Por esto, una enorme originalidad y desafió revolucionario del actual proceso, es que este esta yendo en contra la democracia burguesa, la que hasta ahora, siempre ha podido reabsorber los procesos revolucionarios, porque sus finos mecanismos de engaño llevan a que –normalmente- las masas consientan este Estado, con la creencia de que ellas lo gobiernan. De ahí, el tremendo significado potencial de los cantos populares como “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, aunque al mismo tiempo, este pesando tremendamente –como decíamos más arriba- el hecho de que este mismo sentimiento, plantea el interrogante de con que reemplazarlo, interrogante frente al cual, las mas amplias masas, aún no tienen respuesta.

Esta crisis política e institucional es orgánica: están cuestionadas todas las instituciones. Están cuestionados y en crisis los mas clásicos partidos tradiciones de la burguesía: la UCR y el PJ. Y están totalmente cuestionados y en crisis, las diversas burocracias que históricamente han dominado y expropiado la conducción y organización del movimiento de los trabajadores. Esto es lo que abre la posibilidad histórica de una recomposición política, sindical y social, de una recomposición global de los trabajadores al calor del proceso que ha comenzado y que hoy debemos pelear porque sea revolucionaria: esto es, debe ir hasta el final, hasta plantearse la transformación socialista del país, si de verdad pretende defender las mas inmediatas necesidades de los explotados y oprimidos.

Por esto mismo, en la Argentina, luego del “argentinazo”, se está abriendo un desafió histórico para la izquierda revolucionaria, lo mismo que para nuestra corriente: en este proceso se juega nuestro derecho a la existencia, nuestra razón de ser.

>>> A la parte 3. “Reforma o revolución” en el siglo XXI

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