Una
polémica de importancia trascendental
La
nueva cuestión agraria
La
rebelión de los patrones rurales y la izquierda argentina
Por
José Luis Rojo[1]
Índice:
I.
Introducción
II.
Campos burgueses en pugna
III.
Los nuevos actores sociales en el campo argentino
IV.
“Marxistas” con el campo... enemigo
V.
El retorno del socialismo liberal
VI.
Un programa socialista para el campo argentino
I.
Introducción
Como
rayo en cielo estrellado estalló en marzo de 2008 la más
grave crisis político–social en la Argentina desde 2001.
La fallida resolución 125, que pretendía instaurar un
impuesto móvil a las exportaciones de cereales, desató una
durísima pugna entre fracciones burguesas. Una verdadera
rebelión de todas las fracciones capitalistas
vinculadas a la producción de soja, en especial, se puso de
pie alrededor del reparto y apropiación de la renta
agraria extraordinaria que generó la disparada
de los commodities en el mercado mundial. Esta pelea se
salda con una durísima derrota del gobierno de los
esposos K.
El
agudo desarrollo de la crisis abrió un debate nacional. Una
discusión global, nada habitual, acerca del reparto del
trabajo no pagado de la clase obrera rural y urbana entre
fracciones capitalistas: “La teoría económica pura rara
vez es noticia. Sin embargo, para comprender el actual
conflicto que enfrenta a las asociaciones rurales y el
gobierno es imperiosamente necesario desempolvar viejas
controversias conceptuales. En efecto, a primera vista, la
pelea entre el campo y el gobierno parece ser una simple
cinchada para apropiarse de una bolsa de recursos, tironeo
que, fuera de los desórdenes verbales de los protagonistas,
no parece encerrar ningún misterio. Porque, siempre en el
terreno de las apariencias, nada hay más natural que el
planteo del campo: dicen que tanto sus productos como la
totalidad de su precio les pertenece por completo, y
cualquier intento del Estado de apropiarse una parte es una
intromisión inadmisible o, como gustan decir, una
‘confiscación’. Sin embargo, doscientos años de teoría
económica desmienten esta apariencia”.[2]
Como
subproducto de esta pugna, la izquierda argentina se dividió
de manera dramática. A un movimiento social conservador,
como el que se vertebró alrededor de la flor y nata de la
burguesía agraria, sectores “socialistas
revolucionarios” llegaron a calificarlo de “rebelión
popular”…[3]
La
pérdida de la brújula de clase no pudo ser mayor,
comparable a la de otras fracturas históricas de la
izquierda ocurridas en el siglo pasado. Sectores
enteros capitularon al gobierno K o a la fracción agraria
de la burguesía. Sólo una minoría –en ella, de manera
destacada, el nuevo MAS– logró mantenerse en una posición
independiente.
El debate nacional que se abrió alrededor de los impuestos a las
exportaciones agrarias tuvo un momento de importancia
alrededor del montaje de carpas de uno y otro bando en la
Plaza Congreso. En ese marco, y desde las posiciones de la
clase trabajadora, el nuevo MAS montó la Carpa Roja,
iniciativa que llegó a alcanzar cierto impacto nacional.
Se instaló así una durísima polémica acerca de un tópico que desde
hacía varias décadas no estaba en auge. Se trata de la
cuestión agraria: es decir, de las relaciones de propiedad,
las clases sociales y las tareas estratégicas planteadas
para el campo argentino desde la óptica de la transformación
socialista del país. Para las actuales generaciones militantes, un debate
enteramente nuevo.
La emergencia de esta crisis ha puesto de manifiesto la estructura
económico–social y del comportamiento y acción de las
clases sociales en la palestra nacional. Una vez más, se ha
demostrado que los conflictos sociales y políticos son una
situación excepcionalmente reveladora de las “entrañas”
de la sociedad.
Sin
ser especialistas en el tema, nos parece de enorme valor
educativo aprovechar la oportunidad para pasar
revista a algunas de las problemáticas clásicas del
marxismo revolucionario respecto de esta cuestión,
recontextualizándolas en las condiciones de comienzos del
siglo XXI.
Más aun cuando esta crisis y esta problemática han llegado
para quedarse, y cobra inusitada importancia a la hora de
comprender las tareas que tiene por delante la revolución
socialista en la Argentina.
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[1]
Texto editado con la inestimable colaboración de
Marcelo Yunes.
[2]
Alex Kicillof, “La teoría económica contra los
argumentos del campo”, Página 12,
21–05–08.
[3]
Por fuera de la “izquierda campestre” (PCR maoísta
y el MST e IS, de origen trotskista), el PO de la
Argentina tuvo una posición centrista a lo largo de
toda la crisis. Aunque criticó a ambos bandos
burgueses, llegó en más de una oportunidad a calificar
al movimiento agrario de “rebelión popular”, con el
pueril argumento de que un reclamo reaccionario no podría
atraer “multitudes”... En tanto, un caso singular lo
configuró el pequeño grupo de la LIT–CI (PSTU de
Brasil) en el país, que fue desde una posición
pro–campo al comienzo del conflicto para pasarse luego
–autocrítica mediante– a un apoyo crítico
al gobierno K. Lo que jamás hizo fue sostener
una posición independiente.
[4]
Trabajos clásicos acerca del tema, además de la
elaboración de Karl Marx, se pueden encontrar tanto en
Lenin como en Kautsky. En nuestro país –hasta donde
sabemos–
existen dos obras de igual título (“La cuestión
agraria”) pero sentido opuesto, como son las de Juan
B. Justo (de comienzos del siglo XX) y de José Boglich
(redactada promediando la década del 30). De esta
literatura, la única que hemos podido abordar con
cierta profundidad es la de Marx.
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