Desafíos de un nuevo
tiempo político
Charles-André Udry (*)
La situación política,
económica y social en Brasil, y el programa del gobierno burgués de
coalición (entre el PT y fuerzas decisivas del capital) encabezado por
Lula, es hoy, una de las cuestiones mas discutidas en la izquierda, desde
la izquierda institucional hasta la izquierda radical.
En este sentido, existe una
cierta analogía con la experiencia del gobierno de la Unidad Popular en
Chile (1970-1973). La analogía no tiene que ver con la “naturaleza”
del gobierno, sino con los desafíos que se le presentan a una izquierda
marxista revolucionaria.
Por aquella época, las
reflexiones, los debates sobre estrategia y programa, la autoorganización
de las masas, y la relación de la izquierda revolucionaria con el
gobierno de Salvador Allende, eran parte de una discusión abierta, a
veces dura, pero asumida como una necesidad política ineludible. A nadie
se le ocurría hacer una reflexión y un debate a puertas cerradas, sobre
una experiencia política de tal trascendencia. En Europa, por ejemplo,
fuerzas como la Liga Comunista Revolucionaria (Francia) y Avanguardia
Operaria (Italia) discutían permanentemente sobre esta experiencia.
Hoy día, el mismo proceso
de debates se inicia con el gobierno Lula y la situación en Brasil.
Quienes siguen con atención los artículos, editoriales y comentarios de
la prensa financiera y los periódicos burgueses, pueden entender que la
situación de Brasil y la actuación de su gobierno de coalición,
adquieren una dimensión que va más mucho más allá de Brasil y de América
Latina, es decir, existe una dimensión internacional.
Es en este cuadro, que se
organizó el sábado 22 de noviembre en Porto Alegre, un Seminario de
debate sobre la situación internacional y la crisis del neoliberalismo en
América Latina, y a Un año de gobierno Lula. La formación de nuevo
partido para los trabajadores.
Fue una primera tentativa
-limitada por su carácter regional y por las fuerzas políticas y
sociales presentes- de intercambiar ideas y perspectivas sobre la política
concreta del gobierno Lula, y las respuestas del movimiento de masas y las
posibles propuestas alternativas. El titulo de la segunda parte de la
convocatoria al seminario, ya significaba un tremendo desafío. De allí,
la necesidad de un debate abierto, amplio, prolongado en el tiempo y con
un verdadero alcance nacional (espacio del Estado federal brasilero).
En este primer intercambio
al que fui invitado, participaron la diputada federal Luciana Genro, y
Roberto Robaina (Movimento Esquerda Socialista) Pedro Fuentes (Movimento
Esquerda Socialista y revista Movimiento) José de Campos y Otavio Röhrig
(Socialismo e Liberdade); Mario Maestri (historiador marxista y militante
de la izquierda social), Roberto Ponge (profesor, ex-miembro de la dirección
estadual del PT); y militantes del Movimento Terra, Trabalho y Liberdade.
El Seminario, esto es lo más importante, contó con la presencia de
decenas de sindicalistas, activistas de los movimientos sociales y
militantes del PT.
Sobre el balance de los
primeros nueve meses del gobierno Lula, hubo un consenso muy amplio. Esto
no es asombroso si se comprueba a diario el programa neoliberal del
gobierno Lula, o se pueden leer comentarios como los de Jorge Eduardo
Saavedra Durao, director de la ABONG (Asociación Brasilera de las ONGs):
“En el marco económico, Lula no ha hecho nada para salir del modelo
neoliberal de su predecesor Cardoso. De un modo determinado, ha impulsado
la agro-industria, fuentes de divisas para la exportación, y en
consecuencia ha dado la autorización de sembrar la soja transgénica...Todo
parece controlado por el Ministerio de Economía y su estricta ortodoxia.
Lula se hace de esta manera la ilusión, que se puede conquistar en un
modo duradero la confianza de los mercados financieros. Pero esto
significa que cada día se debe doblegar ante sus dictados. No se puede
imaginar que podemos cambiar de modelo sin conflictos. Con esta orientación
y este ritmo, importantes compromisos asumidos con el electorado no van a
ser respetados. Los diez millones de empleos anunciados, por ejemplo: el
desempleo nunca ha sido tan importante como hoy. En la capital eeconómica,
Sao Paulo, alcanza al 17% de la población activa”. (Politis, Francia,
30-10-03)
Esta constatación expresa
de un modo concreto, los resultados de una política que acepta la
subordinación al régimen de acumulación del capital imperialista.
De un modo emblemático, la
consecuencia social del continuismo neoliberal se puede comprobar en dos
cifras: el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE), indica
que el número de niños entre 10 y 14 años que deben trabajar en las
regiones metropolitanas de Brasil ha aumentado un 50% entre enero y
septiembre 2003, y un 76% desde septiembre 2002 a septiembre 2003. Esto
marca que existe un proceso de consolidación y ampliación de la
superexplotación de los niños trabajadores en zonas como Sao Paulo,
Porto Alegre, Río de Janeiro, y Salvador. (ver Correio da Cidadanía Nº
373, 22 a 29 de noviembre 2003). Simultáneamente y como ironía amarga,
se puede leer en la primera página del diario financiero Gazeta
Mercantil, del 22-23 de noviembre: “Cartier crece 40% en Brasil. Marca
invierte para mantener al país (Brasil) en el 3er lugar en ventas en el
mundo”.
Existe una discusión en la
izquierda del PT sobre la posibilidad de que este gobierno pueda cambiar
realmente de rumbo, y no apenas giros sobre elementos que no son intrínsicos
a la lógica del modelo socio-económico neoliberal. Ante esta
interrogante, una primera respuesta fue dada por el núcleo dirigente del
PT incluso antes de las elecciones de octubre 2002: fue su determinación
política de acordar un alianza con fracciones decisivas de la burguesía
brasilera, agro-exportadora, industrial y financiera. Para algunos
observadores sutiles de la realidad de Brasil, este elemento socio-político,
con dimensión de clase, era un especto central para decir que el rumbo
neoliberal del gobierno Lula era imposible o extremamente improbable de
modificar.
En ese sentido, la
formulación de “gobierno en disputa” parece equivocada o, por lo
menos, no adecuada a la realidad. Eso no implica que cierta movilización
social (si es fuerte) no pueda generar cierta inflexión, parcial y
sectorial, de la política gubernamental. Aunque sin modificar el eje
fundamental del programa neoliberal. Los acuerdos con el FMI, son una
ilustración de lo que el economista de izquierda César Benjamin define
así: “El programa de ajuste estructural del FMI, pasó a ser cosa
nuestra”. Concretamente, esta fórmula significa que las exigencias del
FMI han sido integradas en la Ley de Directrices Presupuestarias (LDO, en
portugués) hasta el 2006 (ver el estudio de César Benjamin, “Las
relaciones de Brasil con el FMI”, en Outro Brasil, 2-10-03).
Otra confirmación de la
negativa a todo cambio real por parte del núcleo dirigente del PT y del
gobierno Lula, fue la contrarreforma de la Previsión Social (Previdencia)
impuesta, pese a la movilización de los funcionarios públicos, y con el
voto de la casi totalidad de los diputados federales del PT. Un voto
ejercido bajo la coerción y la amenaza de sanciones y expulsiones,
realizadas por la cúpula petista-gubernamental. Solamente tres diputados
(Luciana Genro, Joao Batista Babá y Joao Fontes) tuvieron el coraje y el
instinto de clase de votar en contra. En estos días, la contrarreforma
será presentada en el senado, y el mismo coraje e instinto de clase
anuncia la senadora Heloísa Helena. El diario Folha de Sao Paulo
(25-11-03) informa que: “La senadora Heloísa Helena (PT-Alagoas) que ya
está separada de la bancada petista por estar en contra de la reforma de
la Previdencia, reafirmó que votará en contra de la enmienda
constitucional”. La senadora afirmó: “Voy a votar con la concepción
programática que aprendí a lo largo de la historia, dentro de mi
partido”. El diario concluye, que el voto de la senadora “es el gesto
que la dirección del PT espera para expulsarla”.
En el futuro próximo, la
izquierda del PT va a enfrentar otros desafíos, como por ejemplo, cual
actitud a adoptar, ante la renovación del acuerdo con el FMI. Un
manifiesto ya circula para su firma con el título “Es posible y
necesario no renovar el acuerdo de Brasil con el FMI”. El manifiesto ha
sido impulsado por más de una decena de diputados del PT, entre ellos,
Chico Alencar (PT-RJ) Tarcisio Zimmermann (PT-RS), Luciana Genro (PT-RS),
Joao Fontes (PT-SE) y Babá (PT-PA).
Otro de los temas centrales
es la urgencia de la reforma agraria. En una entrevista, el dirigente del
MST, Joao Pedro Stédile afirma: “lo importante no definir objetivos,
sino garantizar la estrategia de hacer de la reforma agraria un programa
prioritario (...) porque la paciencia tiene un límite, principalmente
cuando aprieta el estómago”. (revista Carta Capital, Sao Paulo,
26-11-03). Sin embargo, el proceso de la reforma agraria en el 2003 ha
sido muy limitado, como lo ha reconocido el propio ministro de Desarrollo
Agrario, Miguel Rossetto. El pader Tomás Balduino, presidente de la
Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), afirma que aún con el nuevo plan,
“el gobierno está indicando que hará una reformita agraria igual a la
del ex-presidente Fernando Henrique”. (Carta Capital, ibdem)
La analogía entre la
reforma agraria de Lula y la de Cardoso, está basada en el número de
familias campesinas asentadas y las tierras desapropiadas (con el pago a
los latifundistas). Es evidente, que se deben incluir, para hacer una
cierta comparación, otros factores, como los servicios de electricidad,
agua, salud, y educación. Pero en este cuadro, un elemento decisivo son
los recursos para financiar una reforma agraria real como exige el MST. Así,
el anuncio de una aceleración de la distribución de tierras durante el
2004, 2005 y 2006, que implica asentar 350 mil familias (cuando el plan
inicial elaborado por Plinio de Arruda Sampaio contemplaba asentar a un
millón de familias hasta el 2006) plantea interrogantes a muchos
especialistas de la cuestión agraria.
El profesor Zander Navarro,
de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, simpatizante del MST,
dice: “el gobierno tendría que comprar 25 hectáreas por familia (cerca
de 10 millones de hectáreas en total) en tres años. ¿Con qué dinero,
si el presupuesto continúa apretado, como desde el inicio del
gobierno?” Y responde después que el periodista le recuerda que
Fernando Henrique consiguió asentar en ocho años a 520 mil familias: “
Estos son números oficiales, cuestionados por el MST. De cualquier forma,
era otra época. Los hacendados y granjeros estaban endeudados y golpeaban
la puerta del INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma
Agraria) ofreciendo tierra para vender. Hoy es lo contrario. La tierra está
supervalorizada, la soja se convirtió en dinero vivo. Será mucho mas difícil
comprar. Sin hablar que siempre ocurre demora en las desapropiaciones, en
función de los recursos judiciales.” (Zero Hora, Porto Alegre,
22-11-03) Es por esta razón el geógrafo Bernardo Manzano, profesor de la
UNESP, uno de los técnicos que participaron en el plan de Plinio de
Arruda Sampaio, afirma: “no es importante el tiempo, si es cuatro u ocho
años, pero si no se hace una amplia desapropiación, no se puede hablar
de reforma agraria. En lo máximo, sería una política de
asentamientos”. (Carta Capital, ibdem)
De hecho, entre muchos
problemas, dos son los inmediatos: primero, el grado de conflictualidad y
enfrentamiento con los latifundistas y sus bandas de pistoleros (que tiene
como saldo solo en este año, decenas de sin tierra asesinados) y con el
modelo agro-exportador (el IBGE calcula que 100 mil familias son
expulsadas del campo por año, debido a la estructura de producción);
segundo, el sistema de pago por la desapropiación, los Títulos de la
deuda agraria (TDAs) hacen parte de la deuda interna y del cálculo del
superátiv primaria que está integrado en el acuerdo firmado con el FMI.
Así, el ritmo y la calidad de la reforma agraria, depende de una
modificación profunda del sistema de los TDAs, un hecho que el ministro
Rossetto tiene claro en teoría, aunque en la práctica sea distinto. Es
posible que Tomás Balduino de la CPT, entienda cuales elementos hay atrás
de estas dificultades: el programa de la coalición con sectores de la
gran burguesía agraria y financiera. Por está razón, Balduino declaró
frente a Lula y a Rossetto: “Pedimos a Dios que ayude a Lula a acabar
con las maldiciones de los transgénicos, del latifundio, del agro-negocio
y del trabajo esclavo.” (Folha de Sao Paulo, 22-11-03)
La conformación del
gobierno Lula y su orientación práctica, coloca problemas similares al
programa Hambre Cero (ver Laura Tavares, “El Programa Hambre Cero”,
Outro Brasil, 3-11-03. www.outrobrasil.net) o a la política de pago de la
deuda externa (ver Eric Toussaint en francés www.alencontre.org y en el
sitio del CADTM, www.cadtm.org; en castellano Correspondencia de Prensa Nº
61, 20 de octubre 2003) En un futuro muy próximo, los miembros del PT,
los sindicatos, el movimiento asociativo, deberá enfrentarse, también,
a la posición del gobierno Lula sobre el ALCA y a la
contrarreforma de la ley laboral, sin olvidar de la cuestión salarial.
En la izquierda del PT, la
participación en el gobierno fue un parte aguas. La participación en el
gobierno, tanto con ministros o cuadros de alta responsabilidad, era
justificada por la fórmula de que el gobierno, su programa y su práctica,
estaban “en disputa”. César Benjamin, luego de nueve meses de
gobierno Lula, concluye: “Hablar de ´un gobierno en disputa´ era un
error hace nueve meses. Hoy, es apenas complicidad con los
charlatanes. La cooptación del PT por el sistema del poder es la mas
vergonzosa de todas, pues viene disociada de cualquier ganancia real para
la base social que se debería representar. Al contrario, el PT aceptó
ser verdugo de su base social.” (Caros Amigos Nº80, noviembre 2003, pág.
19)
Esta cuestión central, la
disociación con las necesidades urgentes de su base social y de la mayoría
del pueblo explotado -subproducto lógico y fisiológico de la alianza con
sectores capitalistas claves- es el límite real contra toda participación
en el gobierno de una corriente de izquierda del PT. Esta opción es
discutida hoy, abiertamente, por la izquierda radical (incluso la
izquierda “moderada”) y
por amplios sectores de los movimientos sociales, a nivel internacional.
Como fue comprobado, por ejemplo, en el reciente Foro Social Europeo de
noviembre en París. El criterio de la relación con el gobierno Lula, no
puede ser, entonces, el “test” de las expulsiones (o no) de los cuatro
parlamentarios radicales (Luciana Genro, Babá, Joao Fontes y Heolísa
Helena).
Es evidente, que las
amenazas, las sanciones y las posibles expulsiones (que el presidente del
PT, José Genuino a vuelto a reiterar) hacen parte de la política del núcleo
dirigente del PT y del gobierno. Pero en este terreno, para tomar la fórmula
de César Benjamin, “la razón cínica” puede conducir a la dirección
del PT a muchas maniobras organizativas para buscar una división de los
parlamentarios de izquierda, para retrasar medidas punitivas, y para
evitar una convergencia política y afectiva entre el descontento de una
parte de la militancia del PT, un potencial movimiento social, y las
expulsiones de los radicales. Todavía más, cuando una de las figuras
radicales tiene, como Heloísa Helena (militante de la tendencia
Democracia Socialista a la cual también pertenece el ministro Miguel
Rossetto) una dimensión político-mediática nacional y una identificación
fuerte con sectores sociales explotados. La base de esta “razón cínica”
es un proceso integrado de modificación social y de asimilación
institucional de la mayoría de la dirección y los cuadros del PT (no es
una caracterización moral individual). Un proceso que el sociólogo
Francisco "Chico" de Oliveira ha comenzado a analizar en su
libro “Crítica a la razón dualista el ornitorrinco”. (Editorial
Boitempo, Sao Paulo, octubre 2003, especialmente páginas 125 a 150)
En la izquierda del PT y en
fuerzas radicales, el análisis y las críticas de la política del
gobierno Lula, están absolutamente claras; incluso sectores que
participan en el gobierno, hacen críticas “duras” particularmente al
modelo económico. Pero una cuestión muy difícil se les plantea a las
corrientes clasistas sindicales, a la izquierda anticapitalista y
antiimperialista que participó durante todos estos años en la construcción
del PT y que continúan luchando adentro del partido, y a fuerzas que se
ubican por fuera del PT como el PST-U. (sobre el PST-U, ver Mario
Maestri,
“La difícil lucha por un partido de los trabajadores”. La Insignia,
Brasil, noviembre 2003 y Correspondencia de Prensa Nº 142, 22 de
noviembre 2003)
El gobierno Lula es el
producto de una elección masiva que expresa una esperanza de cambio, pero
no en un cuadro de ascenso de las luchas sociales. La crisis impacta muy
fuerte sobre la gente, y el delegacionismo en un figura emblemática,
paternal como Lula, con la que sectores populares se pueden identificar,
es un elemento decisivo de la situación política. La asimetría entre
los juicios severos, por ejemplo, de una persona moderada como el
presidente de la ABONG, que citamos anteriormente, y la audiencia popular
que mantiene Lula y que el PT aún puede capitalizar en las próximas
elecciones municipales (octubre 2004), es un factor político que debe ser
integrado en la elaboración y la actuación de una alternativa política
desde ahora, y a medio plazo, en perspectiva político-organizativa.
En el Seminario de Porto
Alegre, parte de los debates se concentraron sobre la necesidad de
participar y responder con propuestas concretas en todo movimiento de
resistencia y de lucha que se genere como resultado de los efectos de la
política económica del gobierno. Eso plantea la necesidad de conformar,
paso a paso, un bloque social y político anticapitalista y
antiimperialista; un bloque que exprese el proceso muy desigual de toma de
conciencia de los desafíos inmediatos y de su relación con la política
del gobierno Lula. Tal proyecto no se puede desarrollar y consolidar en
una acción que se limite, en lo esencial, a la institucionalidad (por
ejemplo la idea de reforzar a la izquierda del PT en ocasión de las
elecciones municipales) o a los debates políticos y programáticos al
interior del PT.
En un contexto como el de
Brasil, ya por su dimensión geográfica y su tejido social complejo, el
ritmo y la forma de interacción entre la política del gobierno, las
luchas, los debates políticos, las iniciativas tomadas por movimientos
sociales y corrientes políticas, van a determinar el espacio y el momento
político que permita que una alternativa político-organizativa entre en
sintonía con la necesidad urgente de sectores de masas. No es un problema
abstracto. Algunas veces, la cuestión del ritmo es una síntesis de la
acción política. Para enfrentar este tipo de problemas, la prioridad es
la capacidad de participar en todas las luchas sociales, de tomar
iniciativas de unidad de acción para desarrollar campañas políticas de
alcance nacional (sobre el ALCA y el FMI) que respondan a problemas
concretos de la gente, y a la historia reciente de movilización social y
política en Brasil.
Sin este tipo de mediación,
el peligro de una autoafirmación ultimatista sobre un “nuevo partido de
los trabajadores”, es muy grande. Es en las iniciativas de unidad de
acción con sectores sociales y militantes políticos que mantienen todavía
un grado, normal, de confianza en un posible “giro la izquierda” del PT que
se puede construir un bloque social y político anticapitalista y
antiimperialista, palanca del movimiento por un nuevo partido.
En las luchas sociales, en
los análisis precisos de la política del gobierno Lula, en las campañas
nacionales, se puede desarrollar una discusión, un debate público, para
desarrollar los elementos de un programa alternativo, con el fin de
concretar los cambios societarios que los programas iniciales del PT
proponían, cambios que se mantienen en la cabeza de muchos militantes y
activistas, y que son necesarios para la mayoría del pueblo trabajador y
explotado.
Es en este cuadro general,
núcleos de militantes sociales y corrientes políticas, pueden discutir,
intercambiar -algunas veces modificando relaciones sectarias debido a
historias pasadas- para desarrollar los elementos programáticos sólidos
y amplios, útiles a la elaboración de una alternativa política de
conjunto y a la construcción de una nueva fuerza política, sin plazos
definidos hoy día.
CORRESPONDENCIA
DE PRENSA [Nº 145
- Noviembre 25 - 2003]
Traducción de Liliana Caviglia para Correspondencia de Prensa
* Militante del Movimiento
Por el Socialismo (MPS) y de ATTAC-Suiza. Economista del Sindicato de la
Industria y la Construcción, y director de la revista À l´encontre
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