Dilema
para los luchadores venezolanos
¿Política
independiente o “consejeros revolucionarios” de Chávez?
Por
Roberto Ramírez
Socialismo o Barbarie, periódico, 08/07/04
La
decisión del Consejo Nacional Electoral de aceptar las
falsificaciones de firmas y, sobre todo, el inconsulto giro de Chávez
y el “Comando Ayacucho” hacia el acuerdo con la oposición y
Carter para hacer el Referéndum parecen haber tenido su impacto entre
las corrientes que se ubican en el ala izquierda del chavismo y, en
general, entre los activistas obreros y sociales. Es que en los últimos
meses, la pelea contra el Referéndum fraudulento había estado en el
centro de la lucha política de esos sectores de la vanguardia
venezolana.
Para
mayor desconcierto, la capitulación al Referéndum-trampa estuvo,
además, precedida por un aparente “giro a la izquierda” de Chávez,
aunque este giro como de costumbre se desarrolló en los discursos más
que en los hechos. Así, el 16 de mayo, ante una movilización
multitudinaria, Chávez anunció que “la revolución entraba en
su fase antiimperialista” y que ello obligaba a varias a tareas,
entre ellas la organización de la “defensa popular”. Esto
fue interpretado (equivocadamente) por algunos sectores de la
izquierda (con alborozo) y de la derecha (con pavor), en el sentido de
que Chávez comenzaría a implementar el armamento popular. Quince días
después, las ilusiones en la “defensa popular” se desvanecían
ante la desagradable realidad de la aceptación del referéndum. El
voto y el registro electoral, en vez del fusil y las milicias
populares. Democracia burguesa, en vez del poder de los trabajadores y
el pueblo.
Estas
oscilaciones a izquierda y derecha han sido clásicas en este tipo de
gobiernos, que fueron frecuentes en los países semicoloniales después
de la Segunda Guerra Mundial (1939-45). Muchos fueron bastante más a
la izquierda que Chávez, pero ninguno de ellos llegó a un punto de
ruptura con sus burguesías nativas, aunque a veces tuvieran duros
enfrentamientos con ellas y con el imperialismo, y hasta algunos
llegaron a decirse “socialistas”.
Esperanzas
y realidades
Olvidando
estas experiencias del pasado, en varias corrientes de la izquierda
revolucionaria, dentro y fuera de Venezuela, existe la creencia de que
Chávez, en alguna medida, ya ha roto con la burguesía, o que va en
camino. Otros sostienen que Chávez encabeza una “revolución democrática”.
De una u otra manera, explícita o implícitamente, se alienta la
esperanza de que podría emprender un rumbo anticapitalista y hasta
socialista. Otras corrientes, sin pretender ir tan lejos, piensan que,
de todos modos, a caballo de la “revolución bolivariana”
encabezada por Chávez, se podrían imponer medidas nacionalistas y
antiimperialistas radicales.
Hay
muy diversas concepciones, puntos de vista y programas. Abarcan, como
dijimos, desde sectores socialistas revolucionarios (de raíces
trotskistas) hasta nacionalistas radicales. Pero, con todas sus
diferencias, tienen en común una política: la de constituirse en el
“ala izquierda” del chavismo, combinando los “consejos
revolucionarios” a Chávez con las críticas y las presiones
para que el comandante y su “revolución bolivariana” vayan más
lejos.
El
documento de una corriente nacionalista radical, difundido en la web
por Rebelión, ilustra bien esta política. Más allá de la
mayor o menor magnitud de esta corriente —el “Movimiento Poder
Popular”— lo citamos porque sintetiza muy bien esa línea de consejos,
críticas y presiones, que ha sido clásica en las alas izquierdas
de los movimientos nacional-populistas del tercer mundo.
Este
“Documento sobre la coyuntura y la propuesta táctica”
comienza reconociendo la gravedad de la situación, contra el
triunfalismo que se quiere imponer desde “la dirigencia de los
partidos representados en el famoso Comando Ayacucho (Podemos; PPT,
MVR)”, que constituyen el “entorno” oficial de Chávez, sus
funcionarios y parlamentarios.
Los
compañeros analizan correctamente que, con el Referéndum, el
imperialismo busca infligir “una derrota estilo nicaragüense”.
“Sin
embargo —dicen más adelante— esta lectura que hacemos
del Proceso pareciera que no es la misma que tiene la casta dirigente
que durante estos cinco años ha conducido al Proyecto Bolivariano a
una peligrosa situación que coloca todo lo acumulado por nuestro
pueblo al borde del precipicio... Son las castas corruptas y
manipuladoras de Comando Ayacucho, la ineptitud del cadavérico
Comando Político de la Revolución los únicos responsables de hacer
peligrar la continuidad del Proceso Revolucionario.
“[...]
Nuestro pueblo no se merece este camino, pues ha sido el único en
todo este tiempo que ha asumido la tenaz lucha contra la derecha
golpista y el intervencionismo imperial, el único que cree firmemente
en la profundización del Proceso... Pero hoy es el principal
traicionado. Por eso nos llama la atención la actitud del Presidente
de asumir el perdón como camino: el perdón a los golpistas... y a
los Judas del Comando Ayacucho...
“[...]
Estando así las cosas, lo que hoy está planteado..., lo central
para el pueblo y para el futuro de esta revolución es cómo el pueblo
empuja, presiona al propio Presidente, para que se profundicen de una
vez por todas los cambios... No podemos esperar pasivos la derrota
segura a la que la actual dirigencia traidora lleva al pueblo
venezolano...
“[...]
La verdad es que hoy el mismo Chávez luce sin respuestas que puedan
presagiar una victoria frente a la estrategia del imperio. No dudamos
de su compromiso y voluntad, pero la línea que está tomando no está
acorde con la exigencia del momento histórico. Por ello el pueblo y
sus vanguardias debemos tomarle la palabra preenunciada en un
discurso, en el cual pedía al pueblo que lo presionara si percibía
que él estaba quedándose...” (Documento sobre la coyuntura y la propuesta táctica, 03/07/04,
Rebelión, subrayados nuestros)
Aunque
no dicha con tanta claridad, esta política —consejos y presiones—
es bastante generalizada. Casi todas las corrientes que se sitúan a
la izquierda del chavismo la aplican, de hecho, bajo distintas formas
y diferentes dosis de críticas.
Otro
ejemplo, en este caso en el campo del socialismo revolucionario, es la
política de los compañeros de OIR (Opción de Izquierda
Revolucionaria). Esta corriente, con un peso importante en la dirección
de la nueva central obrera, la UNT (Unión Nacional de Trabajadores),
tiene el mérito de haber venido denunciando desde hace un año la
trampa que se preparaba con el Referéndum.
En
vísperas de la capitulación de Chávez y el Comando Ayacucho, los
compañeros junto con otras corrientes hicieron varios llamados a la
movilización para oponerse.
“¡No
aceptamos referéndum fraudulento y negociado!”,
decían en una de esas convocatorias. (Aporrea, 03/06/04). Y añadían:
“Ante
la actual situación que se presenta en el país, con la amenaza de
los sectores conservadores y reaccionarios de realizar el referéndum...
y ante la actitud sospechosa de negociación y concesión asumida por
los sectores de la quinta columna infiltrados en las filas
revolucionarias, nosotros, los abajo firmantes, nos pronunciamos:
“*
En contra del nuevo fraude electoral...
“[...]
* En contra del mensaje desmovilizador de sectores de la dirigencia
política “revolucionaria”, que no confían en la movilización
del pueblo, metiéndonos en este terreno leguleyo en el que prevalece
la trampa, las mentiras de los medios de difusión y las presiones
internacionales.
“*
Aceptar el referéndum es convalidar el fraude y la impunidad debido a
los masivos vicios que se han manifestado a lo largo de todo el
proceso refrendario...”
Producida
la “convalidación del fraude y la impunidad” no sólo por “los
sectores de infiltrados en las filas revolucionarias”, sino por
Chávez en persona, que lo rebautizó como “Referéndum
Ratificatorio” y “segunda batalla de Santa Inés”, uno de los
dirigentes de OIR, Miguel Ángel Hernández, hizo un buen análisis de
su significado. En su artículo El referéndum, la impunidad y las
concesiones del gobierno (Aporrea, 17/06/04) [1] Hernández
recuerda la historia de capitulaciones de Chávez, desde el perdón a
los golpistas de abril hasta la infinidad de concesiones económicas y
concluye que:
“Ahora
vamos a un referéndum conquistado por la burguesía y el imperialismo
por medio de todo género de trampas. No llegaron a él como
consecuencia de una imposición sobre el movimiento de masas, sino
después de reiteradas derrotas propinadas por la movilización de los
trabajadores. No les quedó otra opción. Pero lograron meternos en el
terreno de ellos.”
Pero,
poco después de estas correctísimas denuncias, los dirigentes de OIR
promueven y encabezan la firma de un manifiesto: “Campaña
internacional de apoyo al proceso revolucionario en Venezuela”
(Aporrea, 04/07/04)
Allí
el Referéndum ha cambiado por completo de naturaleza. Ahora se
suscribe sin críticas la engañosa versión de Chávez, se ha
transformado en la “Batalla de Santa Inés”:
“Tal
como ese día [del 5 de julio] de 1811 el pueblo venezolano,
precursor de la lucha en todo el continente, acaudillado por Simón
Bolívar, inició la guerra contra el colonialismo español, hoy la
Batalla de Santa Inés, puede ser el comienzo de nuestra SEGUNDA
INDEPENDENCIA.”
Ya
no se habla, entonces, de que “aceptar el referéndum es
convalidar el fraude y la impunidad”, sino de otra Batalla de
Santa Inés que podría ser el inicio de la segunda independencia.
¿En
que quedamos? Primero, se decía que en el día 15 de agosto se iba
realizar un “referéndum conquistado por la burguesía y el
imperialismo”. Después se dice que el 15 de agosto puede ser
como un 5 de julio, la fecha de Segunda Independencia de Venezuela.
Aquí
se ha reproducido otro mecanismo clásico de las corrientes de
izquierda que se integran o acercan a los movimientos
nacional-populistas con la política de “consejos y presiones”,
para tratar de que vayan más allá de sus límites de clase. Sin
una política independiente, los que “presionan” terminan siendo
presionados; y así se ven obligados a adaptarse al rumbo
que marca el líder bonapartista
de esos movimientos.
La
consecuencia inevitable de carecer de una política independiente es
terminar adaptándose a la política de otros. En este caso, de
quien se pretende “convencer” y “presionar”.
Es
necesaria una política revolucionaria independiente
El
desgraciado proceso que ha desembocado en el referéndum, que amenaza,
efectivamente, con producir “una derrota estilo nicaragüense”,
demuestra una vez más que la política de asumirse como “ala
izquierda” del chavismo y desde allí dar consejos y forcejear para
que Chávez “profundice el proceso revolucionario”, es un
fracaso, no sirve y desarma a amplios sectores de luchadores frente a
las oscilaciones y retrocesos de este tipo de gobiernos y movimientos
nacional-populistas. Esta ha sido además una lección universal. Aquí
mismo, en Argentina, la triste experiencia de la “izquierda
peronista”, el “peronismo revolucionario”, el “peronismo de
base”, etc., etc., es
por demás conocida.
Sólo
una política independiente puede ayudar a empujar realmente
el proceso político hacia la izquierda. La formulación de una
estrategia independiente de Chávez —y de sus oscilaciones a derecha
e izquierda, que nunca afectan la propiedad privada de los 31 grupos
monopolistas ni el poder del estado burgués— no significa una política
sectaria ni poner un signo igual entre Chávez y la oposición
proimperialista. Una política independiente no puede dejar de tomar
en cuenta, como un importante factor, la gran popularidad de Chavéz
entre las masas y los sectores de vanguardia. Pero, entonces, se
trataría de desarrollar una política no de “consejos” a Chávez,
sino de exigencias y al mismo tiempo de explicación
paciente, en primer lugar a la vanguardia, de por qué el
Comandante no va más allá y hace lo que hace.
Tomemos
el caso del referéndum. La política chavista de “Referéndum
Ratificatorio” significa no sólo el sometimiento a ese reclamo
envenenado del imperialismo, sino, además, confundir a las masas presentándolo
como una gran victoria, cuando sería una catástrofe si se
pierde y apenas un breve respiro si se gana.
Una
política independiente partiría del ángulo opuesto, del rechazo
categórico y de la denuncia implacable del referéndum. Sólo a
partir de allí, como táctica, como mal menor frente a
las más graves consecuencias que puede traer la capitulación de Chávez,
habría que tratar de que gane el No.
Comenzar
por decir la dura y amarga verdad en vez repetir la fábula de la
Batalla de Santa Inés, es la única forma de atenuar en algo la
desmoralización de la vanguardia si el referéndum lo ganara oposición
y de prevenir un falso triunfalismo si ganase Chávez.
El
artículo del compañero de OIR que antes comentamos, después de
pasar revista a las nefastas concesiones de Chávez, concluye como
alternativa que “es imprescindible la construcción de un
poderoso partido revolucionario que organice y dirija esta lucha
impostergable para los trabajadores y el pueblo venezolano”. [2]
¡De
acuerdo! Pero para que esa formulación abstracta —“construcción
de un partido revolucionario”— se concrete, debe tener
necesariamente un contenido político. Ese contenido no puede
ser una política de adaptación... Es que por esa vía sólo se
construye... el movimiento chavista. Un partido revolucionario sólo
puede tomar cuerpo en una política independiente.
>>>
Ver artículo: "Referéndum Revocatorio: Una tramoya
fraudulenta">>>
Notas:
1
Publicado en www.socialismo-o-barbarie.org/venezuela/040620_referendumimpunidadyconcesiones.htm
2.
Hernández, cit.
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