“Referéndum
Revocatorio”
Una
tramoya fraudulenta impuesta por el imperialismo
Por
Roberto Ramírez
Socialismo o Barbarie, periódico, 08/07/04
El
15 de agosto se realizará en Venezuela un referéndum. Los electores
votarán por Sí o por No a la siguiente pregunta: “¿Está
usted de acuerdo con dejar sin efecto el mandato popular otorgado...
al ciudadano Hugo Rafael Chávez Frías como Presidente de la República...?”
Se trata del llamado “Referéndum Revocatorio”, mecanismo
previsto en la Constitución, por el cual se puede destituir no sólo
al presidente sino también a cualquier otro funcionario electo, por
ejemplo a los diputados.
Esto,
que formalmente es un mecanismo democrático, en este caso es
utilizado por el imperialismo yanqui y sus lacayos de la burguesía
local, para tratar de dar un duro golpe a los trabajadores y el pueblo
venezolanos. Quieren lograr, por medios “democráticos”, lo que no
pudieron con los dos anteriores intentos de golpe de estado. La
“revocación” de Chávez no sólo permitiría abrir las puertas a
la recolonización de Venezuela, sino también dar una lección al
resto de América Latina: que no se toleran actitudes
independientes, por limitadas que ellas sean.
EEUU
con el Referéndum quiere repetir lo de las elecciones de 1989 en
Nicaragua, que terminaron de enterrar en ese país (y en toda Centroamérica)
el proceso revolucionario abierto diez años antes. Otro parecido es
que ambos casos –elecciones nicaragüenses y referéndum
venezolano– fueron consecuencia directa de la capitulación de
sus respectivas direcciones, la de los sandinistas antes y ahora
la de Chávez.
¿“Batalla
de Santa Inés” o acatamiento a Washington?
Chávez
y la mayoría de los personajes del régimen quieren presentar este
sometimiento a las presiones del imperialismo y la gran burguesía
venezolana como una “genial” maniobra táctica. Lo comparan con la
“batalla de Santa Inés”, peleada el 9 y 10 de septiembre de 1859
por Ezequiel Zamora, durante la llamada Revolución Federal (1859-63).
Este legendario caudillo encabezó un levantamiento de campesinos
pobres, peones de hacienda y antiguos esclavos contra los
terratenientes y las grandes fortunas, agrupados en el Partido
Conservador. Su lema era: “¡Oligarcas, temblad!”
En
un momento de la guerra, Zamora no presentó batalla y simuló huir
para atraer a las tropas del gobierno oligárquico a un terreno más
favorable para los revolucionarios, el de los Llanos. Allí finalmente
se volvió contra el ejército gubernamental y lo aniquiló en dos días
de combate.
Chávez
compara, entonces, la aceptación del Referéndum con esa histórica
batalla de Santa Inés. Dice que, igual que Zamora, ha logrado engañar
a la oposición burguesa-imperialista y la ha llevado a una trampa, a
pelear en el terreno supuestamente más favorable a la fuerzas
populares: el de las urnas y el voto.
Por
supuesto, esta rebuscada teoría autojustificatoria no tiene nada que
ver con los hechos. Han sido la burguesía y el imperialismo desde
hace más de un año los que eligieron el terreno de la próxima
batalla para tratar de tumbarlo, el terreno de la podrida y
fraudulenta “democracia” burguesa.
Los
dos intentos anteriores de derribar a Chávez —el golpe de estado de
abril del 2002 y el paro patronal-petrolero que duró de diciembre de
2002 a febrero del 2003— fueron derrotados por las masas
trabajadoras y populares en el terreno de la lucha de clases,
de la movilización y la acción directa, no del voto. Y ambos
triunfos fueron logrados a pesar del propio Chávez y de su política
conciliadora.
En
el golpe de abril del 2002, Chávez se había rendido sin luchar,
dando paso así al establecimiento durante uno o dos días de un
remedo de gobierno dictatorial encabezado por el presidente de la
central patronal Fedecámaras. Fue la masiva movilización popular
ante este atropello, movilización que sumó también a un sector de
las fuerzas armadas, la que derrotó ese primer golpe. Bajo formas
distintas, la historia se repitió durante el “golpe petrolero” de
diciembre 2002-febrero 2003. La movilización impuso de hecho el
control obrero en PDVSA, la empresa petrolera venezolana, lo que hizo
fracasar la tentativa de paralizar la economía del país.
Después
de estas victorias, la política de Chávez no fue la de aprovecharlas
para aplastar definitivamente la contrarrevolución
burguesa-imperialista. No sólo perdonó a los criminales golpistas,
responsables de decenas de muertes y de miles de millones de dólares
de pérdidas, sino que a mediados del año pasado terminó haciendo un
acuerdo con la oposición para que comenzara a levantar firmas para
realizar el Referéndum.
La
recolección de firmas fue otro capítulo escandaloso. Aunque la
patronal, el gobierno de EEUU, las corporaciones extranjeras, las
cadenas de televisión y los curas se movilizaron e invirtieron
decenas de millones de dólares en la campaña, aunque los patrones
obligaban a sus empleados a firmar bajo pena de despido, la
contrarrevolución no logró las firmas suficientes. Entonces,
falsificaron centenares de miles de firmas, duplicaron o triplicaron
los formularios, hicieron firmar a decenas de miles de muertos, etc.,
etc.
La
cosa fue tan grosera que el mismo Consejo Nacional Electoral (CNE), en
buena parte comprometido con la oposición, no pudo inicialmente
aceptar el mamarracho. Pero allí entraron a operar las presiones del
imperialismo. Mientras los funcionarios del Departamento de Estado
golpeaban la mesa exigiendo el referéndum, los “mediadores” y
“observadores imparciales” como la OEA (Organización de Estados
Americanos) y el Centro Carter, presionaban en el mismo sentido.
Finalmente, la máxima dirección oficial del chavismo, el Comando
Ayacucho, terminó rindiéndose el mes pasado, pactando la realización
del tramposo referéndum. ¿Qué tiene que ver esto con el antiguo
caudillo popular Ezequiel Zamora y sus tácticas?
¿Cuál
es el terreno más favorable?
Pero
la más grave diferencia con la batalla San Inés es que la democracia
burguesa, el terreno en que se va a desarrollar la “batalla” del
Referéndum, es siempre el terreno más desfavorable para los
trabajadores y las masas.
Es
por eso que, desde hace varias décadas, sobre todo en América
Latina, el imperialismo yanqui adoptó –con bastante éxito– la
política de “contrarrevolución democrática”, de ahogar los
procesos de lucha y revolucionarios en el pantano de las elecciones.
Esa es la línea que aplica en Venezuela, combinando “el palo y la
zanahoria”. Por un lado, da aliento a grupos paramilitares
importados de Colombia, amenazando con una invasión desde ese país y
promoviendo el golpismo en las fuerzas armadas de Venezuela. Por el
otro, motoriza al inefable Jimmy Carter, la OEA y el “grupo de
amigos”, para buscar una “solución democrática”. Al final,
todos presionaron en el mismo sentido: el de Referéndum.
Esto
merecería una reflexión más amplia que aquí no podemos
desarrollar. El sufragio universal, en las condiciones de la
“democracia burguesa”, es decir la “democracia” bajo el total
dominio capitalista de la economía, de los medios de comunicación y
del aparato del Estado, es hoy el mecanismo más tramposo de
legitimación y de reproducción de la hegemonía de la burguesía.
Esto es doblemente cierto en nuestros países, donde la
“democracia”, además de ser burguesa es colonial,
ya que implica además la dominación de imperialista.
Sólo
en otro contexto, el del derrocamiento del estado burgués y la
expropiación del gran capital y sus medios, y del establecimiento de
un nuevo estado –el poder democrático de los trabajadores y los
sectores populares–, el sufragio universal podría quizás comenzar
a expresar realmente los intereses generales de la sociedad y de sus
distintos sectores.
Hoy,
en el caso de Venezuela, este terreno más desfavorable para las
masas, tiene expresiones concretas. Veamos algunas:
Los
medios de comunicación están casi totalmente en manos de la oposición
patronal-imperialista. En esas condiciones, decir que en el Referéndum
puede haber un “debate democrático” es la más cínica mentira.
Las pantallas de TV, las radios y la “gran prensa”, monopolizadas
por el “grupo Cisneros” y otras corporaciones, vomitan diariamente
una catarata de falsedades y provocaciones con total impunidad.
Lo
que resta de los medios es usufructuado por Chávez o por los altos
personajes de su entorno. Las organizaciones obreras y de masas,
aunque son en su gran mayoría chavistas, no tienen en la misma medida
acceso a los medios.
Este
sólo hecho convierte el Referéndum en una farsa antidemocrática. En
estas condiciones, no se puede dar validez a este mecanismo ni
menos aún apostar a él todas las fichas.
Por
otra parte, la llamada “Revolución Bolivariana” no ha tomado
medidas serias para que el aparato electoral de Venezuela funcione con
una mínima credibilidad democrática. Un partidario de Chávez,
describe bien en un artículo –El fraude electoral está en
marcha, Aporrea, 03/07/04–, los múltiples mecanismos
fraudulentos de un aparato que en gran medida sigue estando en manos
de elementos de los antiguos partidos, que lo manejaron durante décadas.
Por ejemplo: no se ha sacado del registro electoral los fallecidos
desde hace 30 años, cuyas cédulas siguen en su poder.
Además,
en Venezuela existe el antidemocrático requisito de tener que
inscribirse previamente para votar. Esto, de por sí, produce una
“selección social” de votantes. Los ricos y las clases medias se
inscriben en mayor porcentaje que los pobres. Asimismo, los
funcionarios opositores que dominan en muchos casos los Centros de
Inscripción Electoral, sabotean la inscripción de ciudadanos que dan
como domicilio los barrios pobres, de mayoría chavista, entregando
recibos falsos. Otra maniobra detectada es la de cambiar los
domicilios de residentes de los barrios chavistas, inscribiéndolos en
ciudades lejanas, donde no pueden ir a votar.
Para
inscribirse, hay que estar cedulado. Este es otro filtro social. Como
advierte en otro artículo una activista chavista, “en un país
donde existe un 80% de pobres... en un país de excluidos, un gran número
[de personas], como resultado de esa misma exclusión, no tienen lo
que llamamos ‘los papeles en regla’; no tiene cédula laminada o
no están inscriptos en el Registro Electoral, lo que los excluye de
votar”. (La encuesta que más me gustó, Aporrea,
02/07/04)
Y
así podríamos seguir enumerando los problemas y trampas que la misma
prensa chavista se ve obligada a
denunciar en este terreno supuestamente “mas favorable”.
Chávez
puede ganar el Referéndum, pero el problema seguirá en pie
Lo
que decimos, no significa que Chávez no pueda ganar el Referéndum.
Es más, en estos momentos las encuestas de la misma
“Coordinadora Democrática”, realizadas por empresas yanquis, dan
triunfador a Chávez, aunque por un margen pequeño, que
puede revertirse.
El
Referéndum tiene además reglas peculiares. Para revocar a Chávez,
el voto por “Sí” no sólo debe ser mayoría sino que también
debe superar el número de votos obtenidos por Chávez en la elección
presidencial de julio del 2000; o sea, 3.757.733 votos. De todos
modos, aunque no llegase a esa cifra, si la votación por destituir a
Chávez fuese mayoritaria, su gobierno quedaría malherido.
Pero
la calamidad del Referéndum no se limita simplemente a que el triunfo
de la oposición abriría seguramente las compuertas a una violenta
ola reaccionaria, que se dirigiría en primer lugar a aplastar al
movimiento obrero y de masas, y a los activistas sindicales y
populares, que estarían además desmoralizados y confundidos por
haber jugado el todo por el todo al resultado de una elección
tramposa y no de una movilización.
La
otra posibilidad, que Chávez gane, tampoco resuelve las cosas.
Es completamente falsa la pintura que se hace desde el gobierno, que
entonces la oposición burguesa y el imperialismo estarían obligados
a acatar lealmente el resultado. Ya han comenzado la campaña de que
si pierden el Referéndum, eso se debería a que hubo fraude. Los
“observadores internacionales”, como el Centro Carter y la OEA,
seguramente les darán la razón, como ya hicieron con la escandalosa
falsificación de firmas. Y así estará instalado casi inmediatamente
el escenario para la continuar la confrontación., ahora bajo el manto
de una campaña internacional contra la “dictadura castrocomunista”
de Venezuela, que no permite elecciones limpias.
Si
se pierde el Referéndum, se puede perder todo. Y si se gana, no se
logra gran cosa. Es que el problema de fondo no es de “tácticas”
ni tiene nada que ver con Santa Inés. El gran problema es que en
cualquiera de las dos variantes –triunfo o derrota en el Referéndum–
Chávez sigue una estrategia nefasta: la de encerrar el
proceso político venezolano y al movimiento masas en la jaula de la
democracia burguesa y del estado capitalista, impidiendo el
desarrollo de un poder de los trabajadores y los sectores populares.
Ese poder se insinuó claramente en el enfrentamiento a los anteriores
intentos de golpe. La estrategia de Chávez va en sentido
opuesto. Ése es el eje de la cuestión.
>>>Ver
artículo: ¿Política independiente o "consejeros
revolucionarios" de Chávez?
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